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Una silla en el directorio del Partido Nacional: ¿es el fin del sartorismo?

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Juan Sartori y Jorge Gandini conversan en la Cámara de Senadores. Foto: Marcelo Bonjour (Archivo)
Juan Sartori y Jorge Gandini.
Foto: archivo El País

INTERNA NACIONALISTA

Pese a la partida de dirigentes y el debilitamiento de su estructura, el sector del senador Juan Sartori apuesta a otra candidatura.

Si el fenómeno político de Juan Sartori fue un vendaval en 2019, cuando irrumpió en la escena electoral como un outsider millonario dispuesto a comerse la cancha y disputarle la candidatura presidencial a Luis Lacalle Pou, hoy para muchos es una suave brisa veraniega. Tras perder las elecciones internas de junio de aquel año, que lo posicionó igualmente como la segunda fuerza política del Partido Nacional, el movimiento generado por Sartori en todo Uruguay no hizo otra cosa que desmembrarse.

Así, luego de alcanzar en las elecciones nacionales de octubre tres bancas en el Parlamento, hoy solo le queda la propia, en el Senado. Los dos escaños que tenía en Diputados ya los perdió porque Álvaro Dastugue no se considera parte y Pablo Viana -quien supo ser jefe de campaña y mano derecha de Sartori- anunció la formación de un nuevo sector.

A esto se le suma una cantidad importante de dirigentes políticos que había conquistado en distintas partes del país y que ya lo abandonaron, en la mayoría de los casos por haberse desentendido de sus necesidades y problemas locales.

Por todo esto fue que en el equipo que hoy rodea al empresario se celebró como un gol que el senador haya obtenido en las elecciones del sábado pasado un lugar en el directorio del Partido Nacional.

Lo obtuvo luego de arduas negociaciones con la lista unitaria -integrada por todos los sectores salvo Por la Patria, de Jorge Gandini-, que permitieron que su nombre figurara en la cuarta posición. Fue eso lo que le aseguró un lugar, algo que en su entorno se evaluaba difícil de conseguir en caso de que Sartori presentara una lista propia, porque solo una minoría de los 100 convencionales que respondían a su grupo lo hubieran votado. Muchos de ellos optaron por Gandini, que obtuvo tres lugares en el órgano de conducción nacionalista.

Ricardo Araújo, convencional de Rivera y excandidato a diputado por el sartorismo, fue uno de esos casos. “En la peor época de la pandemia, en el departamento donde había mucha angustia y preocupación, lo llamé y mandé mensajes, pero nunca me respondió”, dijo y agregó: “Si la gente lo necesitaba y él no estaba, o se encontraba en Europa, yo consideré que había abandonado la política o que no le interesaba más”.

Otro caso es el de Daniel Iturlay, edil y convencional de Canelones: “Le reclamaría la ausencia luego de su campaña presidencial. Si vos generás una barra o un movimiento, porque no sé bien qué es lo que generó, te deberías insertar para quedarte”.

La edila sanducera Sandra Castrillón -por poner un caso más-, que se sumó al sartorismo ni bien todo comenzó, dijo que se distanció del sector en parte por rechazar “el menosprecio a los dirigentes departamentales”. “Se ha ido desmembrando todo bastante rápido, por una serie de malos manejos y por no haber tenido apoyo de ningún tipo. Hemos tenido hasta que hacernos cargo de imprimir nuestras propias listas”, lamentó.

Entonces, ¿es el fin del sartorismo como movimiento político nacional? Aunque los hechos hablan, para lo que queda del grupo del novel político -el entorno íntimo de Sartori-, la respuesta es que evidentemente no.

Hacia otra candidatura.

“¿Cómo el fin? Todo lo contrario, todavía no hemos comenzado la segunda fase”, dijo por ejemplo Alem García, exdiputado y hombre de confianza de Sartori desde que el empresario desembarcó con su proyecto a fines de 2018. En diálogo con El País, García sostuvo que el proceso del sartorismo tiene “varias etapas” planificadas y que la pandemia fue el factor que puso en pausa el paso siguiente.

Juan Straneo, su primer senador suplente, va incluso más allá y apunta a que la ambición presidenciable de su líder está intacta. “Su objetivo es volver a ser candidato a presidente; no haría nada de lo que está haciendo si no quisiera hacerlo, porque él no obtiene ningún rédito con esto, salvo las críticas que recibe”, dijo quien hoy es otro de los hombres más cercanos a Sartori. “Si no tuviera ese objetivo trazado y claro, no estaría haciendo esto”, subrayó.

García, por su parte, insiste en su punto: “No considero que el sector se haya debilitado. ¿Hay alguna medición que lo acredite? Obvio que no. Es cierto que algunos dirigentes se han alejado. ¿Los votantes se fueron con ellos? No lo sabemos”.

Forma de ser.

Sartori viaja. Por asuntos empresariales, a veces familiares, pero viaja. Y seguirá viajando, aunque según dice lo hace desde el 18 de cada mes en adelante, cuando las comisiones no sesionan. Sostiene que aprovecha además para darle lugar a su equipo parlamentario -su madre y Straneo-.

Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori, este martes en el Senado Foto: Prensa Juan Sartori
Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori, en el Senado Foto: Prensa Juan Sartori (Archivo)

Pero de cualquier forma su nivel de asistencia al Parlamento hoy es de las más bajas, con un total de 36 concurrencias, casi la mitad de los que asistieron más. Esto -que surge del relevamiento que hace el Parlamento y que consta en su sitio web- lo sitúa entre los senadores titulares con más baja participación, junto con el blanco Sebastián Da Silva y por arriba del frenteamplista Enrique Rubio -que redujo su participación en época de pandemia y alterna la banca con otros de su sector-, entre otros.

Las ausencias por sus viajes, pero también su forma de ser, explican para Straneo el malestar de quienes han abandonado el barco. “Sartori no es el modelo tradicional de dirigente. ¿Por qué la elección de Gandini fue tan exitosa? Porque durante varios meses les dijo a todos los convencionales enojados lo que querían escuchar”, comentó.

Sin embargo, Straneo, que fue quien logró destrabar la negociación en la interna blanca la semana pasada para que su líder tuviera su lugar en el directorio, es consciente de que en algún momento el movimiento deberá retomar una estructura orgánica. “Vamos a tener que volver a fidelizar (a la militancia). Es nuestro gran talón de Aquiles, y es algo que no viene solo”, razonó, aunque adelantó que Sartori no se apresura y no piensa solo en 2024, sino incluso en las elecciones siguientes. “Será una pieza fundamental para el futuro del partido”, concluyó, en tanto, García.

Los viajes y motivos de Sartori
Juan Sartori en acto de asunción de Isaac Alfie como nuevo Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Foto: Juan Manuel Ramos

Sartori habló con El País sobre sus viajes. Lo que sigue es un resumen de la charla.

-Este segundo año no tuvo la participación que tuvo el primero. ¿Por qué?

-Y, porque tenía que dejar entrar un poco al equipo que me propuse crear.

-¿Qué nivel de asistencia ha tenido?

-Yo trato de estar un 50%, y mis suplentes, Juan Straneo y mi madre, Rosina Piñeyro, van un 25% cada uno.

-¿A qué lugares es que viaja?

-Por todos lados: Europa, Estados Unidos, Canadá, Asia. Ocurre que participo en muchas conferencias, y tengo muchas reuniones importantes, además de familia. Pero me permite también seguir conectado con distintos mundos y lugares con los que puedo combinar y aportar valor.

-¿Por qué no ha mantenido el contacto con la militancia y los dirigentes?

-Yo tuve una visión muy estricta de lo que eran las movilizaciones en pandemia, y mi estilo es estar en contacto (físico) con la gente, a los abrazos y besos en las recorridas. Pero mantengo el contacto. Hace unos días tuve un plenario por Zoom con la dirigencia.

-¿No le preocupan los alejamientos de los dirigentes?

-Es que este sector se creó a impulso mío. Siguen estando las ideas y esa visión de futuro, ahora con un equipo que refleja mucho más una visión de largo plazo y no lo que se fue formando en muy poco tiempo y a mucha velocidad.

-¿Es algo normal que le ocurra esto, entonces?

-Exactamente.

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