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De rehenes

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Si para algo ha servido el debate en torno al acuerdo comercial con Chile es para demostrar cómo funcionan las cosas en este país.

El gobierno, no gobierna.

El presidente, manda cada vez menos.

Los ministros son artículos decorativos. La política exterior no la define el canciller. La política comercial no la decide el ministro de Economía y Finanzas. Todos se creen con derecho a desautorizarlos.

El verdadero poder reside en el Plenario del Frente Amplio, un órgano en el que el rumbo lo definen los que consiguieron menos votos en las urnas. Donde los que tienen apenas tres senadores pueden mucho más que los que ganaron las otras trece bancas para la coalición de izquierda.

¿Se entiende? El presidente, su canciller, su ministro de Economía, la abrumadora mayoría de los senadores y diputados del oficialismo, y toda la oposición están de acuerdo con el tratado firmado con Chile. Pero una minoría, que sigue viviendo en los años sesenta y que por esas concesiones incomprensibles de los estatutos del Frente Amplio es mayoría en el Plenario, puede enmendar la plana al primer mandatario, dejar al gobierno todo en offside y trabar un acuerdo comercial que no nos va a salvar la vida pero que, para todo el resto del espectro político nacional, debe ratificarse sin demoras.

¿Y dónde más mandan estas minorías? Fácil. En el Pit-Cnt. En los sindicatos. Allí no tienen casi competencia. Tienen el poder sindical y con él le marcan el paso al gobierno. Le reclaman y le exigen que conceda más y más. ¿Que no hay recursos? No les importa. ¿Que hay que bajar el déficit? No es con ellos. ¿Que hay que hacer más eficientes las empresas públicas? A ellos que no los toquen. Si no les hacen caso, paro. Si insisten, ocupación. Y el gobierno cede, como hizo con las Afap. Sabe que no puede con ellos. Si esto le hacen al gobierno al que votaron y por el que hicieron campaña, ¿qué harán si mañana gobiernan aquellos a los que esta gente demoniza?

Con muy poquito, los comunistas (los de las irregularidades de ASSE, los que manejan el Mides, los de Juan Castillo, Ana Olivera y Óscar Andrade), la 711 (sí, la lista de Sendic, De León, el desastre de Ancap y Alur, Arcamone, etc.), el sector de Constanza Moreira y algunos grupúsculos aliados controlan un país de tres millones y medio de personas. Tienen de rehén al gobierno, a su fuerza política, a los que trabajan, a los que producen, invierten, estudian, a todos.

Ellos mandan. Ellos deciden qué se puede hacer y qué no. Ellos definen quién puede gobernar y cómo debe hacerlo. Y en algunos temas tienen de su lado al MPP y a algunos sectores del Partido Socialista. El resto del Frente Amplio sólo puede tratar de resistir.

¿Qué futuro tiene un país cuyo rumbo lo marcan los Castillo, los Andrade, los Sendic, los Constanza Moreira, los De León, los Marina Arismendi y sus aliados?

¿Los uruguayos van a entender, alguna vez, que caminando hacia atrás no hay futuro posible?

Los que quieren otro futuro, ¿entienden que la del año que viene no será solamente una elección más?

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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