
El piquete
Parecía un día más para los clientes del supermercado Disco de la avenida 8 de Octubre que realizaban sus compras de fin de semana. Y lo era hasta que se acercaban a las cajas para pagar por el surtido.
Porque allí se encontraban con un férreo piquete del sindicato del comercio Fuecys que, en reclamo de un aumento de 2% del salario real les cerraba el paso y les impedían abonar y llevarse las compras a su casa.
El hecho trascendió porque se hizo viral un video en el que se ve a un cliente que trata de abrirse paso para llegar a una de las cajas e intercambia golpes con algunos sindicalistas.
No es la primera vez que Fuecys recurre a la modalidad del piquete para hacerse escuchar. Por lo general "el trancazo", como ellos prefieren llamar a esta acción, se hace en la puerta de los supermercados. Basta con una decena de sindicalistas, que la mayor parte de las veces no pertenecen siquiera a la empresa contra la que se está protestando, para bloquear el ingreso a los locales. Los clientes llegan y se encuentran con que el supermercado está abierto, dentro hay trabajadores en sus puestos, pero un grupito de sindicalistas impide por la fuerza que entren a hacer las compras.
¿Le pasó alguna vez? Imagíneselo. Usted va a hacer las compras y cuando llega al supermercado se encuentra con que un grupo de personas, con cara de pocos amigos, le dice que no va a poder entrar.
Es claro que un sindicato, Fuecys u otro, tiene derecho a hacer paros y hasta a ir a la huelga para defender sus reivindicaciones. ¿Pero tienen derecho a impedir que uno ingrese a un comercio que está abierto al público y operando con normalidad? No. No lo tienen. ¿Alguien hace algo? No. Nadie hace nada. Y la práctica patotera se extiende.
¿Lo hace sólo Fuecys? No. Lo hacen varios sindicatos. La Organización Internacional del Trabajo, a la que tanto recurría el Pit-Cnt cuando el Frente Amplio no era gobierno, le ha dicho a Uruguay que el piquete no es una medida de lucha aceptable. ¿Qué ha hecho Uruguay? Nada. No sea cosa que el Pit-Cnt se enoje. Por tanto, sigue el baile. Y el piquete.
¿Y dónde quedan los derechos de los demás? ¿A quién le importan los derechos de quien llega a un comercio que está abierto, que está funcionando, que está vendiendo, y al que una patota no le permite ingresar? ¿Quién mira por el derecho de ese consumidor y también por el de esa empresa, que paga los sueldos de trabajadores que cumplen sus funciones y al que un grupo de personas le impide operar normalmente bloqueando las puertas?
¿Quién defiende a trabajadores que no quieren plegarse a una medida y que ven cómo sus compañeros sindicalizados les insultan de pies a cabeza como todos vimos que sucedió, por citar solo un ejemplo, en el Frigorífico Las Moras?
El Ministerio de Trabajo está claro que no puede, no sabe o no quiere hacerlo. Vela por los derechos de los trabajadores sindicalizados. Los otros, que Dios los ampare. La empresa, que se arregle. Y que ceda a los reclamos de los que, por la fuerza, le hacen el piquete.
Después nos preguntamos por qué no somos atractivos para la inversión extranjera.
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