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Patricia Bullrich: narcos de “altísimo nivel” en cargamento a Hamburgo

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Patricia Bullrich. Foto: Reuters

ENTREVISTA A MINISTRA DE SEGURIDAD EN ARGENTINA 

Además, dijo que la tasa de homicidios hoy en el país es “muy alta” y que supone que ahora debe ser un tema de campaña electoral.

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La de Patricia Bullrich Luro Almeyra Pueyrredón es una vida más probable en la ficción que en la realidad. Y, sin embargo, vaya si la actual ministra de Seguridad argentina la ha vivido. Protagonista de la vida pública de su país durante 45 años, Bullrich ha militado en la Juventud Peronista, ha formado parte de la lucha armada y ha sido diputada en tres períodos y titular de dos carteras durante el mandato de Fernando de la Rúa.

En una entrevista que mantuvo con El País en su amplio y sobrio despacho, ubicado en el corazón de la Recoleta, la doctora en Ciencias Políticas explicó el motivo detrás de aquellos vaivenes, relató buena parte de su trayectoria, habló sin tapujos de la criminalidad y el narcotráfico en Carmelo y en Montevideo, y dijo que, tras el shock de las primarias que consagraron a Alberto Fernández, Cambiemos enfrenta un momento disruptivo, en el que será clave intentar conciliar la idea de república con la de una economía sustentable.

Con su sinceridad habitual, Bullrich también opinó que en Argentina existe una idiosincrasia según la cual la población intenta “evitar el sacrificio” a toda costa.

-¿Es verdad que existen dos estados de ánimo oscilantes en la Casa Rosada, o el gobierno cree que verdaderamente se puede remontar el “palazo electoral” al que el presidente Mauricio Macri hizo referencia?

-Me parece que todo miembro de Cambiemos estuvo los primeros días en una situación de shock porque, si bien sabíamos que teníamos problemas de carácter económico, también sabíamos que en Argentina se estaban jugando otros valores y pensábamos que iban a compensar aquellas dificultades. Esta es una larga historia, como una calesita en la que siempre das vuelta alrededor de lo mismo: cuando los desórdenes institucionales comienzan a corregirse, la magnitud de los problemas económicos tira abajo la construcción que habías iniciado. Y nosotros creíamos que en esta oportunidad iban a tener un peso más fuerte la honestidad versus la corrupción, la democracia versus una lógica autoritaria, la república versus una idea de un Estado que te impone y la libertad de expresión versus una libertad vigilada.

-¿Por qué es tan difícil para un gobierno no peronista enlazar los valores de la democracia republicana y la prosperidad económica?

-Prosperidad económica no ha tenido ningún gobierno últimamente. Pero el gobierno republicano apunta más a cambiar los cimientos, lo cual, teniendo enfrente a no republicanos, genera impactos muy fuertes en la gobernabilidad. Nosotros pensábamos que en esta elección podíamos lograr un cierto equilibrio, y que eso daba un empate. Y sabíamos cuáles eran los problemas. Entonces, después del shock, te diría que lo que buscamos, lejos de las ideas mágicas, fue construir todos los días aquellas razones y aquellos sentimientos que a un 10 o 12% de los votantes les pudieran hacer cambiar su decisión. El optimismo tiene que ser racional.

-Una de las políticas de Cambiemos que mejor receptividad tiene es la lucha contra el narcotráfico. ¿Por qué?

-Estamos convencidos de que el narcotráfico es como un globo: si lo apretás en un lugar, salta por otro. Desde que llegamos al gobierno, no tuvimos un solo descubrimiento de casos importantes en Europa, Israel o Asia que partiera de Argentina, salvo a través de mulas: toda la droga la encontramos acá. Por ejemplo, en unas bobinas totalmente armadas que iban a Canadá. Pero claro: si todos los países no hacen lo mismo, el narcotráfico se te escabulle. Y si no tenés un control importante de tu puerto, se te pueden escapar muchas cosas. Como Argentina genera una fuerte presión para que el narcotráfico no entre, los países fronterizos deben controlar mejor sus fronteras.

-¿Le sorprendió que la aduana alemana descubriera en Hamburgo 4,5 toneladas de cocaína en un contenedor procedente de Montevideo?

-Absolutamente. Desde el primer día de nuestra gestión venimos trabajando para que haya un cuerpo anti narcotráfico de los países que comparten la hidrovía. Si un barco circula por allí, nadie lo puede tocar porque se encuentra en aguas internacionales. En cambio, si pasa por el puerto, Argentina puede subir a la Prefectura y revisar los barcos, y lo mismo puede hacer Uruguay. Pero en general las embarcaciones paran en un puerto chiquito cerca de Carmelo (se refiere a Puerto Camacho).

-¿Por qué no prosperó la idea de ese cuerpo compartido?

-Porque en el Mercosur es todo lento, “que bueno, que no, que vamos a lentificar el comercio”, en fin. Pero los 4.500 kilos del puerto de Montevideo están vinculados a una organización de altísimo nivel.

-¿Es una cantidad grosera?

-Impresionante. El otro día en Nueva York incautaron 1.500 kilos, que se convirtió en la cantidad más importante en la historia de ese puerto. Por ejemplo, nosotros encontramos una vez en bobinas, y otra vez tirados de un avión, 1.500, y fue increíble. En general, los cargamentos de cocaína son solo de 40 o 60 kilos: estamos hablando de muchísima plata. En el puerto de Montevideo el kilo está en el entorno de los US$ 10 mil, y en Europa de los US$ 40 mil (agarra el celular y empieza a hacer cálculos). Tranquilamente, US$ 180 millones: una barbaridad.

-Más allá de esto, ¿hay buena sintonía entre los gobiernos de Macri y Vázquez para políticas conjuntas?

-Sí. Nosotros hemos puesto muchísimo esfuerzo en las políticas hacia los países que limitan con nosotros y que son productores de materia prima, es decir Paraguay y Bolivia. Y también hemos colocado el foco en la Triple Frontera, en el crecimiento del narcoterrorismo y en la entrada de los grupos criminales de Brasil. Con Uruguay hemos hablado muchas veces, aunque la discusión, más que de narcotráfico, ha sido de seguridad ciudadana. Sin embargo, hemos tenido operaciones conjuntas importantes, sobre todo de metanfetaminas. Pero la vía natural es frenar la droga en frontera. Y supongo que, ahora que están en campaña, deben tener una discusión muy grande sobre seguridad, porque la tasa de homicidios es muy alta.

-¿A usted la han amenazado?

-No importa, porque un ministro de Seguridad se la tiene que bancar. Pero muchos están esperando para hacer sus negocios narco-criminales tranquilos. Igual, en estos días estoy furiosa porque al intendente de Itatí, que armó el ducto más grande de entrada de droga de Paraguay, recibió tres años de condena. Es indignante.

-¿Cuánto hubiera correspondido?

-No menos de quince.

-¿Se arrepiente de haber dicho que “hay gente que pasa necesidades pero no gente que esté en situación de no comer”?

-No. Hay mucho cinismo en Argentina, y convertir la necesidad en discurso es hipócrita.

-Para terminar, ¿cuál es la esencia que no cambia entre la Patricia Bullrich de la guerrilla, la de la Juventud Peronista, la del menemismo, el delaruísmo y el macrismo?

-La esencia es mi condición de lucha: lo que cambia es la causa. Cuando era joven, pensaba que podía abrirles el cerebro a los demás y meterles mis ideas socialistas. Y ahora creo en una sociedad abierta, en la autonomía de las personas y en la libertad. Estoy en este camino desde 1995, cuando, con la Ley de Patentes como punto de inflexión, me fui del peronismo por considerarlo un movimiento autoritario y con rasgos corruptos. Así que rompí con esas ideas, pero no abandoné mi actitud de lucha.

-¿Y de qué parte de su familia sale su extraña mezcla entre decisión, necedad y calma?

-Mirá: mis ancestros son alemanes y prusianos, con lo cual no me falta decisión, y vascos e irlandeses, con lo cual no me falta necedad. Tengo muchas generaciones de argentinos.

-¿Pueyrredón es vasco?

-No, es bearnés. Son montañeses, es decir más brutos que los vascos (risas). Creo que mi carácter viene de una familia donde siempre hubo sentido de la autoridad, además de roles fuertes en las mujeres. Pero la calma la gané con los años.

A Macri le faltó “consideración mayor” por la clase media.

-En la mala praxis económica, ¿pesó más el hecho de que Cambiemos no blanqueara la herencia o que diluyera el poder del Ministerio de Economía y subutilizara a figuras de distinta ideología pero de gran pericia política, como Alfonso Prat-Gay, Carlos Melconian y Hernán Lacunza?

-El otro día estuvimos mirando unos números que llevó Lacunza al gabinete, y que demuestran una decisión: quizás, por ser políticamente correctos, en los dos primeros años no bajamos nada el déficit. Y al mismo tiempo le subimos a la gente ciertas variables importantes en su vida cotidiana, como las tarifas. Eso nos llevó a una crisis en abril de 2018. Es contrafáctico, pero uno dice: haciendo algo distinto, ¿podríamos haber ganado las elecciones de medio término? ¿Y podríamos haber apurado ciertos cambios que nos permitieran estar mejor en los últimos dos años de gestión, y así mostrar la flor que empezaba a brotar? Bueno, es todo un debate. Ahora, respecto al poder que se les dio a los ministros, es cierto que hubo una “tupacamarización” de la economía. Estuvo todo demasiado dividido, así que algunas decisiones que se tomaban en las distintas áreas eran problemáticas entre sí. Por otro lado, había una mesa de coordinación que sintetizaba todo. Después, si uno es ministro debe abrirse camino, asumir su tarea y hacerse respetar. Si a vos te sacan parte de la responsabilidad y del poder, también es tu culpa.

-¿Cambiemos no minimizó a políticos como el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, en favor de un ala técnica que insistió demasiado en la polarización con el kirchnerismo?

-Es cierto que esa tensión existió, pero los que la llevábamos todos los días nos enterábamos poco de eso. No es que no hubiera internas, sino que en el ámbito adecuado, que es el gabinete, no se escuchaban abiertamente planteos. Después, más que la idea de polarización, siempre existieron tres tercios. Pero la decisión del peronismo de reunificarse, de Cristina de bajarse de la candidatura y de Sergio Massa de volver al redil, destruyó la tercera opción y descomprimió al kirchnerismo. Cristina tenía dos o tres gobernadores, y ahora a Alberto Fernández lo apoyan diez o doce. El peronismo unido nunca tuvo menos del 40% de los votos en la Argentina.

-Para contrarrestar esa estrategia exitosa, ¿Macri debió bajarse de la candidatura y dejar su lugar a María Eugenia Vidal?

-Uno puede decir que la política influyó, pero el tema más importante nuestro fue la economía. Yo ahora voy a las reuniones de campaña y les pregunto a los ciudadanos: “A ver, ¿quiénes están enojados con nosotros?”. ¿Y viste cuando en una pareja uno de los dos dice de golpe “me voy”, y el otro le cuestiona por no haberse dado cuenta antes de lo que estaba pasando? Bueno, debemos reconciliarnos. Por ejemplo, con una política social proesfuerzo y con una consideración mucho mayor de la clase media. Pero que María Eugenia fuera candidata no era una alternativa.

La respuesta a carrió: “yo no me creo bolsonaro”.

-Su exaliada de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, la calificó como una persona “muy buena y honesta” y elogió su gestión en algunas áreas, pero dijo que usted “a veces se pasa de vueltas y se cree Bolsonaro”. ¿Eso le dolió?

-No, porque todo lo que decidimos hacer en seguridad es pre Bolsonaro. En esa política marcamos un cambio cultural muy fuerte, y la gente lo reconoce porque hay menos homicidios, menos droga, menos robos, menos secuestros, más presencia policial y más prófugos recapturados. Y esos resultados concretos tienen que ver con desestructurar la histórica visión según la cual las fuerzas de seguridad son enemigas. En la Argentina, el péndulo estaba muy inclinado. Pero yo no me creo Bolsonaro.

-Un libro de reciente aparición asegura que usted negoció con el exmontonero Rodolfo Galimberti la devolución de parte del rescate que la guerrilla obtuvo por el secuestro de los hermanos Born…

-Y es todo mentira. Me da risa la manera en que se dicen las cosas con una liviandad tal que provocó que hasta (el periodista y exmontonero) Horacio Verbitsky me defendiera.

-¿Parte del kirchnerismo quiere que el gobierno no termine?

-Bueno, algunos políticos y periodistas ligados a ellos lo dicen públicamente. En este momento el kirchnerismo hace campaña e intenta esconder esas formas de pensar.

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