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¡Qué papa!

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Usted puede ser ministro de Economía. Y me quedo corto. Usted puede incluso ser presidente de la República. No es tan difícil como parece. Si lo piensa un poco, llegará a la conclusión de que es más fácil manejar un país que una casa. Mucho más fácil.

Veamos. Si en su casa se gasta más dinero del que entra, usted está en problemas graves. Seguro no se le va a ocurrir pedir prestado. ¿Quién le prestaría y bajo qué condiciones? ¿Y cómo haría para pagar ese préstamo? No. Ese no es el camino. Tampoco serviría encarar a su jefe y decirle que deben aumentarle el sueldo porque su familia ha empezado a gastar más de la cuenta. Ya sabemos qué le respondería.

¿Y entonces? No le va a quedar más remedio que sentarse con su esposa, revisar gasto por gasto y ver dónde se puede cortar. Va a costarle alguna discusión. O más de una. Va a tener que dejar de darse algunos gustos, o unos cuantos. Comerá menos afuera, será más prudente a la hora de hacer las compras en el supermercado y todos en la casa tendrán que apretarse el cinturón. No será agradable. Pero así son las cosas.

Pero si usted fuera presidente de la República o ministro de Economía y Finanzas, la tendría mucho más fácil. Para empezar, no debería recortar ningún gasto. Por el contrario, lo subiría cada vez que tuviera la oportunidad. Con ello aumentaría la brecha entre los ingresos y los egresos pero, a diferencia de lo que un mortal hace en su casa, un gobernante lo soluciona con más deuda. Ahora le llaman "emisión". Los recursos que faltan para cubrir el déficit se tapan con deuda. ¿Y eso cómo y cuándo se paga? Bueno, eso es un te-ma del que un gobernante no tiene que preocuparse. En todo caso, es un problema para quien lo suceda. Y si usted se sucede a us- ted mismo, puede seguir aumentando ese déficit, y estirar la agonía hasta que haya que elegir un nuevo gobierno. Si gana otro, pobre de él. Y si gana usted… ya se verá. Así razona un gobernante. Y así estamos.

Si en su casa usted tiene déficit, usted no tiene salida. Debe bajarlo. Si no paga las cuentas, le van a cortar la luz, el agua y el gas. Lo van a echar del edificio. Le van a quitar el auto. Si es gobernante, puede conseguir más dinero. Es fácil. Aumenta los impuestos, aumenta la nafta, aumenta la luz, aumenta el agua y a usted, como por arte de magia, le entra más plata. Y usted puede incluso, con ese dinero, no cubrir el déficit que ya tiene. Puede gastarlo rápidamente, repartiendo lo que en realidad no es suyo.

Habrá incluso algunos, a su alrededor, que le dirán que tener un déficit del 4% es malo, pero que no debe haber mucha diferencia con tener un déficit del 4,2%, o del 4,5%. Y eso, si usted lo acepta, permite repartir más y más dinero a quienes reclaman. Ellos no saben que, fatalmente, ese dinero que usted les pone en el bolsillo la realidad se los sacará y con intereses muy pronto. Pero la ignorancia de ellos no es su problema, después de todo.

Gobernar este país es fácil. Lo bravo es vivir de un sueldo y que a los que gobiernan les importe más la elección que se avecina que la República a la que juraron proteger.

elpepepregunton@gmail.

La Columna de Pepepreguntón

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