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Ojo el león

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LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

Hace ya algunas décadas que llevé por última vez a mi hijo al zoológico de Villa Dolores.

Pero recuerdo muy claramente aquella soleada tarde de primavera. Lo llevaba de la mano, para que no se me escurriera entre la gente, que era mucha. Él tenía prisa. Llevaba semanas esperando aquel día. Quería ver al león.

Fuimos derecho hasta su jaula. Y allí lo encontramos. Estaba echado. Avejentado. Rodeado de moscas. Flaco. Los niños le gritaban. Trataban de llamar su atención. Pero él dormía. O eso parecía. Parecía esperar su hora.

A mi hijo le dio pena. “Pobre, está viejo y flaco. No ruge como un león. Se parece más a un gato. ¿Puedo entrar y tocarle la melena?”, me preguntó con inocencia. Le expliqué que, aunque pareciera inofensivo, aquel animal seguía siendo un león. Y que si alguien entrara a su jaula y le tirara de la cola, como a un gato, seguramente aquella fiera se lo comería crudo. Y nos fuimos a ver al elefante.

Aquella imagen me viene a la mente cuando veo el fuerte y sostenido crecimiento que el Partido Colorado, de la mano del expresidente Julio María Sanguinetti, viene registrando en las encuestas.

A mediados de 2018, cuando el veterano dirigente anunció que saldría nuevamente a la cancha para propiciar una recuperación de su partido y contribuir a aumentar el caudal de votos de la oposición como paso imprescindible a sacar al Frente Amplio del poder, muchos se rieron. Se burlaron de su edad. De su discurso. De su partido.

No pocos creyeron, en todas las tiendas e incluso en la propia, que el expresidente haría el ridículo. Que su tiempo ya había pasado. Que su figura ya no despertaría entusiasmo alguno, ni siquiera entre los colorados y los batllistas. Y que aquel intento desesperado y final de Sanguinetti por revivir al viejo partido y por transformarlo en un actor relevante para las elecciones de este año terminaría en un fracaso que marcaría, a la vez, el final de su extensa carrera política.

Se equivocaron. Lo subestimaron. Pensaron, como mi hijo en aquella tarde de primavera, que un león viejo y cansado se volvía un gato grande, pero inofensivo. Y no se dieron cuenta que el león es león mientras vive. Que puede estar descansando, tranquilamente, pero que si alguien entra a su jaula y le tira de la cola, va a reaccionar como un león. Y que con un simple movimiento, sin esforzarse demasiado, dejará al desprevenido visitante mal herido y a su merced. Y que si le dejan la jaula abierta, saldrá y hará lo que está en la naturaleza del león. Rugir fuerte, imponer respeto y poner a algunos a correr.

Porque un león no pierde nunca el apetito ni las ganas de avanzar. Aunque por momentos uno piense que está retirado y ya no muerde.

¿Quién subestima hoy a Sanguinetti?

¿Quién duda que, a partir del impensado regreso a la arena política, la próxima elección será diferente?

¿Queda alguien que dude que, con su presencia, y con la competencia interna que la misma ha desatado, el Partido Colorado se ha puesto de nuevo de pie y será un actor relevante en este proceso electoral?

¿Hay alguien que hoy se atreva a tirarle de la cola al león?

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