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Mil caras

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LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

Hace ya un rato que a la dirigencia del Frente Amplio no la une el amor sino, como diría Borges, el espanto. El miedo de perder las próximas elecciones y, con ellas, el poder.

El pánico que produce el temor de tener que volver al frío del llano después de gozar durante quince años de los privilegios de la cima.

Es algo natural. Y no es nuevo. Hoy le sucede a los frenteamplistas. Pero antes le pasó a colorados y blancos. Un partido pierde el poder y mucha gente -mucha, de verdad- pierde su cargo. Y el sueldo que viene con él. Y la comodidad de un despacho. Y la secretaria. Y los secretarios. Y el auto oficial. Y el chofer. Y las invitaciones. Y los viajes.

A nadie le gusta perder lo conquistado. Por el contrario, existe la lógica tendencia a aferrarse al poder. Para eso hay que ganar las elecciones. No hay otro camino.

El Frente Amplio hoy exhibe fuertes divisiones. Hay temas centrales sobre los que sus principales dirigentes y sectores piensan distinto. No es solo una cuestión de estilo o de forma. Hay divergencias de fondo. Pero con las urnas a la vista, lo único que importa es sumar voluntades. Y si las diferencias llevan a que unos conformen a algunos desencantados y otros reafirmen a los más comprometidos, mejor aún. Lo importante, lo único relevante, es ganar. Y se gana con votos.

La estrategia de sumar a partir de las divergencias ya le ha dado resultados al Frente Amplio. No será la primera vez que la utilice. Ahora lo intentará de nuevo. Ya hay un candidato presidencial (Martínez) que se presenta como moderado, una compañera de fórmula que se muestra radical y que trata de comprometer a los frenteamplistas de siempre (Villar), unos que tienen diferencias con el candidato pero quieren mantener la mayoría en la coalición (Mujica y su MPP), unos que piden aumentar más los impuestos (Andrade y su PCU), unos que dicen que no hay lugar para más impuestos y que Venezuela es una dictadura (Astori), y otros que defienden a Venezuela, pero que le pegan a Macri y a Bolsonaro cada vez que les ponen un micrófono delante.

Hay quienes dicen que el Estado tiene que impedir que la gente se muera de frío en la calle (Orsi del MPP y la Vertiente Artiguista) y quienes miran para otro lado (el Mides del PCU) o incluso sostienen que vivir en la calle es un derecho que debe respetarse (la inefable Fabiana Goyeneche).

Están los que quieren promover la inversión privada y los que quieren que el Estado se haga cargo de todo. Los que defienden la gestión de Bonomi y los que afirman que la inseguridad es un gran déficit de la gestión del Frente Amplio en el gobierno. Los que consideran que la educación es un problema grave que debe ser encarado con urgencia, y entienden que la propuesta de Eduy21 es una base sobre la que apoyar una gran reforma, y los que opinan que el modelo actual, dominado por las corporaciones sindicales, no debe tocarse.

Mil caras diferentes. Pero un mismo propósito. Cinco años más en el gobierno. Cinco años más en el poder. ¿Para qué? Ya se verá.

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