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Luis Alberto Lacalle: "Hay que dejar de lado al Mercosur político"

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Luis Alberto Lacalle. Foto: EFE

ENTREVISTA

El expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera presenta hoy “Mercosur, Nacimiento, Vida y Decadencia”, un libro que recorre varios episodios que llevaron a la firma del pacto de 1991.

Mercosur, Nacimiento, Vida y Decadencia” es el título del libro que en esta jornada presenta el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, protagonista de la negociación, firma y primera puesta en práctica del acuerdo.

La presentación oficial, retrasada varios meses por la crisis sanitaria, tendrá lugar hoy a la hora 18:30 vía YouTube y en la web www.megustaleer.com.uy con la presencia del periodista Tomás Linn y el abogado y exlegislador Eduardo Mezzera. A lo largo de su ensayo, el expresidente recorre varios de los episodios que llevaron a la rúbrica del pacto del año 1991 y los cambios en la orientación original del proyecto comercial regional.

-¿Qué pasaría si en algún momento a alguien se le ocurre hacer un Brexit a la uruguaya? ¿Cuál sería el costo de salir del Mercosur para Uruguay?

-En ningún momento en el proceso del libro se maneja la idea de terminar con el Mercosur. El propio tratado lo vuelve difícil. Además, creo que es una marca que tiene una presencia, ya tiene 30 años. Hay que mantener la marca y la intención.

-¿Cuál era la primera intención del Mercosur?

-Alcanzar mayor prosperidad mediante mayor comercio. Para Uruguay era agrandar el mercado sustancialmente, multiplicándolo por cien. El libro plantea un final abierto, pero nunca de mantener (al Mercosur) como está.

-¿Cómo fue el cambio de proyecto en el Mercosur?

-Cuando se acentúa el concepto de “Mercosur político”. Todo tratado es político. Una buena parte del libro está dedicada a analizar la primacía que tuvo la coincidencia ideológica de los gobiernos cuando el “reinado” de Hugo Chávez, cuando irrumpe en la escena sudamericana con su Socialismo Siglo XXI y su billetera con el petróleo a US$ 140. Hay un encandilamiento que lleva a lo que Chávez decía y los gobiernos de Cristina Fernández, Fernando Lugo, Lula Da Silva y el Frente Amplio le dieron un sentido de club de carácter ideológico. Eran todos del mismo palo. Uno de los errores de los que así pensaron es no tener en cuenta que los gobiernos cambian, como efectivamente sucedió. Los regímenes de gobierno no son para siempre, los intereses de los países son permanentes.

-¿Qué hay que hacer?

-Hay una necesidad de hacer un balance estricto sobre qué beneficios aporta y qué dificultades genera; qué inoperancias tiene y qué objetivos demasiado ambiciosos (plantea). Hay que traer todo eso a la realidad y hacer cambios.

-¿Cuáles son las principales dificultades?

-Cuando uno firma algo hacia adelante, con los diferentes propósitos que haya tenido cada uno, lo que podía pensar Uruguay y Paraguay era una cosa, Argentina otra y Brasil una distinta, se produjo un promedio de voluntad, una coincidencia, que habilitó la esperanza.

-¿Cómo observa el estado del Mercosur de hoy?

-La fotografía de hoy es que Uruguay, Paraguay y Brasil están en un espíritu transformador, adecuador del Mercosur a una nueva realidad, y la Argentina no tanto. Otra dificultad, que se menciona al pasar, es que los gobiernos no empiezan el mismo día. Es muy distinto, como el gobierno de Uruguay que está en sus primeros días, que el que está por terminar o el que empezó después. Cuando el presidente y el ministro de Relaciones Exteriores tienen cuatro años por delante están en una actitud y el que está en la mitad o en el final del mandato tiene otra.

-¿El Mercosur puede seguir así como está?

-Hay que ir hasta las miradas promedio de reforma. Uruguay empieza dentro de pocos días la presidencia pro tempore, son seis meses, y le toca a un gobierno que recién comienza que, por lo que se sabe, hay una vocación de adecuación y modificación del Mercosur actual, estamos ante una instancia de que se puede abrir un proceso de mejora. Esto va por mi cuenta: la mejor manera de encontrar un común denominador es llegar hacia abajo, al nivel comercio.

-¿Cómo sería ese proceso de cambios al que refiere?

-Sacar todo proceso ideológico, coincidencias filosóficas, etcétera. Dejar de lado el llamado “Mercosur político” y dejarlo en el nivel “te compro, me compras, nos compramos”. Ahí es tema de negocios. En ese punto ya no importa si uno es más de allá o más de acá, nos encontramos en que esto vale tanto, te sirve el precio, el servicio, la mercadería. Facilitemos el compre y vende que fue el origen del Mercosur.

-Entonces, ¿su propuesta es volver al origen?

-Hay que ir desandando aquella excesiva ilusión que hubo al principio, que la realidad luego la fue amoldando, y ponerla en lo crudo, en lo que nos conviene a todos. Los que acuerdan son países y no regímenes políticos, no son mandatos de gobernantes que por definición son transitorios. Lo que le interesa a Paraguay y Uruguay es servicios, transporte, logística. Hay que llevarlo al tema de, pesos y pesos y dólares y dólares.

-¿Es posible pensar que el Mercosur se vuelva una plataforma de acuerdos comerciales con otros bloques?

-El relacionamiento con otros bloques está previsto desde el inicio hace 30 años. Vamos todos juntos, con más de 300 millones de consumidores y nos sentamos en cualquier mesa de negocios. A los países más pequeños, en particular a Uruguay, le convenía sentarse con compañeros de esa importancia. Uruguay golpeando una puerta es una cosa y cuatro países golpeando es otra. La primera dimensión era el comercio interno, dictado por la proximidad, uno mira el mapa y supuestamente es más negocio venderle a Brasil y Argentina que a China u otros países.

-¿Es posible pensar un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea?

-Llevó 20 años de negociaciones. Yo veo un futuro no tan fácil. La Unión Europea ha cambiado tanto en 20 años, para empezar antes tenía a Inglaterra y ahora no. Ahora son 28 países, el acuerdo tendrá que pasar por 28 parlamentos. Hay países que están cerrados a dejar ingresar productos del agro como Francia, Irlanda y algún otro más. También está entablada la negociación con la Alianza del Pacífico. Ese acuerdo ni siquiera tiene diez años y, como se dedicó estrictamente a lo comercial, no entró en hacer un Parlamento, y está colocado ante el balcón del Océano Pacífico, el océano de este siglo, ha tenido un éxito y unos frutos mayores que el Mercosur.

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