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Laura Motta: construir un nuevo rol para la primera dama

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Laura Motta, esposa de Daniel Martínez. Foto: Leonardo Mainé

ELECCIONES 2019

Desde alcanzar un yogurt, a preparar banderas y sugerir actividades durante una recorrida: los mil roles que Laura Motta asumió en su reencuentro con la militancia.

"Fue una bocanada de aire fresco en medio de tantos meses de agotamiento”, dice Laura Motta en referencia al perro extraviado que ella y su marido, Daniel Martínez, encontraron durante el acto de cierre del Frente Amplio y decidieron cuidar.

Un supuesto dueño había aparecido el viernes pasado, pero nunca recogió a la mascota, así que retornó al hogar del candidato. La mañana de las elecciones empezó con un rezongo porque el can -que aún no tiene nombre- desparramó su comida. “La llegada de periodistas a la puerta de casa lo puso nervioso”, cuenta Motta, “y decidimos sacarlo al frente”. Expuesto a las cámaras, se convirtió en una de las imágenes de color de la jornada.

Tras recibir la visita de algunos amigos militantes, la pareja se dirigió a votar junto a su hija, Gabriela. Los dos compartieron circuito. El arribo al local de la Universidad ORT en Pocitos, a las 11.30 de la mañana, fue un caos. Motta quedó rápidamente cercada por decenas de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que querían a toda costa -y por momentos a los gritos- una nota con Martínez.

Dentro del local, el clima de descontrol se mantuvo. Una mujer les ofreció el lugar para votar más rápido, pero la pareja se negó. En cambio, compartiendo el mate, respondieron preguntas de la prensa y durante la espera de una hora y pico charlaron con varios de los sufragistas. Algunos militantes que también votaban allí, averiguaron la hora en que llegarían para coincidir con ellos.

Daniel Martínez junto con su esposa Laura Motta. Foto: Mariángel Solomita

“Sé que esta no es una elección cualquiera, y es además la primera vez que milito en unas elecciones presidenciales ”, dice y cuenta que cuando surgió la posibilidad de que comenzara este viaje, antes de que Martínez se postulara a precandidato, “se charló mucho en familia”. “Todos decidimos apoyarlo, pero acerca de cuál sería mi rol en la campaña yo no tenía ni idea. Luego fue apareciendo con más claridad”, confiesa. “Se volvió incompatible con mi trabajo y tuve que renunciar para sumarme en la campaña y ayudar en lo que fuera”.

En medio de una fila acalorada y un tanto reacia a tanta cámara, sobre la función de su pareja Martínez dice: “¿Sabés lo que yo digo? Que no es fácil, no tenés ni idea. La unión que hemos tenido por haber convivido con el miedo 11 años (en referencia a la dictadura militar). A nosotros la militancia y la resistencia nos ha unido y eso hoy se refleja en este acompañamiento, en este estar juntos. Ella me da un apoyo descomunal, porque esto no es uno más que el otro, esto lo hacemos juntos".

Motta lanza una carcajada cuando escucha que en un video recopilatorio de la campaña quedó registrado el momento en que su marido le pedía un yogurt porque estaba “en hora”. “Me convertí en eso. Soy la que está para todo, desde para alcanzar el yogurt, hasta para preparar banderas, y proponer las mejores opciones de qué hacer durante las recorridas de campaña”, dice. Sus jornadas transitando decenas de miles de kilómetros junto a Martínez no bajaron de las 15 horas diarias, cuenta.

“Me asesora, pero con matices, porque los dos somos de personalidad fuerte”, dice el candidato del Frente Amplio mientras avanza posiciones en la fila. Motta apunta que, aunque a él “le gusta prepararse solo”, varias veces le acercó informes de prensa que le parecían interesantes para investigar y elaborar una propuesta en el programa. Sobre todo, explica, le ayudó a desarrollar durante la gira tres talleres usando su experiencia de docente. Esa información reúne opiniones de votantes acerca de temáticas distintas.

¿Comparten una frase de aliento? “Ninguna. Alcanza el abrazo, el beso, el sentir que estamos juntos, porque a él le cuesta dirigir algunas acontecimientos y necesita tener sus tiempos en soledad”.

Tras la votación almorzaron en familia y sobre las 19 horas, otra vez juntos, llegaron al hotel Crystal Tower, ella usando una remera de “No a la reforma”. ¿Qué tipo de primera dama le interesaría ser? “Hay que replantearse ese lugar”, plantea, “es un espacio complejo, y si se da, comenzaré a trabajar en su reconstrucción”.

PERFIL
Laura Motta, esposa de Daniel Martínez. Foto: Leonardo Mainé

Laura Motta

Docente de inglés. Enseñó en varios liceos, pero hizo carrera en el Miranda. Fue subdirectora del liceo n° 25, gestión que la convenció de dedicarse exclusivamente a la educación pública. Pasó a ser inspectora y en 2008 la ministra de Educación de aquel momento, María Simón, la convocó para ser consejera del Consejo Directivo Central (Codicen) en el primer gobierno del Frente Amplio. Bajo el mandato de José Mujica fue consejera del Consejo de Formación en Educación y, en 2015, la ministra María Julia Muñoz le volvió a ofrecer un lugar en el Codicen. A este puesto público renunció en mayo para estar codo a codo junto a Martínez durante la campaña. “Mi tarea en la educación siempre la concebí desde la militancia”, dijo para este informe. En plena clandestinidad, ayudó a rearmar el Centro de Estudiantes del IPA y fundó la Asociación de Docentes de Secundaria.

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