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Julio C. Jaureguy, en las ideas y acción

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Julio C. Jaureguy. Foto: Ariel  Colmegna.

OBITUARIO

Con el más profundo pesar, El País despide al Dr. Julio César Jaureguy. Durante casi medio siglo fue un pilar de nuestro pensamiento editorial.

Había nacido en Minas, el 5 de febrero de 1935. Supo erguirse por sobre la modestia de sus circunstancias, afianzando desde el liceo una fuerte inclinación por los temas de la cultura y la vida pública.

Desde muchacho fue un ciudadano inquieto, identificado con la vida republicana y con el Partido Nacional.

Desde esas inquietudes se hizo periodista, iniciando su carrera en la sección Deportes de El País y llegando, por el mérito de su pluma, a constituirse en editorialista inconfundible. Y desde las mismas inquietudes se hizo abogado de tesis y de baranda.

Lo singularizaba su carácter, que mezclaba la sencillez del gesto y la bonhomía del sentimiento con el vigor de las convicciones. Luchó por la libertad de prensa y estuvo al lado de quienes sufrieron persecución en tiempos aciagos.

Fue abogado del Sodre. Presidió el Consejo de Derechos de Autor. Integró el Directorio del Colegio de Abogados desde los tiempos en que lo presidía el Dr. Pedro Berro. Recibió el Premio Jerusalén, discernido por el Estado de Israel. Fue Presidente del Rotary Club de Montevideo.

Titular de la Embajada del Uruguay ante la OEA, al regresar de Washington retomó su tarea editorial con el entusiasmo de quien abraza la misión de defender valores.

Identificado con la libertad de pensamiento y la libertad de prensa, el Dr. Julio César Jaureguy enfrentaba sin ambages a todas las formas de totalitarismo.

Militante de la vieja 400, acompañó desde la Secretaría al Dr. Washington Beltrán Mullin en la etapa memorable en que integró el Consejo Nacional de Gobierno del segundo mandato blanco. Y siguió junto a él en el ejercicio de la abogacía, en las columnas de El País y en la interminable rueda de afectos y sueños con que supo rodearse este noble amigo.

Si un cruel proceso lo tuvo sin comunicación en los últimos años, al momento de partir, su actitud, su gesto y sus batallas nos reviven por dentro, a los muchos que tuvimos la alegría de quererlo de veras, como él merecía.

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