CARLOS IAFIGLIOLA
Es el precandidato nacionalista menos conocido, pese a que hace décadas que trabaja en política. Es consciente de que para hacer una campaña electoral se necesita dinero, que no tiene, pero dice que va a seguir. Es fuerte opositor a la ideología de género “porque niega la biología”.
-Una campaña presidencial cuesta mucho dinero. ¿Va a llegar hasta el final?
-Cuando largué en noviembre de 2017 yo sabía que esto era una patriada. No tengo ni la infraestructura ni el dinero que tienen otros compañeros del partido. Pero estoy convencido de que mi discurso no lo tienen otros precandidatos blancos. Es un discurso distinto, políticamente incorrecto, que va contracorriente. Sé que una campaña necesita dinero. Hasta ahora todo lo hecho es con gran sacrificio, la sede propia en Malvín, un programa de radio, todo es por el aporte de compañeros. Y así avanzamos. Yo largué para llegar al final, no para mostrarme y después terminar arreglando con alguien. Largué para llegar al final. El último domingo de junio es el primer final, la interna. Después de que pase, si me toca perder volveré a largar con lista propia al Senado y en todos los departamentos.
-Ud. dice que tiene un discurso no convencional, políticamente incorrecto. ¿Eso da votos?
-No lo sé, de verdad. Mi discurso no ha variado en los últimos quince años. Seguramente no tuve los réditos como para proyectarme políticamente. Pero duermo tranquilo porque sé que soy coherente con mis valores y principios. Ojo con lo que hacen algunos haciéndole guiñadas a determinados colectivos, a una movida que es políticamente correcta, ese discurso moderno. Hay sociedades que están pegando la vuelta y están volviendo a sus valores fundacionales. Yo represento los valores fundacionales del partido, no levanto ninguna ideología. Lo que no hago es lo que hacen algunos, que en una mano tienen los valores y principios y en la otra una calculadora con la que sacan cuentas de si lo que van a decir les va a dar más o menos votos.
-¿Hay candidatos que hacen discursos en función de lo que quiere escuchar la gente?
-Sí, ni qué hablar, los hay en todos los partidos. Ha habido candidatos y sigue habiendo candidatos que miran con un ojo lo que está pasando en su entorno y con el otro ojo miran a la barra, una manifestación. Hemos visto referentes políticos que más de una vez han sido una veleta.
-¿La llamada agenda de derechos muestra conquistas de estos tiempos o se logran por el lobby que hacen algunos grupos de interés?
-Todas las movidas que hay en el mundo, en América Latina y Uruguay tienen respaldo internacional. Hay un lobby internacional bien armado, financiado, y en cada país tiene sus personeros políticos, sociales y académicos. Muchas de las leyes llamadas ‘de nuevos derechos’ venían en paquetes cerrados desde el exterior. Acá en Uruguay hay muchos que aprovecharon el momento político. Mujica fue quien tuvo mayor apertura para estas leyes.
-¿Qué leyes que integran la agenda de derechos le caen peor?
-La ley que permite el aborto legal y la de consumo de marihuana. Hay gente que dice que poder abortar es una nueva conquista. Para mí no es un derecho poder atentar contra la vida humana. Eso más que un avance es un retroceso, es barbarie, es atentar contra la vida humana. Tampoco es un avance que se haya legalizado la marihuana. No es un avance permitir que cada vez más gente se pueda drogar. Hoy por año hay 10.000 vidas segadas por el Estado uruguayo con el aborto legal. Es un grave flagelo que el Estado plante marihuana, porque no solo destruye la vida del adicto sino de su familia. Es un retroceso en la sociedad. Tanto me preocupan estas dos leyes que en mi programa de gobierno puse explícitamente que si accedo al gobierno voy a hacer lo que esté a mi alcance y más para derogar ambas leyes. Son dos leyes concretas que quiero derogar. Soy el único candidato que lo dice.
-Acaba de aprobarse en el Senado la primera ley con lenguaje inclusivo. Hubo muchos senadores que protestaron en el debate pero terminaron votándola igual. ¿Qué piensa de esto?
-Como ha sucedido en muchas otras leyes. A veces se hace una protesta pero es lo que recién decía. Al influjo de estos nuevos vientos, nuevas ideologías terminan levantando la mano. Es un paso más de los disparates que desde hace mucho tiempo nos quieren meter. Desde hace un tiempo largo está la ideología de género que niega la biología, que niega que nacemos varón y mujer, y desde esa perspectiva ideológica van armando los temas. Lo prueba esto de llegar al lenguaje, cuando era natural que con determinada forma de decir las cosas todos nos entendíamos. Se está llegando al extremo de esa visión. Pero esto no es gratis, no es simplemente poner una o, una a o una e, es ideológico. Como la guía de educación sexual que se aprobó el año pasado. Todo tiene la intención de imponer una ideología.
-La ley para personas transgénero acaba de ser promulgada por el Poder Ejecutivo y su movimiento Adelante quiere anularla. ¿Piensa que van a llegar a las firmas para una consulta popular?
-Respeto la decisión del Parlamento, pero uno de los caminos posibles para derogarla es interponer un referéndum. Es una ley inconstitucional, peligrosa e injusta. No va a ser fácil juntar 60.000 voluntades en la primera instancia y después el 25% de todo el electorado en votación no obligatoria. En este caso viene gente de todos lados, quienes tienen una visión negativa de la ley trans, pero también gente que está preocupada porque el Estado garantice operaciones costosas a quienes se quieren cambiar de sexo. Es gente con miradas distintas, de lugares distintos. Yo estoy solo en esta movida. Golpee la puerta de los otros precandidatos y ninguno me acompañó, y otros referentes políticos tampoco me acompañaron. Pero espero que más de uno cambie.