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"Hay que hacer una adecuación fiscal, no un ajuste"

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Mario Bergara. Foto: Gerardo Pérez

Mario Bergara

Es conocido por haber integrado por 13 años ininterrumpidos el Poder Ejecutivo, donde ocupó el cargo de ministro de Economía y presidente del Banco Central.

Mario Bergara. Foto: Gerardo Pérez
Mario Bergara. Foto: Gerardo Pérez

—¿Cuándo fue la primera vez que pisó un comité de base?

—El primer comité de base que fui fue el que era funcional de la Facultad de Ciencias Económicas. Tenía 18 o 19 años. Hice actividades de militancia de cosas puntuales, que era lo que se podía hacer en el 82. Después me afilié a la juventud comunista en el año 84.

Se define como "seregnista" y hasta ahora el ministro Danilo Astori es el que ha llevado ese legado dentro del Frente Amplio. ¿No tiene miedo de chocar con él?

—No, porque nadie cree que pueda plantearse como teniendo el monopolio del seregnismo, ni yo lo hago. Ojalá exista seregnismo en todos los grupos del FA y mientras más mejor.

—¿Cuál es hoy su relación con el ministro de Economía Astori?

—Correcta, obviamente en el terreno de la competencia interna del Frente vamos a estar fraternalmente en lugares diferentes.

—¿Es de hablar con él?

—No, muy esporádicamente. Teníamos más vínculo cuando yo era presidente del Banco Central del Uruguay por razones de la política económica.

Mantiene una muy buena relación con el expresidente José Mujica.

—Tengo una buena relación con Mujica, pero tampoco es más intensa. Me he reunido en contadas ocasiones con él, tengo un buen vínculo y de hecho fui ministro y presidente del BCU en su gobierno.

¿Es de pedirle consejos o visitarlo en la chacra?

—No, en la chacra de Mujica estuve tres veces en mi vida.

José Mujica sigue las palabras de Mario Bergara. Foto: Leonardo Mainé
José Mujica sigue las palabras de Mario Bergara. Foto: Leonardo Mainé

¿Cuál fue el factor desencadenante para presentarse como candidato?

—Un factor muy importante es que yo hago el diagnóstico de que el Frente Amplio está en pleno proceso de renovación. Las cosas tienen sus momentos, Tabaré Vázquez, Mujica y Astori nos han permitido crecer como Frente Amplio, gobernar, a mi juicio con resultados positivos. Pero está bastante claro que esta estructura de líderes está abriendo paso a los relevos y creo ser parte de la generación de relevo. El momento de medir ser parte de una estructura de liderazgo es ahora.

¿Mantendrá su candidatura hasta el final o puede llegar a levantarla en diciembre, en el Congreso, si no encuentra más apoyos dentro del Frente Amplio?

—Es una decisión tomada. Nosotros vamos a seguir con esta candidatura hasta el final. Vamos a competir sí o sí.

¿Por qué el Frente Amplio no crece en las encuestas?

—Las encuestas hay que tomarlas en consideración, pero también ubicarlas en el contexto que se hacen. Las conclusiones que se pueden sacar a un año de las elecciones son muy relativas. Hay una masa importante de indecisos y a medida de que se acerque el período electoral esas cosas van a ir tomando forma (…) De todas maneras es insoslayable que hay un respaldo al FA un poco menor al que había hace unos años. Hay un retroceso que me parece un poco natural después de tres gobiernos y porque hay un grupo importante de frenteamplistas que tienen un desencanto por diversos temas. Hay que tomar nota de cosas que no se han hecho o de señales que el Frente tiene que dar con mayor contundencia.

Mario Bergara. Foto: Gerardo Pérez
Mario Bergara. Foto: Gerardo Pérez

¿A qué se refiere?

—Por poner tres fuentes posibles de desencanto, una es aquellos compañeros que pensaban que los procesos económicos y sociales podían avanzar más rápido de lo que han avanzado y se nos ponían referencias a nivel sudamericano, lamentablemente la realidad está demostrando que había bastante voluntarismo (...) Después está otra fuente de desencanto que tiene que ver con una clase media a la cual se le exige el pago de impuestos y el destino de esos recursos no siempre va a los lugares que corresponde. Ahí hay una parte de debate de que el rol del Estado es importante y la única forma es manejando recursos, porque no hay ninguna política que se haga gratis. Hay que tomar elementos de ese desencanto que pueden ser de recibo en relación con la forma del gasto en algunas áreas.

¿De qué áreas habla?

—Hay cosas pendientes como la reforma educativa, si bien se hizo el Plan Ceibal, las tecnicaturas, la descentralización (…) A veces se pone el foco en los recursos que se colocan en la políticas sociales y se exagera en la discusión mediática, pero uno puede ser autocrítico y si bien hubo buenos resultados —la pobreza bajó del 40% a 8% la indigencia está en 0,1%— estamos enfrentando una problemática diferente del núcleo duro de la pobreza. Creo que podemos ser autocríticos en que la coordinación de las políticas sociales no está siendo del todo efectiva. Hay más de 600 programas en el Estado y los grados de coordinación son insuficientes.

¿No están llegando las políticas sociales a quienes tienen que llegar?

—O a veces se llega a un mismo lugar desde distintos programas. Haciendo eso de manera un poco ineficiente con falta de información, coordinación y control. El tener demasiados programas también incrementa los costos y uno termina haciendo transferencias en el mismo lugar. A veces un programa otorga transferencias sin saber que otro también.

Hablaba de tres clases de descontentos. ¿Cuál es el tercero?

—Hay un tercer grupo de compañeros que muestran desencanto porque demandan una actitud más contundente con las fallas éticas y la corrupción. El Frente se ha asesorado con un Tribunal de Conducta que ha actuado con enorme coraje, que le ha hecho un favor enorme al Frente. Sobre la mesa hay 15 casos y creo que hay que ser implacables en eso, significa que es de rigor tomar decisión sobre cada caso. Si se detectan fallas éticas de gravedad, el FA tiene que sancionar y si hay que llegar a la inhabilitación electoral hay que ser implacables.

Hace un año que el informe del Tribunal consideró que Raúl Sendic incurrió en graves fallas éticas

—Nadie puede decir que no haya pasado nada, Sendic renunció a la vicepresidencia y es un acto político mayor.

Sendic está cada vez más solo en la interna del Frente Amplio. Foto: Leonardo Mainé
Foto: Leonardo Mainé

¿Y no alcanza con eso?

—No, no alcanza (...) Creo que hay que llegar a la inhabilitación si el caso es de gravedad y no lo hago por una cuestión de cálculo electoral.

¿El FA pagará un costo político por el caso Sendic?

—Los partidos de la oposición cuando les han saltado problemas de corrupción han tenido una respuesta mucho más liviana y tibia. Por lo tanto en la evaluación del comparativo electoral, el FA tiene chance de salir fortalecido en la medida de que tome decisiones contundentes.

Hay economistas que dicen que sea cual sea el próximo gobierno se requerirá un ajuste fiscal. ¿Coincide con esta visión?

—No, primero hay una cuestión que es conceptual y para algunos es semántica sobre qué llamamos ajuste fiscal. El ajuste fiscal la sociedad uruguaya sabe bien lo que es, son ajustes drásticos en momentos de crisis, como fue en el 82, en el 90 o en el 2002. De dimensiones que son tres, cuatro o cinco veces más grandes que la corrección fiscal que tenemos que hacer ahora. Ahora lo que hay que hacer, y todos coincidimos, es que hay que adecuar las cuentas fiscales, hay que reducir gradualmente —no en situación de crisis ni de manera drástica— en el orden del punto y medio del producto. Por lo tanto, a esta adecuación gradual de esta magnitud no le llamaría ajuste fiscal. Que cada uno le llame como quiera.

¿Cómo le llamaría?

—Adecuación fiscal o corrección fiscal.

¿Hay que hacer esa "adecuación"?

—Sin duda, pero no en el próximo gobierno, desde ahora. La Rendición de Cuentas apunta a ir corrigiendo el déficit antes de que se instale el próximo gobierno y el próximo debe seguir esa tarea. No estamos parados desde el dramatismo y para definir que hay que hacer un ajuste fiscal hay que estar al borde de un precipicio.

Astori hizo como dijo él "una consolidación fiscal" y no logró bajar el déficit

—Es verdad no ha bajado, lo cual no quiere decir que las medidas de consolidación fiscal no hayan tenido efecto. Si no se hubieran dado esas medidas, la situación sería peor. Y eso es porque hay una buena parte del gasto público que tiene vida propia, que es endógeno.

Astori y Bergara acordaron dos objetivos prioritarios como reducir inflación y déficit. Foto: A. Colmegna.
Danilo Astori junto a Mario Bergara. Foto: Archivo El País.

¿Por qué vía se tiene que hacer esa adecuación fiscal?

—La Rendición ya prevé medidas y el nuevo gobierno tendrá que ver cómo este proceso ha avanzado y si es necesario seguir con medidas de adecuación. No estamos hablando de ninguna motosierra, sí de una adecuación más o menos gradual (...) Creo que de manera global la carga tributaria no debería subir de manera significativa.

¿No hay que subir impuestos o crear nuevos?

—Lo que digo es que puede haber modificaciones en el sistema tributario, pero en general no estamos hablando de cosas con impacto recaudatorio significativo. Hay que ser cuidadosos. No viene por acá la solución del tema fiscal.

¿El próximo gobierno debe encarar una reforma de la seguridad social?

—Creo que ineludiblemente, en el inicio del próximo gobierno, todas las fuerzas políticas tienen que sentarse alrededor de una mesa a revisar y considerar de qué manera hacemos sustentable y más fuerte el sistema de seguridad social. Acá no hay que focalizarse en una sola variable, porque en la simplificación mediática se habla solo de la edad. Hay que ver el conjunto de variables y cómo se dan incentivos para que la gente se retire más tarde, porque cada vez vivimos más. Esto tiene que hacerse de manera interpartidaria y no puede ser objeto de un juego político menor, la responsabilidad con el país pasa por hacer sustentable el sistema de seguridad social.

¿Se va sí o sí hacia un aumento de la edad jubilatoria?

—No quiero simplificar en ese tema, hay múltiples parámetros. Como dije hay que dar incentivos a la gente para que se retire más tarde.

Reprimir el delito con contundencia
Fiscalía cree que los actores involucrados han ajustado su operativa para mejorar los resultados. Foto: D. Borrelli

¿Cómo evalúa los resultados en materia de seguridad?

—Claramente para toda la sociedad son insatisfactorios, pero hay que verlos en perspectiva. Hubo una reforma muy importante, con tecnología, con mejora de la eficiencia policial (…) La situación ha ido cambiando, han aparecido modalidades delictivas nuevas como ajustes de cuentas. La izquierda ha ido adaptándose a las exigencias, quizás cuando el FA asumió la izquierda puso más énfasis en el combate de las causas sociales del delito, pero la palabra represión nos revolvía el estómago. Con el tiempo, esto ha ido equilibrándose y yo soy muy partidario del mensaje más contundente que está dando el Ministerio del Interior y la Fiscalía en este último tiempo.

—¿Entonces no hay que tener miedo a reprimir el delito?

—No hay que tener miedo a reprimir el delito, pero eso no quiere decir llevar las cuestiones al extremo que se ha probado en todos lados, que es ineficiente e injusto. Hablo de las cadenas perpetuas, la pena de muerte o la militarización de la Policía. Estoy lejos de esas posiciones.

Hay que atacar las causas sociales, pero también hay que reprimir el delito de manera contundente.

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