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Todavía quedan casi 29 mil por registrarse y el plazo vence el 15 de abril.

El bochornoso calor de un irrespirable mediodía de verano parece que se siente más en esta esquina de 25 de mayo e Ituzaingó. Decenas de personas, la mayoría jóvenes, forman una larga cola de futuros nuevos votantes. Están aquí para sacar la credencial cívica por primera vez en la mayoría de los casos, y otros para hacer un traslado.

En los ventanales se lee u201cOficina inscriptorau201d pero las letras están un poco borroneadas. Un policía custodia el lugar y arriba está el escudo nacional. Al costado hay dos muchachos sentados en el piso: uno habla por celular y otro mira al vacío mientras un grupo de turistas brasileñas camina por la vereda y debe esquivar la larga fila que arranca por 25 de mayo, da vuelta la esquina y baja por Ituzaingó hacia el puerto.

Un hombre pregunta si esa es la fila para sacar nuevas credenciales. Le dicen que sí, el hombre mirá hacia atrás, pone cara de fastidio y dice que es una vergüenza. u201cHay para ratou201d, le comenta una muchacha que ya lleva casi una hora de espera y está a punto de entrar.

Los primeros llegan después de las seis de la mañana. u201cA esa hora hoy ya había seis o sieteu201d, relata un obrero que descansa con sus compañeros al mediodía. Sobre las 8 la fila ya es larga y eso que las puertas recién abren a las 9.30 de la mañana.

Hasta ahora hay 233.389 nuevos inscriptos y la Corte Electoral estima que faltan 28.845 por registrarse. Quedan 27 días hábiles: el plazo vence el 15 de abril. Así, deberían anotarse unos 1.000 nuevos votantes por día para que todos queden registrados.

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En la fila predomina un sentimiento de desencanto hacia la política y un llamativo desconocimiento sobre el proceso electoral.

Agustina tiene 18 años recién cumplidos y está a unos metros de la puerta de entrada. ¿Votará en las elecciones internas? Ella se encoge de hombros y dice que no sabe qué es eso de las internas. Primero tiene que informarse. Juan Ignacio tampoco tiene idea de las elecciones ni le interesa. Lo más probable es que vote en blanco. Usa lentes Ray-Ban, tiene el pelo pintado de amarillo y lleva varios tatuajes. Vive en Neptunia, cumple años el 19 de junio y lo trajo un educador del INAU que suele acompañar a los muchachos a hacer el trámite.

Alejandro nació casi dos décadas después: tiene 36 pero su postura sobre la política es similar a la de Juan Ignacio. Aún no sabe si votará en blanco o anulado. u201cYo no miro informativos, no compro diarios y no tengo teléfonou201d, afirma con un notorio orgullo, mientras espera para hacer un traslado de Salto a Montevideo.

Unos metros más allá, una chica habla por teléfono. u201cMother, estoy en la Corte Electoral, vine a sacar la credencial, ¿dónde estás?u201d, pregunta.

A Christopher, de 22 años, una trenza le cae en medio de la cabeza. No trabaja y tampoco sabe qué votará. u201cTengo que meditarlou201d, cuenta. ¿Por qué esperó hasta último momento para hacer el trámite? u201cSoy yoruguau201d, dice y se ríe fuerte.

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En la cola hay varios futuros votantes que ya deberían haber sufragado en la elección anterior pero no lo hicieron por la simple razón de que no habían sacado la credencial. Uno de ellos es Santiago, de 24 años. u201cLa verdad es que me pelotudiéu201d, cuenta el muchacho, que vive en Piedras Blancas y lleva puesta una camiseta de River Plate argentino. No le interesa votar pero sacará la credencial porque está pensando en hacer un viaje y precisa el documento. Marcelo, de 24 años, vive en el Parque Rodó y tampoco votó la vez pasada. u201cYa me perdí varias eleccionesu201d, admite y luego cuenta que piensa votar al candidato que tenga más chances de ganarle al Frente. u201cIgual voto a un chihuahuau201d, asegura.

Marcelo participa de una de esas improvisadas charlas de cola con Roberto, un hombre que llegó para hacer el traslado de la credencial de San José a Montevideo. Dice que es un viejo votante del MPP pero que en la próxima elección no apoyará al oficialismo. u201cMe metieron la mano en el bolsillo, soy feriante y me ejecutaron y mirá que laburo hace 32 añosu201d, relata el hombre y después avanzan unos pasitos.

Unos metros atrás, Marcela -una votante frenteamplista que se cansó de ir a su viejo barrio- hará el traslado del Cordón a la Unión. u201cQuiero votar cerca de casau201d, cuenta.

La cola no avanza, los segundos parecen eternos. Pero de pronto una funcionaria abre la puerta de la oficina y deja pasar a seis o siete. Luego la cierra. El proceso se repetirá unos minutos después. Y seguirá así día tras día, hasta el 15 de abril.

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IGNACIO

"No tengo idea y no me importa"

u201cNo tengo idea de las eleccionesu201d, dice Juan Ignacio, un joven de 17 años que vive en Neptunia y al que no le interesa la política. Es un tema completamente ajeno para él. Votará obligado y probablemente en blanco. Llegó a hacer la fila para sacar la credencial cívica junto con Francisco, un educador del INAU que suele acompañar a los muchachos a hacer este trámite.

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roberto

"Me enteré ayer que hay poco plazo"

Roberto tiene 52 años y quiere hacer el traslado de la credencial de San José a Montevideo. ¿Por qué esperó hasta último momento? u201cRecién me enteré ayer que quedaba poco plazo para hacer el trámiteu201d, responde el hombre, un feriante maragato que ahora vive en Colón y está desencantado con el Frente Amplio. u201cMe metieron la mano en el bolsillou201d, afirma después.

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ANDY

"No podía dejar pasar más tiempo"

Andy tiene 26 años y este debería ser su segundo proceso electoral. Pero hace cinco años no sacó la credencial porque ni siquiera estaba al tanto de que debía hacer el trámite. Esta vez no tuvo más opciones que ir a la Corte. u201cVengo obligado, no puedo dejar pasar más tiempou201d, dice él, acompañado por su novia. Ella también votará por primera vez en 2019.