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Daniel Martínez: "El ego me jugó una mala pasada"

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Daniel Martínez admite que se apuró en la pasada elección nacional de 2009. Foto: Gerardo Pérez

BIOGRAFÍA DEL PRECANDIDATO

De los años de militancia clandestina a cómo Vázquez lo hizo retornar al ruedo político.

"Daniel Martínez. La carrera del ingeniero”, del periodista Antonio Ladra y editado por Penguin Random House Grupo Editorial, retrata la carrera política del precandidato favorito en la interna del Frente Amplio -según las encuestas- hacia las elecciones internas del 30 de junio.

Describe sus inicios en la clandestinidad en la década de 1970, su posterior paso y ascenso en Ancap, sus desilusiones políticas que lo alejaron de la militancia de primera línea, hasta su retorno al ruedo convocado por el presidente Tabaré Vázquez en el primer gobierno del Frente Amplio de 2005 y el camino que definitivamente lo podría llevar a ocupar el sillón presidencial.

“Si fuera gobernante orientaría al Uruguay hacia un aumento de la agricultura intensiva. Eliminaría los latifundios, haciendo tanto la ganadería como la agricultura intensiva (...) Construiría fábricas para utilizar hasta la última parte de la planta y del animal(...) Intensificaría la explotación de los productos marinos tan olvidados en la actualidad.

Practicaría la repoblación forestal. No permitiría que una persona que tiene un campo no lo aproveche. Trataría de formar con toda América Latina un mercado común, lo cual permitiría el desarrollo de todos los países latinoamericanos”. Así contestó Martínez en marzo de 1971, como parte de una tarea liceal a la pregunta: ¿Qué orientación económica daría al Uruguay si usted fuera gobernante?

“Me apuré, no estaba maduro”

Con la misma claridad que analiza su desencanto, reconoce que el ego le jugó una mala pasada al postularse como precandidato a presidente en 2009. “Me apuré, no estaba maduro, no era conocido, era un tipo con potencialidad, pero creo que el ego me jugó una mala pasada”, admitió el exintendente de Montevideo.

La publicación, que más que una biografía es una investigación periodística sobre los contextos políticos que forjaron al precandidato, retrata una niñez “normal” en el barrio Punta Carretas y un despertar por la militancia en la década de 1970, como respuesta a la crisis institucional que asomaba en el país. Martínez, supo mezclar su vida de estudiante exitoso con su militancia clandestina a escondida de sus padres y a sus 16 años recibió su “bautismo de fuego” durante una movilización popular a raíz del asesinato del estudiante de 16 años Walter Medina, poeta y militante de la Juventud Socialista.

“Era la primera vez que participaba de una movilización popular, donde hubo una feroz represión contra los asistentes. Al ver la represión me hice grande”, recordó Martínez. “Me pasé casi tres años haciendo pintadas en el barrio. De verdad llevaba una doble vida: era un estudiante aplicado de Ingeniería durante el día y de noche salía a hacer pintadas”.

En una de esas “pintadas” llegó incluso a ser perseguido por la Policía con disparos. Y no paró más, hasta su casamiento tuvo ciertos “guiños” políticos. Tenía 19 años y cursaba segundo año de facultad, cuando se casó con Laura Motta, el 8 de octubre, aniversario de la muerte del Che Guevara.

Vázquez.

En 1984, durante el acto del Partido Socialista del 24 de agosto en el Palacio Peñarol donde Martínez debía hablar en nombre de los trabajadores, Miguel Machado, quien luego sería presidente de Progreso, le dijo: “‘Vení, Daniel, te voy a presentar a un amigo, es un tipo bárbaro, quiero que lo conozcas’ y ahí, medio aturdido como estaba, le estreché la mano a Tabaré Vázquez”.

Tras varios años de “militancia intermitente” desde 1992, Martínez indicó como responsable de su vuelta al ruedo político a Vázquez. “Terminé pudriéndome y me fui (de Ancap) a la actividad privada. Así estuve, con una militancia intermitente, hasta que Tabaré me convocó para integrar el primer gobierno de izquierda del Uruguay”.

Una postura ante la vida

La política, su actitud y desencanto

“Me agobian, me pudren y me hacen sentir que estamos dedicando nuestras fuerzas a destruir y no a construir”, llegó a escribir en su cuenta de Facebook días después de que Ana Olivera fuera presentada como candidata a la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) en 2009. Martínez figuraba como claro favorito. Pero no fue la primera vez que Martínez mostró cierto desencanto político.

Según retrata Ladra, en 1991, cuando dejó de estar al frente de la la Federación Ancap y del Pit-Cnt, -de la que era presidente e integrante del Secretariado Ejecutivo, respectivamente-, sintió un revés político motivado por situaciones a la interna del movimiento sindical.

“Las lucha por el poder por el poder mismo, gente que se mataba por los viajes (...), en fin, eso me afectó (...), yo venía de una militancia clandestina, donde te jugabas, donde había un romanticismo increíble, con cuestiones que eran casi mágicas (...) y de golpe veía mezquindades”. “Una vez presencié una pelea por un viaje entre dos compañeros en pleno Secretariado y sentí que se me caía el mundo, que todo se me venía abajo”, dijo.

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