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Daniel Martínez: avanzar a pesar del fuego amigo

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Daniel Martínez. Foto: Leonardo Mainé

FRENTE AMPLIO

Se fue decepcionado y regresó por un llamado de Vázquez; Mujica lo sacó del camino, se levantó y volvió al ruedo.

Nacimos para ser una fuerza política con humanidad, con alma. Porque cada cosa que hacemos tiene un norte, el de poner a la gente en el centro de nuestros desvelos”, dijo con voz calma y sonrisa complaciente Daniel Martínez en su último acto de campaña. Fue el miércoles pasado en un pequeño club sobre la avenida Giannattasio, al lado del Costa Urbana Shopping, ante un auditorio de no más de 50 frenteamplistas de todas las edades que lo miraban como se observa a una esperanza. Antes, con la voz ya casi afónica, Martínez cantó el jingle de su campaña, aquel que dice “vamos de nuevo país, país de los sueños justos”, y los asistentes lo acompañaron con desafinados coros y desparejas palmas.

Esta campaña fue un capítulo más de una historia marcada por la militancia frenteamplista, algo que empezó a suceder cuando apenas tenía 15 años, y que ocasionó -según cuenta Antonio Ladra en el libro Daniel Martínez. La historia del ingeniero- el llanto de su madre por tres días consecutivos. “Daniel, vas a ir al infierno”, le alertaba mientras rezaba.
Su primera participación en política fue en 1972, en un comité de base del Partido por la Victoria del Pueblo. “Cuando entré pensé que había pelea, porque estaban discutiendo con mucha pasión; pero en un momento uno dijo ‘bueno, muchachos, déjense de joder, vamos a laburar’. Y todo el mundo se puso a preparar el engrudo para hacer una pegatina”, contó Martínez en el acto, en una práctica que ha sido una constante de su campaña: la de mechar datos biográficos en cada entrevista o discurso.

Poco tiempo después empezó la dictadura, pero él no claudicó y en la misma oscuridad de 1973, con apenas 16 años, se afilió al Partido Socialista.

Los primeros pasos los dio en la Juventud Socialista; allí sus misiones eran hacer pintadas contra la dictadura y atraer nuevos militantes, algo que había que hacer con sumo cuidado ante el posible arribo de algún infiltrado. Martínez, además, cursaba en el Colegio Seminario preparatorios para entrar a la Facultad de Ingeniería, e incursionaba en el mundo laboral, lavando persianas o acomodando y vendiendo entradas en un cine. Por ese tiempo también conoció a Laura Motta, la exconsejera de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), la compañera de toda su vida, con la que se casó a los 19 años, tuvo tres hijas y siete nietos.

Antes de sus convicciones frenteamplistas lo habían ocupado otras. Desde los ocho años Martínez supo que quería ser ingeniero. “Recién me puse a hablar con un veterano tornero -dijo ante los asistentes del acto- y le dije que uno de mis sueños, cuando tenga un poco de tranquilidad, es tener un torno para terminar mi vida torneando, porque siempre me gustaron los fierros y siempre me gustó crear. Ya tengo una máquina de soldar, con la que he hecho rejas. Estas son las cosas que yo quería hacer desde niño, porque uno no nace para ser precandidato a presidente, son cosas que van pasando”.

Daniel Martínez. Foto: Fernando Ponzetto
Daniel Martínez. Foto: Fernando Ponzetto

Nadie podrá achacarle a Martínez que no hizo la carrera de postas que exigen las buenas prácticas en política. En sus años de Facultad de Ingeniería fue parte de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). A los 24 años se recibió de ingeniero y a través de Bienestar Universitario consiguió una prueba para pujar por un puesto en Ancap. Terminó entre los tres primeros y obtuvo un empleo en la planta de La Teja, donde trabajó por 20 años, de 1979 a 1992.

Una de las primeras cosas que hizo en Ancap fue armar un sindicato, el que lideró en la clandestinidad y con el que, ya en democracia, se convirtió en parte del secretariado del Pit-Cnt. Allí fue donde entabló un importante lazo con José “Pepe” D’Elía, una de las figuras políticas que más admira y cita. “Teníamos una relación de padre e hijo”, dijo esta semana en un evento que se celebró en la Casa del Pueblo.

Cuando Martínez dejó Ancap ya tenía 35 años de vida y 20 de militancia. Esa salida también implicó un impasse en su actuación política. Estaba cansado del “serrucho de pata” que veía en el Frente Amplio y el Pit-Cnt, según contó una vez a El País. Así fue que decidió irse a trabajar al ámbito privado hasta 2005, cuando la izquierda ganó por primera vez el gobierno y Tabaré Vázquez lo llamó para proponerle que integrara el directorio de Ancap.

Militancia renovada.

Martínez aceptó la oferta del mandatario. Se fue de su oficina y a los 20 minutos, cuenta Ladra en su libro, Vázquez lo llamó por teléfono para decirle que en realidad no iba a ser director, sino presidente. Es que la presidencia se la había ofrecido a Enrique Rubio, pero no había aceptado. Ostentó ese cargo hasta 2008, cuando se convirtió en ministro de Industria.
En 2009 Martínez fue uno de los precandidatos del Frente Amplio, junto con José Mujica y Danilo Astori, pero se bajó antes de competir. En 2010 los nombres de Martínez y el entonces diputado Carlos Varela fueron los que más se hicieron oír para la Intendencia de Montevideo, pero una movida de último momento de Mujica hizo que el MPP diera su apoyo a Ana Olivera, entonces flamante ministra de Desarrollo Social. Esto llevó a Martínez y Varela a bajar sus candidaturas. El Partido Comunista había apoyado a Mujica a la Presidencia, y ahora el MPP devolvía el favor dándole un enorme empujón a una candidata impensada.

En 2010, después de este golpe -que otra vez lo hizo pensar en dejar la política-, Martínez entró en la masonería. Hoy es maestro masón. Cada vez que le preguntan por esto, él sostiene que cuando ingresó aclaró a sus superiores que no lo hacía para conseguir favores políticos y que tampoco estaba para hacérselos a otros.

Martínez fue senador durante el gobierno de Mujica, cargo que renovó en las elecciones de 2014. Sin embargo, en este segundo período lo ejerció por poco tiempo puesto que en 2015, ganándole a la hoy vicepresidenta Lucía Topolansky, se convirtió finalmente en intendente de Montevideo.

Quienes lo conocen advierten que es un líder nato. Si le preguntan a él cuál es una de sus principales virtudes sostiene que sabe armar equipos de trabajo, y dice que de ganar no acatará cuotas políticas, sino que está decidido a poner al mejor en cada puesto.

Sabe y confía de su poder de liderazgo, tanto así que ha sido su propio jefe de campaña. Acordó con los otros precandidatos del Frente no pegarse en la carrera hacia las internas, algo que le favorece principalmente a él, que va primero. Su discurso estuvo sí exento de grandes propuestas, y se concentró más que nada en apuntar a la oposición y en comunicar “los riesgos” de volver al pasado. “Qué difícil olvidarlo, la mayor parte se debe acordar del año 2002, de las ollas populares, más del 50% de pobreza, casi un 60% de niños bajo la línea de pobreza”, dijo en su acto final. El tiempo dirá si esta estrategia alcanza para que el Frente gane su cuarto gobierno.

Militancia e ingeniería

Nombre: Daniel Martínez. 

Edad: 62 años.

Profesión: Ingeniero industrial mecánico.

Aunque trabajó en Ancap hasta 1992 y desde 2005 ocupa diferentes cargos de gobierno, Martínez estuvo 13 años de su vida trabajando en el ámbito privado. Fue gerente de producción de dos empresas, Erwa S.A. y Buanlir S.A. En su currículum Martínez también destaca haber participado como profesional independiente en un “importante número de proyectos y direcciones de obra de estructuras metálicas, aire acondicionado, autoclaves de desechos hospitalarios, automatización de maquinaria y procesos, montaje de calderas industriales”.

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