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El caso Alfie

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LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

La presencia de Alfie en Washington para ofrecer su testimonio experto ante el tribunal que resolverá la suerte de la demanda de Aratirí dominó, por algunos días, el debate político.

Los hechos. En abril de 2019 un estudio jurídico ofreció al economista Isaac Alfie contratarle en su condición de experto para que realizara un informe técnico acerca de la historia y el funcionamiento de los regímenes de promoción de inversiones en Uruguay desde el año 1974.

Alfie aceptó el ofrecimiento y realizó un informe, por el que cobró un honorario. En ese momento era un profesional independiente que vivía de su trabajo (y no del Estado y la política, como muchos de los que han opinado en este caso). Le contrataron como experto. Y en el tema de referencia, lo era y lo es. ¿Por qué debía haber rechazado la tarea?

El informe de Alfie fue presentado por la minera Aratirí en la demanda por 3.500 millones de dólares que la empresa india inició contra el Estado uruguayo. ¿Es una pieza fundamental en la demanda? No. ¿Da la razón a la minera y recomienda condenar al Estado uruguayo? Tampoco. ¿Alguien sostiene que Alfie mintió en su informe o torció la realidad para beneficiar a Aratirí en su causa contra el Estado uruguayo? Nadie. Ni Javier Miranda, que ya es decir.

Sin embargo, la presencia de Alfie en Washington para ofrecer su testimonio experto ante el tribunal que resolverá la suerte de la demanda de Aratirí dominó, por algunos días, el debate político.

De nuevo, los hechos. ¿Es verdad que Alfie estaba en Washington? Sí. ¿Estaba desde hacía diez días, con todo pago por Aratirí como sostuvo en Twitter un reconocido periodista? No. ¿Estaba allí para “declarar contra el Estado uruguayo”, como anunció el mismo periodista y un par de medios afines al gobierno? No. ¿Pero para qué lo citaba entonces Aratirí, sino para declarar en su favor? El pequeño detalle es que quien lo citó para ir a Washington fue el propio Estado uruguayo. O sea, el gobierno. El mismo gobierno que, a través de comunicadores de su confianza, filtró la información de que Alfie se aprestaba a declarar “contra el Estado uruguayo”.

Todo oscuro. Todo turbio. Hubo un periodista que llegó a publicar un tweet, que luego borró, en el que dijo saber cuánto había cobrado Alfie por aquel reporte y anunció que al día siguiente divulgaría esa información, cosa que no hizo. ¿Quién le había dado esa información? ¿Quién sabe cuánto factura una persona? ¿Dónde está esa información? ¿Es válido usar información así para generar una operación dirigida a desacreditar a una persona o al gobierno del que formará parte?

¿Otra vez el mismo proceder aplicado a aquel colono díscolo que una vez se atrevió a contradecir al presidente Tabaré Vázquez y al que se escrachó en la mismísima web de la Presidencia de la República?

¿Quién pergeñó esta maniobra con pinta de “carpetazo argentino” y puso en marcha esta operación política?

¿Con qué finalidad? ¿Cuál era el objetivo? ¿Alfie? ¿El gobierno electo?

¿Es que acaso vale todo?

¿Por qué hay gente tan nerviosa como para hacer algo como esto?

¿Qué es lo que los tiene tan inquietos?

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