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¿Y la verdad?

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Suele sucedernos. Los uruguayos acostumbramos hablar durante semanas o incluso meses, de manera monotemática, de cuestiones en las que parece irnos la vida.

Luego, la atención se va disipando, el griterío comienza a apagarse y las voces se transforman en ecos, hasta que llega un momento en que, por alguna extraña razón, aquello que teníamos que seguir en tiempo real ya no nos interesa más y dejamos de prestarle atención, sin que nos importe demasiado saber qué fue lo que finalmente pasó.

Algo así pasó con lo que dio en llamarse el AUFGate. ¿Se acuerda? A mediados de julio del año pasado, en pleno Mundial de Rusia, el entonces presidente de la AUF, Wilmar Valdez, lanzaba su candidatura a la reelección. Tenía el apoyo de los jugadores de la selección, del excapitán Diego Lugano, de la Conmebol y de la FIFA, con cuyas máximas autoridades se fotografiaba en palcos y agasajos.

Pero a finales de mes Valdez renunció a ser candidato. Dijo que lo hacía por razones personales. Luego se supo que, en realidad, un empresario o lobista, hasta entonces desconocido, le había grabado varias veces y que el contenido de esas cintas lo comprometía al punto de empujarlo a bajarse de la candidatura.

Un papelón. Días después, el mismo Valdez dijo que había sido extorsionado con esas grabaciones para que se bajara. Y mencionó al periodista Julio Ríos, a uno de sus rivales en la puja por la AUF, el dirigente Arturo Del Campo, y al presidente de Liverpool, José Luis Palma, como líderes de una operación que había logrado tumbarle.

¿Resultado? Todos a la Justicia. Por aquellos días se dijo de todo. Que las grabaciones comprometían fuertemente a Valdez por sus dichos sobre la licitación para la compra de las cámaras de reconocimiento facial. Que Valdez había prometido dinero a una empresa coreana que se encargaría de una probable remodelación del Estadio Centenario. Que Del Campo había operado con Palma para bajar a Valdez. Que Tenfield estaba detrás de todo. Que Ríos había sido una pieza clave para extorsionar a Valdez y unas cuantas cosas más.

Pero de pronto la FIFA intervino el fútbol uruguayo. Y de pronto todos nos olvidamos del AUFGate, de las grabaciones, de los presuntos pedidos de coimas, de las probables extorsiones, de Alcántara y de todo lo demás, y empezamos a hablar de estatutos, de Comisión Normalizadora, de "Grupos de Interés", de la renovación del contrato de Tabárez y si podríamos jugar la Copa América 2019.

¿Y el caso que tanto nos preocupaba? ¿Y el escándalo que paralizó al país? Todo quedó en nada. La fiscal del caso pidió a finales del mes pasado, mientras hacíamos las compras de Navidad y encargábamos el lechón en la panadería, el archivo de la causa. Para la fiscal, aunque hubo conductas moralmente reprobables y todos los involucrados mintieron, grabar a alguien sin su autorización y divulgar esos audios no es delito, y tampoco fue posible probar que haya existido una extorsión para obligar a Valdez a bajarse de su candidatura.

En síntesis, aquí no ha pasado nada. ¿O sí? ¿Llegaremos algún día los ciudadanos de a pie a saber qué fue lo que pasó realmente?

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Pepepreguntón

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