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Vecinos denuncian ola de robos en El Caracol

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A la buena de dios: la zona de El Caracol no cuenta con luz, ni seguridad, ni vigilancia. Foto: El País.

Tiempos violentos

Piden luces y patrullaje; crean fondo para instalar cámaras.

Desde hace más de dos semanas, vecinos del balneario El Caracol, ubicado en Rocha al otro lado del puente sobre la Laguna Garzón, vienen sufriendo una ola de robos. Por lo menos seis casas han sido hurtadas, en algunos casos en más de una ocasión. "Hasta hacía un tiempo eran todos los casos similares: los delincuentes entraban y robaban principalmente garrafas de supergás pero hace dos semanas entraron a mi propiedad, que es un container y estaba completamente abulonado, cerrado herméticamente, y me sacaron además de la garrafa, los calefones y una motobomba", contó a El País Ignacio Cerisola. Ingresaron también a una casa rodante que había en el mismo terreno y a la casa del vecino. La "desvalijaron completamente", dijo. "Ya lo habían robado una semana antes, pero no le habían llevado mucho. En este caso, en cambio, se le llevaron todo, hasta las frazadas y la ropa que tenía ahí", relató.

Los ladrones también entraron en la casa de otro vecino y le robaron el televisor.

Casas vacías.

"Y así estamos desde hace semanas. Muchos no realizan la denuncia porque son robos menores, pero en estos últimos casos, tanto el vecino como yo las hemos hecho para que quede constancia de lo que está sucediendo", dijo Cerisola, director de una empresa de servicios financieros.

Prácticamente todos los robos se dieron en viviendas vacías, aunque se trata de una zona donde residen pescadores artesanales todo el año. En el lugar donde tiene su casa Cerisola, hay unas 20 viviendas, a las que se le suman otras decenas de los pescadores. "Los que residen allí siempre están con la paranoia de que no quieren salir de sus casas por miedo a que les roben", dijo Cerisola.

El destacamento policial más cercano está ubicado en el kilómetro 190 de Ruta 9, a unos 40 kilómetros de El Caracol y cuentan con un móvil. "Si bien estamos a 13 kilómetros de la comisaría de José Ignacio, al estar en otro departamento la jurisdicción le corresponde a Rocha", aclaró. Una patrulla suele pasar una vez por semana.

Transformación.

Según explicó Cerisola, con la construcción del puente sobre la Laguna Garzon, la zona se transformó. "Ahora pueden acceder muchos autos las 24 horas del día. Antes, con la balsa, debías mostrar la matrícula y había gente que controlaba la entrada y la salida". Según cree, los responsables de los hurtos no son "simples rateritos" sino que vienen en autos o camionetas, como se deduce del volumen de lo hurtado. "Lo que se llevaron de mi casa y de la del vecino requiere un auto muy cargado", sostuvo.

"En el caso de mi container, para abrirlo debieron traer una amoladora en un lugar donde ni siquiera hay luz. Por lo que debieron traer un generador eléctrico portátil para poder conectarla y cortar la chapa", consideró.

"Te da impotencia: hacía una semana que nos habíamos repuesto del robo anterior y habíamos arreglado nuestras casas y en siete días nos robaron de nuevo", se quejó.

Acciones.

Los vecinos del balneario se han unido para crear una comisión y plantear sus reclamos y propuestas.

"Hemos creado un grupo de WhatsApp en la que hay cerca de 70 personas. Queremos reunirnos con la Intendencia de Rocha por el tema de la caminería, de la seguridad y la colocación de luz en el área, ya que no tenemos nada y está todo a oscuras. Reclamaremos también que haya un puesto policial permanente en la zona o por lo menos un patrullaje más intensivo", dijo.

Entre las propuestas particulares para la zona, los vecinos están juntando dinero para colocar un sistema de cámaras de videovigilancia.

Controlar el acceso a un área protegida

Ignacio Cerisola reclama que exista un control de acceso a El Caracol, por tratarse de un área protegida como lo es, por ejemplo, Cabo Polonio.

Desde que la zona fue incluida en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), la normativa estableció que en aquellos terrenos de menos de 2.000 metros cuadrados no se puede construir. Eso, según Cerisola, hizo que varias personas quedaran "colgadas". "Muchos que tenían su terreno de 500 o 1.000 metros no pueden hacer nada, ni una carpa. Ese es otro de los temas que queremos discutir: qué podemos hacer y qué no, pero sin cercenar nuestro derecho a la propiedad privada", dijo. El próximo sábado mantendrán una reunión con el SNAP.

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