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Nuevo París: usaron ametralladora en una venganza y joven madre quedó parapléjica

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Las balaceras en barrios periféricos son cotidianas. Foto: Archivo El País

DELINCUENTE IRÁ A PRISIÓN 10 AÑOS

La jueza María Noel Odriozola condenó a un hombre por cometer tres delitos de homicidio en grado de tentativa y uno de violencia privada tras participar en una balacera ocurrida en 2019.

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Que a uno lo tilden de “alcahuete” en un barrio es peligroso. Pero la muerte de un hijo en forma violenta indefectiblemente termina en una denuncia en la Policía. Eso fue lo que hizo Marcos D. (nombre ficticio) en 2018.

El homicida del pequeño niño, un vecino de Marcos D., se presentó días más tarde en una sede policial y terminó en prisión por el crimen.

Marcos D. intuyó que la familia del homicida iba a tomar represalias en su contra y se mudó de Nuevo París.

El 7 de abril de 2019, regresó a Nuevo París con la intención de poner en alquiler su casa. Una hermana del asesino de su hijo pasó por allí y le gritó “alcahuete”. Fuera de sí, Marcos D. insultó a la mujer.

Poco después anduvo por el lugar uno de los hermanos del asesino de su hijo en un auto Chevrolet y le gritó a Marcos: “Te voy a matar, alcahuete”.

Marcos D. salió presuroso de su casa. Se subió a su auto Cherry modelo QQ y se desplazó hacia la sede de la Zona IV (Cerro) a denunciar la amenaza de muerte.

Luego se dirigió a la casa de Julio T. (nombre ficticio), un amigo de toda la vida. Lo encontró reparando la rueda de un Hyundai Elantra en la calle. Poco después, Marcos y Julio observaron que por el lugar había pasado un individuo en una moto. Lo reconocieron enseguida. Era “el Negro”, alguien cercano a la familia del homicida del niño.

Marcos D. cruzó la calle para hablar por teléfono. En el lugar se encontraban el hijo de Julio T., de seis años, otro hombre conocido como “Tito” y una joven con su bebé en brazos.

Un auto rojo proveniente de la avenida Luis Batlle Berres dobló por la calle Turubí a toda velocidad. De la ventana del acompañante del vehículo se dispararon más de 20 tiros provenientes de dos armas. Una era una pistola Glock modificada para disparar ráfagas como una ametralladora. La otra era un revólver 32.

La muchacha, que tenía el hijo en brazos, recibió un disparo en el hemitórax que le provocó daños en los pulmones y fractura de una vértebra y de la médula espinal. Estuvo dos meses en coma en un CTI.

“No podrá caminar”, dice el fallo de la jueza María José Odriozola fechado el 30 de noviembre pasado.

“Tito” recibió 11 tiros que le causaron heridas en las manos, en las piernas y en la zona lumbar. En tanto, Julio T. sufrió dos balazos en la zona torácica que le causaron peligro de vida.

Marcos D. sabía que un episodio violento en su contra iba a suceder tarde o temprano. Meses después de la balacera, terminaría en prisión por comercializar drogas en Libertad, San José.

Información de testigos.

Al inicio de la investigación, el fiscal de Homicidios Juan Gómez apuntó a ubicar a los tres ocupantes del auto rojo que provocaron la balacera. A través de testigos, Gómez logró identificar al chofer del vehículo, hermano del matador del hijo de Marcos D, y a los dos acompañantes que realizaron las disparos contra las víctimas, cuyas alias son “Marquitos y “Totito”.

En su acusación, Gómez dijo que varios testigos no declararon porque fueron intimidados.

El fiscal Juan Gómez cree que la investigación de un crimen debe ser presencial. Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto

Los abogados del imputado, Martín Frustacci y Jorge Facciollo, rechazaron la acusación señalando que su defendido, en el momento de la balacera, se encontraba con su madre en un restaurante.

Frustacci dijo en el juicio: “Toda la investigación se dirigió en forma direccional hacia mi defendido. Y versó solamente en atribuirle responsabilidad, ya que nunca se encontró a los famosos ‘Marquitos’ y ‘Totito’”. Y agregó: “Se rechaza la imputación de violencia privada (amenazas) a mi cliente porque se basa solo en la declaración de Marcos D., quien reviste considerables antecedentes penales y gran enemistad con mi defendido”.

La jueza Odriozola sostuvo que las declaraciones de los testigos unidas a las pericias “llevan a descartar” la coartada de la defensa. Y, por ello, condenó al chofer del auto a cumplir una pena de 10 años de prisión.

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