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Inocente pasó del paraíso esteño a un infierno carcelario mexicano

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“Infierno”:  Gustavo Bravo busca retomar su vida tras ser imputado por un delito que no cometió.

Crónica policial

Artista televisivo y empresario fue exculpado por la Justicia Penal.

Tras ser una figura de televisión instaló un negocio en Punta del Este y desde allí fue a una cárcel mexicana. Siendo inocente, sufrió todo tipo de vejaciones y humillaciones en el tenebroso penal "El Infierno". Mafiosos mexicanos usurparon su nombre para realizar cuantiosas estafas.

La Justicia mexicana lo declaró inocente. Quedó en la ruina y con secuelas físicas de por vida. Ahora solo quiere limpiar su nombre y vivir su vida.

Gustavo Bravo llegó a Punta del Este a comienzos de 2008. Detrás suyo había dejado una promisoria carrera de actor en Argentina y en México. En tierras mexicanas fue la cara visible de conocidas marcas. También estuvo en Televisa como actor, modelo y conductor.

Cambió todo por cumplir uno de sus sueños, abrir un restaurante en el Este del Uruguay. En 2012 abrió el restaurante "Sorry Jacinta" en el barrio Los Ángeles de Punta del Este. "Era el mejor del balneario, el que quiera que mire los comentarios en los portales como Tripadvisor", sostuvo.

El martes 17 de marzo de 2015 su vida dio un giro inesperado. "Ese día mi vida cambió para siempre. Conocí el infierno. Nada volvió a ser igual ni parecido. Me modificó el rumbo, el sentido y la concepción de lo que creía y entendía como realidad o ficción", relató.

Bravo explicó que en la mañana de ese día recibió un llamado de una persona que se identificó como policía. "Fui detenido sin mayores detalles ni explicaciones por agentes de Interpol, con un pedido de captura internacional emitido por México, país en el cual viví por casi diez años, trabajando como actor y modelo publicitario", dijo Bravo.

La detención de Bravo fue consignada semanas después por El País cuando ya se encontraba detenido a la espera de ser extraditado a México.

"A partir de ese momento y en un estado de absoluta incertidumbre, ajeno a un mundo desconocido y surrealista hasta entonces por mí, comenzó la peor de las pesadillas que un ser humano puede experimentar", indicó el empresario.

"Luego de casi tres meses de estar privado de la libertad en la Cárcel Central de Montevideo, en una carrera contra el tiempo, mi familia y amigos buscaban los recursos, hasta por debajo de la tierra, para afrontar los onerosos gastos, para comprobar mi inocencia y salvar mi vida. Se movilizaban tanto en Uruguay, Argentina y México, averiguando los motivos o la causa de mi detención y pedido de extradición", dijo.

"Ya al borde de enloquecer y con la plena convicción de mi inocencia y ajeno a cualquier situación que pudiera involucrarme o responsabilizarme de los cargos que se me atribuían, solicito el pedido de extradición, decidido a hacerle frente a la pesadilla y ponerle fin a este calvario", recuerda.

"Sin saber de qué se me culpaba, ya estaba condenado por los medios de comunicación que se hicieron eco de los rumores, la falsa información y las mentiras que comenzaron a circular por las redes, recibiendo todo tipo de calificativos negativos, titulares como por ejemplo: Gustavo Bravo empresario argentino estafador etc", señala.

"Lejos de ser empresario, trabajo desde los 9 años y no he tenido antecedentes ni policiales ni judiciales porque, jamás robé nada a nadie".

El infierno.

"Llegó el día y fui extraditado, ingresé al Reclusorio Norte en la ciudad de México, lugar que es apodado —no casualmente— El Infierno, el peor y más hostil de los mundos que jamás hubiera imaginado estar", continúa Bravo.

"Fueron los 18 días más largos, aberrantes, desgarradores, humillantes, vejatorios, extorsivos y nefastos que me llevaron al punto de dejar de sentirme persona. Finalmente, la pesadilla parecía llegar a su fin. Me otorgaban la libertad. Endeudado de por vida y con secuelas físicas y psicológicas irreversibles que han de acompañarme por siempre, ahora mis prioridades son la familia, los afectos y sanar un cuerpo y alma que quedaron completamente destruidos, arrebatados y marcados por el dolor de la injusticia de la justicia del hombre, de algunos hombres", afirma.

"Hoy, Sorry Jacinta está guardado en un pasado lleno de momentos y recuerdos inolvidables, que en un futuro despertarán y volverán a brillar, con la misma alegría y carcajadas despampanantes, que supimos compartir y disfrutar, juntos", señala.

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