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Adriana Peña: "Bonomi no se anima a venir a Minas sin custodia"

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“Esos 17 ediles me están votando todo en contra desde el 1° de julio de 2015”. Foto: D. Borrelli

ENTREVISTA

La gente le dice que tiene miedo y que alguien tiene que hacer algo. 

La intendente de Lavalleja está desesperada. En Minas dos familias dirimen sus diferencias a sangre y fuego. La jefa comunal entiende que la Policía y la Justicia hacen lo que pueden pero no alcanza. Por ello propuso una medida que sacudió el tablero político: que el Ejército salga a patrullar las calles.

La gente le dice que tiene miedo y que alguien tiene que hacer algo. La Intendencia hizo una piscina en un complejo deportivo municipal instalado en el barrio más violento. Peña creyó que la iban a vandalizar al otro día. Sin embargo, el “matón” del barrio dijo que eso era bueno y no pasó nada, según contó con dolor la jefa comunal.

—La guerra entre dos familias de Minas tiene varios años. Parece haberse retomado tras el ataque sufrido por un hombre al que se señala como jefe de un clan. ¿Cómo vive la ciudad esta situación?

—En realidad esto comenzó cuando uno de ellos mató a otro de una de las familias. Estuvo dos años preso y cuando salió, en venganza, lo mataron a él y a un hermano.

—En los últimos cinco homicidios no hubo procesados. ¿Cómo observa esa situación?

—Se están limpiando entre ellos. Van en una moto, matan y nadie vio nada. La Policía actúa, anda mucho, pero no hay forma. Cuando buscan a alguien se escapa. El problema es que ellos (los jefes de las bandas) son los dueños de los barrios, tienen cámaras de seguridad. Antes que llegue la Policía saben si van a entrar al barrio o no.

—¿Dónde instalaron las cámaras de vigilancia?

—Pusieron columnas y en las casas de los vecinos. Nadie se mete con ellos.

—¿Por qué la gente no habla?

—La gente tiene miedo. Nadie ve nada, ellos matan y se van. Cuando hay disparos todo el mundo se tira al piso. Ven pasar las motos y nada más.

—¿A usted le han llegado testimonios sobre amenazas concretas a los vecinos?

—Claro; por ejemplo hay un policía que se tuvo que ir a vivir a Maldonado porque le tirotearon la casa.

—¿Esta situación de violencia ha provocado un cambio en la sociedad minuana?

—La buena gente, que somos el 99,99% tenemos mucho temor y el 0,01% restante hace lo que quiere, lamentablemente. Yo me niego a seguir viviendo en esta locura.

—¿Qué le dice el vecino común que llega a su despacho?

—"Tenemos miedo, estamos cansados, esto se tiene que terminar. Alguien tiene que hacer algo". No puede ser que en un pueblo de 37.000 habitantes vivamos como en la selva de Colombia o el norte de México. En Colombia lograron parar este fenómeno, tendrían que ir a aprender cómo fue que lo hicieron.

—¿Qué se puede hacer desde la Intendencia?

—Invertimos en cámaras y estamos haciendo el recambio en las luminarias. Apoyamos a la Junta Departamental de Drogas, le damos apoyo a Beracca, que son los únicos que hacen algo. ¿Qué más podemos hacer? La seguridad no nos toca a nosotros. Más de lo que hacemos, no se puede.

—¿La inseguridad está afectando el turismo?

—Afecta a toda la economía del departamento. Complica la vida al comercio, los restaurantes y las industrias. La gente en la noche no sale al almacén o a la estación de servicio. Acá el turismo puede salir a lugares alejados de la ciudad como Villa Serrana o el Penitente, lugares que están vigilados con cámaras de seguridad y guardias privados. Todas las zonas turísticas están custodiadas, el tema es en la ciudad de Minas. La familias trabajadoras son las más afectadas por todo esto.

—Gran parte de esta guerra se da en el barrio La Filarmónica donde hay un enorme complejo desde la década de 1990. ¿Cómo es la vida en ese lugar?

—El complejo más o menos está controlado. Tenemos serenos. Hicimos una piscina, pensé que la iban a destripar y no pasó nada porque el matón del barrio dijo que eso era beneficioso y había que cuidarlo. Estamos todos locos.

—¿Cree que hay un escenario de corrupción policial?

—Yo qué sé, eso se dijo toda la vida. Cuando este jefe de Policía (Eduardo Martínez) llegó hizo un operativo enorme, ellos ya sabían que venía la Policía. Encontraron únicamente plata, no había drogas. Tuvieron que devolverles todo y salieron con un megáfono frente a Jefatura y le gritaban al jefe que les devolviera la plata.

—¿Usted cree que la Policía ya hizo todo lo que pudo?

—Sí, ellos atrapan, llevan ante la Justicia, se aplican todos los instrumentos que se puede.

—¿Todo esto es por una guerra de drogas?

—Sí, agarran a gurises jóvenes, los hacen drogadictos y después, cuando ya no tienen con qué comprar la dosis de droga los hacen vender para ellos, esos son los "perros". ¿Sabe qué es lo peor? Por lo bajo, todos pensamos que ojalá se terminen de matar entre ellos y así vivimos en paz.

—Ese sentimiento no implica una solución al drama.

—Claro, entra uno y sale otro y es el cuento de nunca acabar.

—Entonces, para usted el problema no es la Policía.

—No, ellos están arriesgando sus vidas. Podrá haber policías comprados, pero cada vez que van a hacer un operativo se juegan todo. No están tratando con niños de pecho, son gente que tiene armas pesadas.

—¿Desde su punto de vista la única salida es con la presencia de militares patrullando?

—La presencia militar es para que cuando las personas circulen por la calle se sientan protegidas. Hay que ver al que está protegiendo, la Policía no puede estar en todas partes.

—Desde el punto de vista legal es muy difícil que las Fuerzas Armadas salgan a patrullar las calles como la Policía.

—¿Por qué? Si acaban de aprobar una ley que permite patrullar en la zona de frontera.

—Minas está lejos de las zonas de frontera.

—Es cuestión de que los militares puedan patrullar, nada más, dentro del país, donde el Ministerio del Interior así lo requiera.

—De todos modos, siempre se precisa de una ley.

—Yo creo que no. Si ellos dicen que sí, que lo hagan. ¿Dónde está la voluntad? Hace unos días estuve en un programa de Canal 10. La vicepresidente, Lucía Topolansky, estaba en el estudio. Fue con cuatro guardaespaldas. El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, se fue con cinco guardaespaldas a la interpelación. ¿Quién lo va a atacar dentro del Parlamento? Bueno, que vengan a Minas sin guardaespaldas a ver qué se siente. Que se pongan una careta y salgan a la calle a ver si se animan. Le aseguro que no se animan.

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