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Pobre Vázquez

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El presidente Tabaré Vázquez ha decidido hace algún tiempo salir al mundo a buscar las inversiones que el Uruguay necesita para retomar la senda del crecimiento.

Allí donde va, nuestro presidente se encarga de estrechar manos de empresarios a los que vende al país como un lugar seguro para invertir. Un refugio de certezas jurídicas y paz en medio de un mundo convulsionado. Una tierra de oportunidades para hacer buenos negocios.

En todos los casos el mensaje es bien recibido. Las presentaciones del presidente y sus ministros, siempre bien sazonadas con palabras que endulzan oídos y prometen inmejorables oportunidades de progreso, son por lo general calurosamente aplaudidas.

¿Nos hemos preguntado por qué tantos elogios al Uruguay no se transforman luego en inversiones concretas? ¿Por qué después de cada misión hay tantos anuncios prometedores que luego no se reflejan en proyectos tangibles?

¿Qué será? ¿Qué estará fallando? ¿Será que los potenciales inversores se han enterado que en el Uruguay del inmejorable clima de inversión y las seguridades jurídicas la ocupación de una empresa es legal, por cuanto se la considera una simple extensión del derecho de huelga?

¿Será que alguien les ha advertido que en ese Uruguay de la concordia la central sindical tiene más fuerza que el gobierno? ¿Que el gobierno fija unas pautas para la negociación salarial y las cambia luego porque la cúpula gremial le tuerce el brazo? ¿Que los sindicatos pueden hacer paros y hasta piquetes mientras hay una negociación tripartita en curso? ¿Que los convenios laborales no aseguran de ningún modo la paz sindical durante su período de vigencia?

¿Será que alguien ha tenido el mal gusto de explicarles que una vez que inviertan ya será demasiado tarde? ¿Que el gobierno de izquierda no podrá con una dirigencia sindical que quiere estatizar el Pórtland, las estaciones de servicio, los fondos previsionales, la distribución del supergás, un frigorífico y todo lo que le pongan a la mano, y que cree que todo lo privado es malo y que el lucro no debería existir?

Nunca falta alguien que le avisa a algún incauto que en el Uruguay la cultura del trabajo se perdió y nunca más la encontramos. Que encontrar recursos humanos calificados es cada día más difícil. Que la educación ha colapsado. Y que en materia de seguridad estamos cada vez peor, pero con un ministro que sostiene que estamos cada vez mejor, aunque no nos demos cuenta.

Tampoco hay que descartar que alguien les haya informado de cómo manejamos en Uruguay las empresas públicas. Y de quiénes terminan pagando luego, con sus impuestos, los despropósitos de gobernantes que gastan lo que no tienen, y que lo gastan mal.

Quizá sepan que un día presentamos la planta regasificadora como el paraíso y hoy, pocos años después, nos damos cuenta que no necesitamos esa planta y que mandamos a construir el barco más grande del mundo para algo que en realidad no terminaríamos de construir.

Pobre Vázquez. Vender el Uruguay como destino para las inversiones en el mundo debe ser un trabajo insalubre. Al menos vio al Papa. Que es algo. ¿O no?

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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