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Piden "justicia" por jóvenes que murieron en el incendio

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La última foto de los trabajadores fallecidos. Foto: M. Bonjour

Familiares dicen que barrían pólvora con escobas; Bomberos señala peligro.

Mauri, cerrá la puerta que hace frío!", gritaron Damián, Edison y Johon, quienes se encontraban dentro del depósito de fuegos artificiales que se incendió el martes a las 15:00 horas. Junto a ellos, también estaba Víctor, que se escribía por Whatsapp con su hermano que vive en Argentina.

Mauricio abrió la puerta corrediza de metal, color gris, y se fue, no la cerró. "Hace rato que tengo ganas de ir al baño, vuelvo y terminamos con las cajas que nos quedan", le dijo el joven de 19 años a sus compañeros.

Adentro del depósito, los trabajadores, todos veinteañeros, arreglaban cajas de explosivos que estaban siendo preparadas de cara a la zafra, por las fiestas de fin de año.

Algunos estaban barriendo pólvora con escobas. "Eso se hacía siempre así, el dueño de este local sabe bien que eso está mal, ¿¡cómo van a barrer pólvora con escobas!?, salta una chispa de lo que sea y pasa esto", contó Hilda Méndez a El País. La mujer, es madre de Mauricio, el chico que decidió salir al baño.

En este sentido, la vocera de Bomberos, Mariela Vivone dijo a El País que "ese tipo de polvo se considera altamente peligroso".

"Tengo que agradecer tenerlo vivo", confesó Hilda, al tiempo que observa a Mauricio, quien se encontraba cabizbajo y se fue del lugar de conversación. "Le vino un ataque de nervios el martes, y no es para menos", señaló la mujer.

Mauricio llegó al baño, que está a pocos metros del galpón que es casi hermético. Oyó que la puerta gigante de metal había sido cerrada por sus compañeros, y después una explosión. Volvió corriendo a ver qué era lo que ocurría. Frente a sus ojos se desplomaba el depósito que segundos atrás había dejado con apuro. Allí adentro, también estaban sus cuatro compañeros.

Tres murieron en ese instante carbonizados, y Edison Gianivelli, de 27 años, falleció ayer al mediodía, producto de las quemaduras que sufrió en el 90% de su cuerpo.

El fuego y el humo invadió el sitio, los fuegos artificiales comenzaron a estallar, y el techo liviano de chapa se desplomó. "Ahí enfrente estaba nuestro hijo, del que ni siquiera nos entregaron el cuerpo que está totalmente carbonizado", contó Miguel Fagian, papá de Damián.

Rosario Pérez, madre del chico de 21 años, que no pudo contener las lágrimas, sostenía la foto de su hijo aún sin querer entender la situación: "Pienso en lo que pasó y no lo creo, no sé, es como que estamos en una agonía constante, no sabemos qué pasó con nuestro hijo, nadie nos dio una explicación, no nos dijeron nada, no sabemos dónde está su cuerpo".

La casa donde vivía Damián, queda enfrente al galpón que se incendió por completo, y que hoy tenía sus puertas cerradas, sin movimientos. Como si fuera un lugar abandonado en el kilómetro 1 de Camino Andaluz.

"Pedimos justicia".

La familia de Johon Rodríguez no encuentra consuelo. Ayer por la tarde, un grupo de amigos y allegados al joven de 21 años, estaba reunido en la casa "dándole fuerzas a la familia", explicaron a El País.

"El 19 de noviembre del 2014 mi hijo empezó a trabajar ahí, a nosotros no nos han dicho absolutamente nada, acá no vino nadie, ni desde la empresa ni desde ningún lugar, nadie dio la cara por esto que pasó", enfatizó Susana Machado, madre de Johon.

Según contaron a El País, "cuando pasó el accidente, estuvimos en el portón de acceso al galpón y no nos decían nada, recién a las 18:00 horas nos enteramos que nuestro hijo estaba muerto".

"Estamos con las manos vacías, mi único hijo salió el martes a trabajar, y todavía no podemos ni velarlo, con el dolor que tenemos, ahora la Policía nos dice que recién el martes nos van a dar sus restos, porque faltan hacer las pericias.

¿Tanto demoran esas pericias?", se preguntó Susana.

La familia Rodríguez, repite una y otra vez la palabra "justicia".

"Esto es una tortura, no podemos más, el dueño de ese lugar tiene que pagar por lo que hizo, los chiquilines estaban trabajando en un lugar que estaba irregular, que no tenía ningún tipo de habilitación, no nos van a devolver las vidas, pero que esto no quede impune", suplicó Susana.

Oferta económica.

El secretario de la empresa se comunicó telefónicamente con las familias de los fallecidos.

El hombre le ofreció a los familiares que la empresa se hiciese cargo de los servicios fúnebres, y además "negociar", según relataron a El País.

La negociación a la que quería llegar el dueño de la empresa, según le explicó el secretario a los familiares, era resarcirlos económicamente para que no llevaran a cabo un juicio en su contra.

La cifra económica no se las dio, "pero está dispuesto a pagarnos para que no le hagamos un juicio", indicaron las familias.

"Las vidas de nuestros hijos no valen dinero, no queremos plata de nadie, solo queremos que se haga Justicia y que paguen con la ley lo que hicieron, porque ese lugar no contaba con las habilitaciones que tenía que contar y nuestros hijos murieron por negligencia", explicó Washintón, padre de Johon.

El País intentó comunicarse con los responsables de la empresa en varias ocasiones durante la jornada de ayer, pero las respuestas fueron nulas.

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La última foto de los trabajadores fallecidos. Foto: M. Bonjour

LA TRAGEDIA DE CUATRO FAMILIASDIEGO PÍRIZ

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