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Pedaleando y con viento en contra

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Llegó el día. Sucedió el jueves pasado cuando el ingeniero Daniel Martínez, pedaleando en bicicleta, arribó al Palacio Municipal para asumir como Intendente de Montevideo.

Previo aseo personal y cambio de indumentaria, (afortunadamente la prolijidad y el aliño en el vestir de los gobernantes volvieron con el presidente Tabaré Vázquez) Martínez tomó posesión de su cargo ante una atrio municipal repleto de sus partidarios, pero también con la presencia del cardenal Daniel Sturla y de la Primera Dama, María Auxiliadora Delgado de Vázquez.

En su discurso, Martínez sostuvo que "tener una ciudad más limpia, con mayor agilidad y seguridad en el tránsito, respetuosa de la diversidad y sus diferentes expresiones será posible si nos embarcamos en un cambio cultural. Un cambio cultural en el que todos podemos y debemos aportar y comprometernos". No suena mal, aunque como montevideano confieso que al nuevo Intendente le costará mucho lograr, si efectivamente los pone en práctica, los cambios que propone. ¿Por qué? Porque su fuerza política en los 25 años que lleva gobernando la ciudad hizo muy poco o casi nada por mejorarla. Si uno tuviera que resumir la gestión del Frente Amplio en Montevideo la sintetizaría en: voracidad fiscal sin precedentes, destrato y abandono en casi todas las áreas y cogobierno con un sindicato patotero que lo único que hizo fue acumular beneficios en detrimento de los contribuyentes. Corresponde sí, reconocer un logro importante, la reapertura del Teatro Solís (Comedia Nacional y Ciddae incluidos) y la gestión cultural en su conjunto que en él se lleva adelante. Que esto continúe, porque el nuevo Intendente poco o nada ha dicho al respecto.

Lo cierto que Martínez es el nuevo Intendente de Montevideo por los próximos cinco años. Ojalá lo sea también de todos los montevideanos y no de una fuerza política o de las patronales del taxímetro o del transporte en general. Comienza su gestión pedaleando con viento en contra y en repecho. Las cifras lo indican (déficit diario de US$ 100.000 y un endeudamiento que supera los US$ 400 millones), pero más elocuente es ver a Montevideo sucia, abandonada y con un tránsito caótico.

Como a todo nuevo jerarca que inicia su gestión se le debe otorgar una carta de crédito. Aunque cueste, por sus antecesores y en particular por los dos últimos gobernantes de la capital. Recordemos que la primera medida de Ana Olivera cuando asumió en 2010 fue aumentar el sueldo a un porcentanje muy importante de funcionarios municipales, para comprar paz sindical. Por medidas como esa y todo lo que vino después, quizá sea menos el tiempo de que disponga Martínez para demostrar que su deseo real y su trabajo van dirigidos a mejorar Montevideo y la calidad de vida de los montevideanos. Que así sea.

La Columna

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