Microcréditos para emprendedores afectados por crecidas.

Durante dos meses Eduardo Brin, de 69 años, tuvo que pedir comida a parientes y en comedores porque no pudo trabajar vendiendo tortas fritas, pasteles y empanadas, como suele hacer en la costanera, por la crecida de diciembre pasado del río Uruguay frente a Paysandú.

El domingo empezó a vender nuevamente en la costa del río, a raíz del crédito reembolsable que le otorgó la Intendencia de Paysandú el viernes pasado. Se trata de un plan piloto que instrumentó la comuna para ayudar a pequeños emprendedores que no pudieron acceder a los préstamos de República Microfinanzas porque no cumplían con las garantías requeridas.

El Fondo de Financiamiento de Emergencia Productiva con República Microfinan- zas otorgó más de $ 500.000 de microcrédito a los afectados por las inundaciones en Artigas, Salto y Paysandú, dijo el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Álvaro García.

La Intendencia de Paysandú recibió una lista de 15 personas que no pudieron acceder a República Microfinanzas. La comuna evaluó las caracterís- ticas de los emprendimientos de esas personas y finalmente decidió otorgar un crédito reembolsable, pero sin intereses, a nueve personas, entre ellas, a Eduardo Brin, a quien le otorgaron $ 25.000. Los otros seis no eran emprendedores, contaron desde la comuna.

El máximo monto que presta la comuna es de $ 40.000.

La Intendencia los acompaña a comprar la mercadería para su emprendimiento ya que el dinero se da en especies. Así la Intendencia se cerciora que los fondos se destinen al fin previsto.

"Quizás nos demoramos un poco en la entrega, las personas nos lo hicieron saber, pero es que se trata de un plan piloto", sostuvo un técnico de la comuna consultado.

Ya le entregaron también el crédito de $ 30.000 a una mujer que se le inundó su almacén y perdió la mercadería.

En la lista de nueve personas también figura un ladrillero, una persona que vende en la feria, un hombre que vende ropa puerta a puerta, a quien se le mojó la mercadería en su casa, una señora que vende productos de panadería y una joven que tiene un local de fiestas.

Brin recordó lo que vivió en diciembre: "Pensé que el río no iba a llegar a más de 6 metros 20 y llegó a 9. En la casa donde yo vivo, a 50 metros del río, entró 1.40. Los pocos muebles que tenía me los desarmó", recordó.

En la mesa que se le rompió Eduardo amasaba para hacer las tortas fritas que vende en la costanera. "Yo vendo bien. Eso me da de comer todas las semanas, ya que mi jubilación es muy poca".

"Lo poco que tenía lo pude arreglar y limpiar. Y después que se secó pintamos con la cal que nos dio la Intendencia. Una noche dejé la casa sola y cuando volví no encontré nada, ni el water", contó.

El domingo pasado, volvió a vender en la costa: "Me fue bien. Vendimos 10 kilos de harina, como siempre".

Créditos reembolsables sin intereses