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La pasión femenina por las armas

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Etcheverry se recibió en 2001 y fue la primera mujer en ser piloto de combate en América del Sur.

Son jóvenes, bonitas, tienen una carrera exitosa y mucho fuego en sus manos. Mucho. Silvia Cor (35) es capitán del Ejército y tiene bajo su mando la batería de 105 milímetros, una de las más potentes de la Artillería nacional.

Florencia Martínez (30) es teniente de Navío y es jefe de Armas en la ROU 01 Fragata "Uruguay". María Eugenia Etcheverry (38) es Mayor y comanda una de las unidades de ataque de la Fuerza Aérea.

Juntas concentran una porción importante del poderío bélico del país y un desafío: ser la primera generación de mujeres en alcanzar el mando de la fuerza a la que pertenecen.

Desde 1998 las escuelas de la Armada Nacional y la Fuerza Aérea reciben mujeres. Un año después el Ejército hizo lo propio. Cuatro años después surgió la primera generación de oficiales femeninos con las mismas y los mismos derechos que sus colegas varones.

A esta altura ya están diseminadas en todos los sectores de las Fuerzas Armadas y son candidatas a ocupar los cargos más relevantes, algo que en América Latina ha sucedido únicamente en Venezuela y Bolivia, países que admiten mujeres en las academias militares desde la década de 1970.

Para ver a una mujer general en Uruguay de cualquiera de las fuerzas, todavía falta mucho ya que recién están en las primeras etapas del mando.

Las primeras generaciones demostraron su compromiso alcanzando niveles académicos superiores a los logrados por sus compañeros varones, según confirmó el jefe de Relaciones Públicas de la Armada, Capitán de Navío, Gastón Jaunsolo.

Inclusión.

Mientras que las organizaciones feministas y defensoras de los derechos de las mujeres de todo subrayan que los varones siguen ganando más que las mujeres en los mismos puestos, en las Fuerzas Armadas la igualdad es norma.

"Somos de las instituciones más inclusivas. Si hablamos de las mujeres podemos decir que ganan exactamente lo mismo que los varones y que pueden acceder a los mismos cursos y jerarquías. Además, a nuestras escuelas vienen cadetes de todos los puntos del país y de familias de distinta condición social. Todo el mundo recibe el mismo trato", afirmó el jefe de relaciones públicas del Ejército, coronel Yamandú Lessa.

Las academias de las tres fuerzas tienen un 20% de cadetes femeninos, según datos castrenses. En promedio, alcanzan un alto nivel académico, de hecho la actual abanderada de la Escuela Militar (Ejército) es una mujer. La distinción es para el alumno mejor calificado.

Praxis.

Ahora las mujeres están demostrando su valía en el plano operativo. La Teniente de Navío María Florencia Martínez tiene a su cargo las armas de la Fragata "Uruguay", con más de 20 personas bajo su mando. En su buque hay armas portátiles y dos baterías de cañones de artillería 6 milímetros y de 40 milímetros. "El mando es algo complejo pero se disfruta", indicó.

En caso de enfrentamiento, su responsabilidad es la de dar la orden de disparar, tras recibir las indicaciones del comandante del barco. El cañón principal puede disparar a varios kilómetros de distancia y, dependiendo de las dimensiones, puede hundir un barco.

En su familia no hay militares. Alguna vez pensó en ser veterinaria pero el hijo de un amigo le comentó que iba a inscribirse en la Escuela Naval de la Armada Nacional y comenzó a averiguar las condiciones de ingreso. Estaba en cuarto año de Secundaria, se inscribió en el Liceo Naval, obtuvo buenas calificaciones y después ingresó a la Escuela.

La vida a bordo es "normal" después de 15 años de presencia femenina en la Armada, aseguró. "En mi buque tengo un camarote para mí, el resto de los oficiales duermen en camarotes separados por sexo y de acuerdo a su jerarquía", explicó Martínez.

Se casó hace un año con un contador público, todavía no tiene hijos. Sus amigos ya hace mucho que no le preguntan sobre su trabajo, en los primeros tiempos querían conocer los detalles de su tarea.

Fue seleccionada para realizar el viaje de instrucción en el buque capitán Miranda, allí estuvo siete meses en el mar.

A su regreso fue destinada a prestar servicio en el ROU 04 Artigas donde participó en un viaje a la Antártida y una operación conjunto en el Caribe. Con la fragata Uruguay estuvo en Sudáfrica en el año 2012.

Una de las misiones de la Armada es controlar la seguridad en el mar. "Nos ocupamos de mantener la seguridad de las vías de comercio marítimo; el 85% de la actividad comercial ingresa por el mar. Parte de nuestro desafío es garantizar esa seguridad", aseveró la Teniente de Navío.

Cañones.

Silvia Cor es capitán de Artillería. Fue de las primeras cadetes en ingresar al Liceo Militar. Su padre era parte de la Fuerza Aérea y ella decidió seguir la carrera de las armas.

Cuatro años después de ingresar a la Escuela Militar egresó con el título de Alférez de Artillería. Es comandante de la batería de obuses 155 milímetros, la de mayor poder de fuego del país.

Un disparo de los cañones que dirige puede llegar a unos kilómetros y destruir una estructura de 30 metros cuadrados. Por primera vez una mujer se hace cargo de esa tarea.

"Esta es la batería emblemática de Artillería, la amé desde que ingresé al arma. Es un honor comandarla. Estoy en el mejor momento de mi carrera", afirmó Cor.

Tiene 70 soldados a cargo, cuatro de ellos mujeres, con quienes participó hace dos semanas de las maniobras del arma. Cor asegura que la relación entre hombres y mujeres "no es fácil".

"Física y psicológicamente somos diferentes pero las mujeres deben demostrar determinada conducta para poder continuar y ser respetadas", aseguró la capitán.

Estuvo un año en el Congo en la misión de Paz de ONU que tiene a la ciudad de Goma como base. En ese caso se desempeñó como oficial de transporte, una tarea fundamental para el servicio castrense.

Ahora su expectativa está centrada en seguir ascendiendo en la carrera militar y poder alcanzar nuevas responsabilidades, según explicó.

De hecho, los ascensos implican una novedad. Recientemente una capitán del Ejército llegó al grado de Mayor, dos niveles antes que el de coronel, el máximo del escalafón castrense antes que el de general, un cargo que requiere anuencia del Poder Ejecutivo.

Volar.

La Mayor Etcheverry ingresó a la Escuela Militar de Aeronáutica en 1997 y fue la primera aviadora de combate del cono sur. Además, es madre de un niño.

Pasó nueve años a bordo de un avión de ataque y en 2014 fue la primera mujer de la región en comandar una misión en un ejercicio internacional.

Este año sumó otro hito a su carrera: es la primera mujer en comandar una unidad de vuelo de la Fuerza Aérea Uruguaya.

Los primeros tiempos no fueron fáciles. "Al principio nos cortaron el cabello porque el reglamento (pensado para hombres) decía que no podía rozar el cuello del uniforme, luego nos lo dejaron crecer porque cambió la percepción, y así fue con todo", recordó la piloto a la agencia AFP, que después de reivindicar la melena, la cortó de nuevo este año para no llevarla atada.

En los últimos meses, la Mayor Etcheverry tiene a su cargo la escuadrilla de enlace con sede en el departamento de Durazno. Tiene más de 20 personas bajo su responsabilidad directa.

Lenguaje común y gala diferente.

En las Fuerzas Armadas el llamado "lenguaje de género" o "inclusivo" no existe, ni va a existir. No hay "soldadas", "ni capitanas", ni "mayoras", ni "coronelas". El protocolo y los reglamentos son bien claros al respecto. Más allá del sexo, a los jerarcas o al personal subalterno se los llama de la misma forma.

Cada movimiento en la vida militar está sujeto a reglamento; eso incluye el uniforme que es igual para todos; la excepción es en el de gala, en que las mujeres usan polleras, y hay un uniforme diseñado para embarazadas.

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Etcheverry se recibió en 2001 y fue la primera mujer en ser piloto de combate en América del Sur.

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