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El ocaso

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Danilo Astori, ministro saliente de Economía y Finanzas. Foto: Leonardo Mainé

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTON

Todo lo que pasaba por las manos de Danilo Astori ahora es responsabilidad de otros. Para peor, esos otros no piensan como él.

Astori pasa por su peor momento. Y hay que entenderlo. Para el hombre que durante quince años tuvo en sus manos la conducción absoluta de la economía del país no está siendo fácil asimilar que ese enorme poder, de pronto, ha desaparecido.

Todo lo que pasaba por sus manos ahora es responsabilidad de otros. Para peor, esos otros no piensan como él. Y hasta tienen el atrevimiento de revisar sus decisiones. De cuestionarlas. Y de tomar otros caminos.

Golpeado por esta cruda realidad, Astori lidera además un sector cada vez más pequeño. Algunos dirigentes históricos de la vieja Asamblea Uruguay dejaron la política activa, salpicados por graves denuncias y algunos procesamientos. Otros, como Mario Bergara, se marcharon buscando nuevos rumbos, cansados de esperar su oportunidad bajo la sombra del líder omnipotente. Las urnas, en octubre de 2019, hicieron el resto. Astori ocupa hoy una banca en el Senado como minoría dentro del partido de oposición, mientras ve como el MPP y el PCU crecen, y conducen a la coalición por un sendero que no es el suyo.

Agobiado, ataca. Demanda que se reconozca todo cuanto ha hecho. Que se le rinda tributo por la forma en que dejó el país. Y fiel a su estilo, intenta dar lecciones de economía a quienes hoy han tomado el timón. Porque si algo le gusta a Astori es dar clase.

Para el exministro es “absolutamente imposible” que el gobierno cumpla con sus metas económicas. Habría que escucharlo. Porque Astori sabe de lo que habla. Cuando asumió por segunda vez como ministro de Economía y Finanzas nos contó a todos, con voz pausada y tono doctoral, cómo habría de hacer crecer la actividad, cómo reduciría el gasto público de manera sostenida, cómo abatiría el déficit fiscal, cómo generaría más empleo y cómo generaría las condiciones para provocar una corriente de inversión privada como el país nunca había conocido.

¿Y qué pasó? A Astori se le ha olvidado, pero todos lo recordamos. Incumplió puntual y sostenidamente cada uno de esos compromisos y todas las metas que año a año se fijó. El país no sólo no creció, sino que lo entregó en recesión. El gasto público no se abatió, porque el propio Astori terminó diciendo que no se podía bajar de manera sustancial, y siguió creciendo. El déficit trepó a niveles históricos, el mayor en veinte años. Dejó una economía que destruía empleo y que, para atraer una inversión como la de UPM, tuvo que entregar hasta los calzoncillos.

¿De verdad cree Astori que está en condiciones de venir a decirle hoy a quienes gobiernan que están equivocados, que no van a poder hacer lo que él no supo o no quiso hacer, y encima a vaticinar que se avecina un “descontento social importante”?

¿No se acuerda de los indicadores con los que entregó el gobierno?

¿No tiene claro que fue la situación económica uno de los lastres que llevó al Frente Amplio a perder las elecciones?

¿Qué le pasa a Astori? ¿No se acuerda de cómo dejó el país o es que ha decidido seguir el camino del MPP y del PCU de cuestionarlo todo y de confrontar durante cinco años para ver si recupera los votos perdidos?

Es una pena.

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