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El negocio furtivo de la nafta

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Salto: una de las zonas donde tuvo mayor repercusión el comercio informal. Foto: N. Araújo
Venta de nafta y gasoil brasilero de contrabando en Melo, 20120619, foto Néstor Araújo, Cerro Largo - Archivo El País, venta de gas y combustible traído desde Brasil
Archivo El País

CUANDO LO ILEGAL SE PERMITE

Un fenómeno creciente que las autoridades toleran y que preocupa a los estacioneros.

La reventa de nafta es tan común en algunas zonas que hasta la Policía hace la vista gorda. Foto: El País

Todas las semanas Julio va a la estación de servicio y carga combustible en su camioneta. Luego lo vende en su casa a $ 50 el litro. Atiende a un promedio de veinte personas por día y gana entre $ 6.000 y $ 9.000 al mes. Cree que con el retiro de efectivo de las estaciones de servicio su negocio se va a ver beneficiado.

La reventa de nafta en Uruguay está penada; sin embargo, en varias localidades de Canelones y del interior del país, es un negocio tan común como la venta de garrapiñadas en el Centro de Montevideo.

Julio afirma que solo vende nafta para hacerse de "unos pesos extras", ya que tiene dos trabajos más que son los que le dejan el mayor dinero: arreglar bicis y hacer de fletero. "Imaginate que yo solo le saco $ 5 de ganancia al litro. ¿Cuánto tengo que vender para poder vivir de esto?", comenta mientras va ingresando a su casa para así no responder más preguntas.

Aunque la reventa de nafta es ilegal en Uruguay, en localidades de la Ciudad de la Costa es un negocio frecuente, según constató El País. Son varios los centros urbanos que no cuentan con una estación de servicio cercana.

Los vecinos de Paso Carrasco, por ejemplo, tienen que recorrer tres o cuatro kilómetros para poder cargar combustible. Los de Santa Teresita o Colonia Nicolich, entre cuatro o cinco kilómetros. Entonces, hay quienes prefieren gastar ocho o diez pesos más en un litro que ir hasta la estación, donde gastarían más tiempo y, también, combustible.

Salto: una de las zonas donde tuvo mayor repercusión el comercio informal. Foto: N. Araújo
Salto: una de las zonas donde tuvo mayor repercusión el comercio informal. Foto: N. Araújo

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Los compradores y vendedores informales de nafta consultados no son conscientes de las sanciones que implica revender combustible, porque consideran que las autoridades nunca han hecho nada para evitarlo. "Es algo tan normal hasta para los propios policías", afirma Joaquín, de 19 años, que adquiere nafta a su vecina de enfrente desde que tiene motocicleta.

Si bien la Unión Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) declara que no solo se investiga cuando hay denuncias, sino que también se "han realizado actuaciones inspectivas de oficio", hasta ahora solo se han aplicado 5 sanciones.

Julio asegura que en los cuatro años que lleva en este negocio ningún inspector u oficial le dijo algo al respecto ni sufrió algún tipo de sanción.

Su casa no tiene ningún cartel afuera que indique lo que vende, pero los vecinos saben que ahí se arreglan bicicletas y se comercializa combustible.

La verdad es que su mujer es quien se encarga de vender nafta a los clientes que vienen a comprar. Las personas tocan timbre, ella abre y les pregunta qué necesitan. El comprador le da una botella, le dice cuánto quiere, ella entra a su casa y luego sale con la cantidad de combustible correspondiente, además de traer tres o cuatro billetes por las dudas que le paguen con $ 100 o con $ 200.

El litro de nafta en Uruguay cuesta $ 42,5. Julio y su mujer venden el medio litro a $ 30, le ganan casi nueve pesos, sin contar lo que gastan en ir hasta la estación a comprarlo.

Según Julio, empezó con este negocio porque "vivía quedándose sin nafta", y para cargar tenía que hacer entre uno o dos kilómetros. Cuenta que originalmente traía bidones de combustible solo para consumo propio, pero luego, como vio que mucha gente tenía el mismo problema, comenzó a comprar para vender.

Comodidad.

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Joaquín vive en la Ciudad de la Costa y afirma que compra nafta a particulares desde que tiene moto y, según él, es por necesidad: "Tengo la estación más cerca a tres kilómetros. Si me quedo sin combustible en la esquina de mi casa no voy a caminar con la moto hasta allá. Voy y la compro en donde la están revendiendo, que es lo mismo". También, declara que mucha gente no va a la estación porque corren riesgo de cruzarse con algún inspector de tránsito.

En su barrio hay tres o cuatro personas que venden nafta. La mayoría abren a las siete de la mañana y cierran a las nueve o diez de la noche.

"Vas, tocás el timbre, te abren la puerta y te vas. Si llevás la moto ellos te dan la botella y el embudo y vos te la echás; si no te dan una botella descartable y no te la cobran", cuenta. Para él, es una buena forma de "hacer plata fácil desde la casa". Además, asegura que son varios los litros que venden: "Pasás un día y tienen los bidones llenos y al otro día ya no les queda nada, y los recipientes son tres o cuatro de 60 litros".

Por otra parte, Héctor, al igual que Julio, también se dedica a comercializar nafta. Mientras él trabaja como peón en el campo, su mujer vende combustible en su casa. Comercializa el litro a $ 51 y cada quince días carga 300 litros en la estación de servicio. A veces, también se lleva gasoil y premium. Asegura que si bien hay otras personas que tienen el mismo negocio en su barrio, muchos lo eligen a él porque les cambia las botellas que traen los clientes por unas limpias, para que así no se contamine el combustible.

Luis, militar y empleado de una estación de Pando, cuenta que es muy común que la gente cargue y se lleve varios litros en recipientes. "Hay pila de gente que te pide que le eches nafta en bidones, y ya sabés que no es para cargar después en la casa, sino para revenderlo", asegura. Algunos se llevan $ 1.000, otros $ 5.000 y algún otro hasta $ 13.000. Luis cuenta que vienen una vez por semana o cada diez días.

"El que carga $ 13.000 llega cada diez días más o menos. Viene en una camioneta con bidones de 20 litros atrás. Es un hombre mayor y te paga todo con billetes de mil. Te dice que la mercancía la lleva para revender, no tiene ningún problema", declara con cierta sonrisa en el rostro.

Anteriormente, Luis trabajó durante siete años como despachante de combustible en Montevideo y afirma que estas cosas no pasan: "Allá no es común porque das dos vueltas a la manzana y hay una estación. Acá no, porque acá es afuera".

Estacioneros.

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Federico de Castro, gerente de la Unión de Vendedores de Nafta (Unvenu), considera que las autoridades no le brindan la importancia que se le tiene que dar a este tipo de negocios: "Esto es el comercio informal, en donde no entra el Estado, donde generalmente ningún organismo controlador entra, son zonas grises", afirma.

Además, De Castro asegura que la industria ve con preocupación la venta clandestina de combustible porque con el tiempo el fenómeno ha ido aumentando.

"Lamentablemente estamos encontrando que en algunas localidades, incluso en zonas de Montevideo, hay puntos de venta informales que comercializan combustible. No se ha medido, porque al ser ilegal es difícil, pero la percepción que tenemos es que ha ido aumentando", informa el gerente.

Para De Castro, los despachos no autorizados pueden aumentar aún más cuando se retire el efectivo de las estaciones de servicio.

"El tema de la prohibición del efectivo podría llegar a influir en la venta clandestina. La gente que no tiene tarjeta necesita comprar igual combustible y, si no tienen un medio de pago alternativo al dinero, es probable que se recurra a un proveedor informal de combustible, pagando incluso un sobreprecio", explica. "Eso se hace sin que exista ningún control sobre el producto que se expende y sin que se contemple ninguna de las medidas de seguridad que cumple una estación de servicio. Creo que habría un hueco en el mercado que la gente podría llegar a tapar con la venta ilegal", opina.

Para De Castro, "muchas veces el producto que te venden estos negocios informales está adulterado y el cliente lleva algo que no es lo que supuestamente quiere comprar. De esta forma, le ganan por vendértelo más caro y además por adulterarlo con otros líquidos".

Por otra parte, asegura que a un estacionero la reventa de nafta, en principio, no lo perjudica: "Si el combustible lo compra en una estación y luego lo revende, no hay un perjuicio económico para nosotros, pero sí para el consumidor y para el que la vende, porque no se está cumpliendo ninguna medida de seguridad".

Plantea que, como gerente de la Unión de Vendedores de Nafta, lo que perjudica más al sector es el contrabando que, según él, también ha ido creciendo: "Nos preocupa todo el contrabando, principalmente la venta de gasoil de Brasil. Cada vez crece más y no son pocos litros los que se comercializan. No es solo un revendedor aislado sino que hay organizaciones muy bien estructuradas que tienen como negocio el contrabando de combustible".

"Bocas de venta" sin medidas de seguridad.

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La venta ilegal de combustible se convirtió en un fenómeno preocupante en los departamentos del litoral, a raíz de los beneficios fiscales que se otorgaron a las estaciones para mitigar las diferencias de precios con Argentina y Brasil. Eso generó un mercado "paralelo" que se fue extendiendo. En Salto llegaron a contar hasta 200 "bocas de venta" en casas de familia. La mayor preocupación no solo radica en la venta ilegal, sino en el almacenamiento del producto en lugares que no cuentan con medidas de seguridad ni condiciones adecuadas.

Larga distancia entre las estaciones.

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Por Camino Carrasco, antes de llegar al Puente Carrasco, se encuentra una estación de Ancap ubicada sobre Cooper. Luego, la próxima está sobre la Ruta 101, antes de llegar al Aeropuerto Internacional de Carrasco. Entre una y otra hay algo más de 8 kilómetros. Los vecinos de Paso Carrasco tienen que recorrer como mínimo dos kilómetros para cargar en una estación de servicio. Pasando el Aeropuerto, la próxima estación se encuentra a 10 kilómetros, frente a Zonamerica; hay otra en El Pinar, a doce kilómetros, o a 16 kilómetros en Pando. El problema de los negocios informales no solo ocurre en estas zonas de Canelones, sino también en el interior de país donde no hay estaciones de servicio cercanas.

URSEA.

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A la fecha, pusieron solo cinco sanciones.

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La Ursea declaró "ilegítimo el almacenamiento de combustible para la venta y la comercialización a terceros por fuera de los circuitos habilitados de distribución o comercio".

La Ursea es el órgano competente para aplicar las sanciones correspondientes, pero asegura que se pueden dar situaciones en las que debería intervenir el Poder Ejecutivo, como en casos de contrabando, no pago de impuestos o la falta de autorizaciones correspondientes.

Daniel Greif, ex presidente de Ursea, declaró en 2014 que "el organismo solo actúa frente a denuncias concretas, porque no cuenta con el equipo de inspección suficiente para poder controlar todo el territorio". Sostuvo que "lo que queda afuera de la formalidad es difícil de ubicar y lo mejor es trabajar en base a denuncias".

Sin embargo, desde el organismo estatal aseguran que no solo se investiga "cuando hay denuncias", sino que también "se realizan inspecciones".

"Cuando se constata la venta de combustibles en forma irregular, se instruye el cese inmediato de la actividad", declaran.

En 2015 sólo recibieron tres denuncias relacionadas con la actividad irregular de comercialización de combustible, y hasta la fecha se han aplicado 5 sanciones.

Retiro de efectivo se haría a fin de año.

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El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) había anunciado, como medida para evitar los robos, que a partir del 15 de mayo de 2016 se quitaría el efectivo durante el turno de la noche en las estaciones de servicio de Montevideo y Canelones y que, a partir del primero de julio, se extendería las 24 horas. Para el resto del país, la misma medida debía comenzar a regir a partir del 15 de agosto.

Sin embargo, el MEF ha decidido aplazar las fechas.

Si bien ahora, durante la noche, se puede cargar hasta $ 200 pagando con efectivo, será a partir de noviembre que se extenderá la medida a todo el día en Montevideo y Canelones, y recién en diciembre comenzará a regir en el resto del país.

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