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Museos históricos en su laberinto

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Foto: Archivo El País.

La reestructura se hace esperar mientras en la Casa de Rivera suena “La Internacional”.

El Ministerio de Educación y Cultura tiene un portal en internet denominado Museos del Uruguay. Allí puede seleccionarse cualquier departamento del país y acceder a una información básica sobre cada uno de todos los museos que existen, sean públicos o privados, comunales o nacionales. Se incluye una reseña histórica, un mapa de ubicación y números de teléfonos para contactarse.

Pero al ingresar en la "localidad" que más museos posee, Montevideo, en ningún caso figura el horario y días de apertura al público.

Quienes quieran visitar, por ejemplo, algunas de las casas que componen el llamado Museo Histórico Nacional tienen como opción para hacer su agenda personal dirigirse a cada web de cada casa, como ser la de Rivera, la de Garibaldi, o la de Montero, es decir el Museo Romántico.

En esos sitios (y en otro portal genérico del MEC) sí es posible conocer días y horas de apertura al público, pero sucede que en ningún caso coinciden con la realidad.

En la web del Museo Histórico se anuncia que la Casa Lavalleja está abierta lunes, martes, miércoles y viernes de 9:30 a 16:45 y jueves de 11:30 a 16:45. Asombrado por el dato, este cronista quiso visitarla la pasada semana pero sus puertas estaban cerradas, como era de presumir. Se sabe que por lo menos hace cinco años allí comenzaron a realizarse trabajos de restauración y solo era posible ingresar a la biblioteca.

De todos modos, el viaje hasta la casona de la calle Zabala no fue en vano. Circula la noticia, aunque no de forma oficial, de que ese museo reabriría sus puertas en diciembre.

En relación a la Casa de José Garibaldi de la calle 25 de Mayo 314, el portal del MEC da cuenta de que por razones de refacciones y acondicionamiento se encuentra actualmente cerrada al público. Sin embargo, no es así, por lo menos está abierta los jueves y domingos, de 11:00 a 16:45.

En esa vivienda construida en la primera mitad del siglo XIX como residencia familiar de un comerciante, vivió en una pieza José Garibaldi durante el sitio de Montevideo producido por la Guerra Grande, en la que combatió hasta 1848, cuando retornó a Europa.

En una placa colocada en 1907 contra un muro de uno de los patios apenas se reconoce que "Garibaldi vivió en esta casa en la época de la defensa de Montevideo".

Ante la solicitud de algún folleto o material gráfico, en la recepción se dijo amablemente a este cronista que nada hay disponible. Por suerte el acervo no vuelve inútil la recorrida si bien lo exhibido no conforma una colección de gran peso.

Llama la atención una cigarrera de plata y oro que en la cara anterior tiene el retrato en miniatura del general Garibaldi, de 4 x 10 cm. Junto a ella hay un calzoncillo cribado que le habría pertenecido; se trata de unas bragas criollas con puntillas y flecos blancos que sobrasalían por debajo del chiripá y estaban de moda en el siglo XIX por herencia española. Una camisa de seda cruda, armas, un bronce ecuestre del general, una colcha de seda formada por 420 retratos de Garibaldi, una chaquilla punzó con puños dorados, o una gorra con los mismos colores pueden apreciarse junto algunos muebles de época.

Esta vivienda fue restaurada a partir de la década de 1960 y actualmente su estructura y aspecto corresponden prácticamente a los originales.

La internacional.

Para conocer o volver a entrar en otra de las casas emblemáticas del casco histórico, como la de Rivera, lo mejor es llamar previamente al teléfono 2 915 10 51. Esa fantástica finca ubicada en Rincón 437 y Misiones es la que está más tiempo abierta, pero no todos los días es factible adentrarse por las múltiples habitaciones de sus dos pisos.

En la semana laboral puede hacerse el paseo completo los miércoles y jueves, de 11:00 a 16:45. Curiosamente, el acompañamiento sonoro no es otro que el de la famosa canción La Internacional, considerado el himno de los trabajadores del mundo, de los partidos socialistas y comunistas y de organizaciones anarquistas. El personal del lugar dice que es la grabación de un video que se hizo por una actividad recordatoria del 1° de mayo. Nadie sabe explicar empero por qué la pista de ritmo arrebatador se activa sola de tanto en tanto.

En este lugar tampoco existe material de difusión para entregar a los visitantes. Y al igual que en las otras casas del Museo Histórico habilitadas al público en general, la recorrida queda a criterio de cada persona. No hay más guías, los pasantes en algún tiempo contratados dejaron de cumplir funciones. A cargo del trato al público están los efectivos de seguridad de la empresa multinacional británica G4S.

Quien vaya un jueves, por ejemplo, a la Casa de Rivera y el viernes al Museo Romántico, se encontrará con el mismo personal de vigilancia en los dos destinos. Como si el costo de este rubro para la Dirección de Cultura del MEC determinara los días y horas de apertura de los museos. O sea, cuando se cierra la planta alta de la Casa de Rivera entonces puede abrirse la planta alta del vecino Museo Romántico, lo único que se habilita además de un patio.

En esta casona de 1831 se reúne una admirable colección de vestimentas, vajilla, platería, muebles lujosos y pinturas de una época vivida por personajes que tuvieron una vida de novela tras las puertas de sus mansiones. Entre ellos, alguien retratado en una de las múltiples pinturas en exposición, de nombre peculiarísimo: Emeterio Regunaga, ni más ni menos que el marido olvidado de la transgresora Carlota Ferreira, la dama que inmortalizó Blanes en 1883.

POSTALES DE AYER.

La urna de Artigas en la Casa de don Frutos.

El Museo Histórico Nacional es la suma de varias casas históricas. Además de las de Rivera, Lavalleja, Garibaldi y el Museo Romántico, también en la Ciudad Vieja están la de Giró de la calle Cerrito (que fuera destinada a biblioteca), y la de Ximénez de la rambla (en donde hay depósitos y sede de la Liga Marítima).

Fuera de la Ciudad Vieja también son parte del Museo Histórico la casa quinta de José Batlle y Ordóñez y la de Luis Alberto de Herrera. De todas, la de Rivera es la más abarcadora a nivel de su acervo. El concepto museístico está lejos de la nueva museología y la museografía moderna, más que un relato se acumulan objetos que entrechocan. La iluminación no es adecuada para las pinturas. Su reformulación debería integrar actividades de extensión y nueva tecnología. Pero de todos modos, aun en estos tiempos de códigos Qr y terminales móviles, en la casa Rivera hay mucho para apreciar.

En la planta baja se custodia piezas conmovedoras, como la urna en que fueron repatriados desde Paraguay los restos del Artigas, el púlpito de la Capilla de Belén, en la Calera de los Huérfanos, del siglo XVIII, o "el torno" de la Casa de Expósitos para recoger a los niños abandonados.

Entre los peinetones y las armas de chispa.

En la planta baja de la Casa de Rivera, que empezó a construirse por 1800 y adquirió en 1834 el general y primer presidente de Uruguay, el museo salta a los ojos como una tienda de ramos generales. Puede apreciarse naipes de la época artiguista, pistolas de chispa y otras armas de la campaña por la independencia, sables de caballería, una botella de ginebra de cerámica, espuelas de plata, rebenques de cuero crudo, boleadoras de marfil con adornos de oro y plata, estribos de bronce, una mantilla de encaje que perteneció a Ana de Monterroso, un peinetón de carey, un abanico de nácar, muebles, óleos imponentes como "El centinela" que Diógenes Hécquet pintó en1891, o el impresionante boceto para La batalla de Las Piedras que hizo Juan Luis Blanes.

En la planta alta, sin más accesibilidad que la escalera, se conserva una prensa portátil que funcionó en los campos de la Batalla de Cagancha, clarines de órdenes y armas empleadas hasta 1904, fracs de Fructuoso Rivera, divisas partidarias usadas en 1904 por los blancos, un poncho de verano de Aparicio Saravia, monturas y arneses del general Diego Lamas y hasta un pañuelo de seda hecho en 1903 al ser electo presidente José Batlle y Ordóñez.

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Foto: Archivo El País.

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