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Mujeres aprenden un arte marcial para autodefensa

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En las clases de Kenpo se enseñan diferentes técnicas para defenderse.

Mujeres que sufrieron violencia doméstica y personas que han sido agredidas en la calle componen la mayoría de los asistentes a las clases de Kenpo, un arte marcial poco conocido en Uruguay.

"Lamentablemente, hay gente que no tiene respeto, ni siquiera por la vida, la sociedad es a veces violenta y las artes marciales ayudan a educar a niños, jóvenes y adultos a que no se pierdan", dijo Damián González, maestro (8° Dan) de esta disciplina de origen mongol.

Algo más de 300 personas practican Kenpo en Uruguay. El 90% se acercaron "para saber cómo defenderse ante una agresión en la casa o en la calle", explicó González, maestro de la escuela San Shu Kan, en el barrio Aguada.

Afirma que a las mujeres que concurren por haber sufrido violencia se le enseña a usar como herramienta de defensa elementos que haya cerca en la casa. "Un encendedor, las llaves del coche o de la casa, incluso una lapicera; con el celular también se puede golpear y todo eso lo enseñamos. Son cosas muy básicas dentro de la autodefensa pero muy prácticas para la calle o cuando uno sale del coche, de su casa o sufre una agresión en su hogar",.

González agrega que se enseña "cómo sacar ventaja de la cartera o de la bolsa del supermercado, utilizándola para golpear, esquivar, lanzar o atropellar al agresor, usando esos tres segundos de ventaja que la víctima obtiene a su favor".

Subraya que este arte marcial usa la fuerza del otro.

"El hombre en general tiene más fuerza física que la mujer. Nosotros le enseñamos a la mujer a usar esa fuerza bruta a su favor. Siempre se agarra a inocentes, frágiles, pero se puede sacar provecho de eso y usarlo como una pequeña ventaja".

En términos más generales, González recomienda a las mujeres, cuando salen a la calle, "poner primero atención, observar el panorama y no llevar la cartera colgada del lado de la calle, sino del lado del muro; no se debe guardar todas las pertenencias en la cartera, sino una parte, y otra en un lugar diferente, como un bolsillo. Y hay que observar atentamente las conductas de otras personas".

Herramientas.

Marta De los Santos tiene 50 años. A fines del 2006 comenzó a practicar Kenpo y antes había tomado clases de Karate con sus hijas. Asegura que este arte marcial le dio herramientas para defenderse en una situación de violencia doméstica que atravesaba, y la ayudó a superarla y mejorar en su vida.

"Todas las artes marciales son buenas, pero el Kenpo desarrolla otras cualidades. Pasé por un tema de violencia domestica y además de poder defenderme de la persona que me ataca, el Kenpo me ayuda a la mantener la autoestima y a desarrollar técnicas para sacarme el estrés", dijo a El País.

De los Santos explicó que en el Kenpo se observa a los animales, se valora sus destrezas y se usan como herramientas. Ella sigue practicando esta disciplina, "no con la asiduidad de antes" por sus ocupaciones; pero destaca que la edad no es un impedimento para dejar de practicarlo.

"El Kenpo es rápido; efectivo y rápido. Te centra, te saca agresividad y hay charlas del maestro que te ayudan a superarte", concluye.

Por su parte, González aclara que el Kenpo no es un deporte, sino un arte marcial de guerra que define con tres palabras: simple, rápido y efectivo.

"Significa que la persona lo puede aprender para salir de una situación de peligro. Sus técnicas son sencillas, fáciles de aprender y de aplicar. No hay edad para hacerlo, es un beneficio para la salud física y mental", comenta.

Comenzó a practicar Kenpo a los seis años y hoy tiene 51. "Llegué al Kenpo a través de una enfermedad. Padecía asma, y mis padres viendo que el arte marcial era un proceso favorable para la salud me pusieron a practicarlo y superé el asma", sostiene.

Relata que unos pocos años atrás la comuna canaria lo apoyó en un seminario en el que expuso junto a psicólogos y asistentes sociales, en Lomas de Solymar, en el que participaron unas 250 mujeres con problemas de violencia y que en un mes aprendieron herramientas básicas para defenderse.

Muchos de sus alumnos, cuando llegaron al curso, le plantearon que les habían robado en la calle, por ejemplo.

"Así, trabajamos en eso, en saber defenderse ante lo más básico, como un arma de fuego o un arma blanca. Después siguen los otros procesos, como aprender a patear, bloquear, golpear con la rodilla, con los codos, saber esquivar, lanzar, palanquear o estrangular", explicó el maestro.

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