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"Me tiraron atado a una cuneta y dijeron que me iban a ejecutar"

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Sebastián Méndez mostró las marcas de los precintos colocados por los secuestradores. Foto: D. Borrelli
Sebastian Mendez, secuestrado, secuestro, ND 20151201 foto Darwin Borrelli
Archivo El Pais

Se hacen pasar por policías, lo secuestran y copan su casa en Las Piedras.

En la tarde de ayer, Sebastián Méndez todavía estaba afectado por el secuestro sufrido en la madrugada a manos de tres violentos individuos. A su lado, su padre esperaba callado el llamado a declarar ante el juez penal de Las Piedras.

En cambio, la madre de Sebastián, verborrágica, repetía a todos los que la quisieran escuchar, las palabras que le habían dicho los secuestradores y copadores que golpearon en la madrugada la ventana de su humilde vivienda ubicada en el Centro de Las Piedras.

"Tuve miedo todo el tiempo. Eran tres y me apuntaban a la cabeza. Luego me tiraron en una cuneta en un descampado conocido como La Calera. Pensé que me iban a liquidar", dijo Méndez a El País.

Flaco y desgarbado, Sebastián salió de su casa a buscar un litro de vino en un club de bochas ubicado a pocas cuadras. Después de comprar el vino, caminó por la calle Garibaldi. Al llegar a la esquina con Aparicio Saravia observó un Volkswagen Gol, de color blanco, estacionado en la oscuridad. Tres individuos salieron con las armas desenfundadas del auto.

"Somos de Investigaciones, somos de Investigaciones", dijo uno de ellos.

Otro agregó: "Estás detenido. Subite tranquilo al auto".

Dos individuos lo agarraron por los costados. Sebastián comenzó a luchar. Se afirmó en una puerta entreabierta mientras recibía golpes en el cuerpo.

Finalmente, los tres individuos lograron tirarlo en el piso del vehículo. Uno de ellos conducía mientras que los otros dos le apuntaron a la cabeza. Con precintos de plástico, esposaron sus manos.

Pocos minutos más tarde, el Gol ingresó en un descampado ubicado en una zona conocida como "La Cantera", situada a poca distancia de un arroyo.

"Me tiraron en una cuneta. Uno de ellos dijo: Vamos a pegarle un tiro y lo llevamos amorracado (esposado) en el baúl del auto. Otro señaló que me quedara tranquilo, que no me iban a hacer nada", contó la víctima del secuestro.

Los secuestradores lo dejaron tirado y se subieron al auto. El Volkswagen blanco y se dirigió hacia la casa de Méndez ubicada en el Centro de Las Piedras.

Gritos.

La madre de Sebastián se extrañó que su hijo demorara tanto en volver del club de bochas donde había ido a comprar un litro de vino.

Era casi la una de la mañana cuando escuchó golpes en la celosía de madera de la ventana de su casa.

"Somos policías de Investigaciones. Encontramos a su hijo en una boca de drogas. Queremos hablar con usted", dijo uno de los secuestradores.

La señora y su esposo no abrieron la ventana. "Queremos hablar con usted. Buscar una solución o tendremos que llevarlo a la Seccional 4ª", dijo otro.

La madre de Sebastián respondió: "Si mi hijo hizo una macana, llevénlo a la comisaría. Después veré".

Ante la firmeza de la mujer, uno de los secuestradores tintineó las llaves de la casa que le habían quitado a Sebastián.

La madre abrió la ventana de par en par. En la vereda vió el Gol blanco y supo que era el mismo auto que había estacionado frente a su casa durante los tres últimos días.

Los delincuentes la apuntaron con armas cortas. Dos de ellos llevaban máscaras y un tercero tenía el rostro descubierto.

—Dame el dinero, dame los dólares —exigió uno de ellos.

La mujer respondió que no tenía dinero.

—Tenés $ 50.000 arriba del ropero —dijo otro copador

—Si los encontrás, son tuyos. Ni siquiera tengo ropero.

—Entonces dame $ 30.000.

—Tampoco tengo esa suma.

Uno de los delincuentes agarró un alhajero. Fastidiado con lo poco que encontró en el interior, lo arrojó al suelo.

La madre de Sebastián aprovechó y le gritó a su marido que llamara a la Seccional 4ª.

—Callate, callate o te liquido acá mismo —amenazó un secuestrador mientras le pegaba a la mujer con el arma en el brazo. Un moretón azul mostraba ayer dónde había impactado el caño del revólver.

—Matame, matame, hijo de la gran siete —gritó la mujer.

Otro copador dijo:

—Cállate o tiro a tu hijo muerto en la vereda. Tenés que tener dinero porque el "gordo" vino con plata.

En ese momento, la mujer intuyó que los secuestradores se referían a un vecino que llegó hace poco de Estados Unidos y había adquirido varias propiedades. Supuso que se habían equivocado de víctima.

Los individuos, finalmente, y luego de revisar toda la vivienda, se llevaron una computadora de una abogada que es hermana de la víctima. También celulares y unos pocos efectos más. La mujer llamó a la Seccional 4ª y denunció lo ocurrido.

A unas 10 cuadras de allí, Sebastián luchaba en la oscuridad para librarse de los precintos,. tirado en una cuneta. Después que se soltó caminó desorientado en la oscuridad. Terminó contra la orilla de un arroyo. Giró y volvió al lugar donde sus captores lo habían dejado. Llegó sucesivamente a tres viviendas cercanas y pidió ayuda. Solo en una se entreabrió la puerta. "No te voy a robar. Llamá a un patrullero", pidió.

La puerta se cerró.

Sebastián caminó otras dos caudras y encontró unos conocidos que lo guiaron. Llegó a una mutualista donde le curaron las heridas que tenía en los brazos, y allí llamaron a un patrullero que lo llevó a la Seccional 4°.

En las afueras de Las Piedras, un móvil de la Unidad de Respuesta de la Policía de Canelones avistó al Volkswagen Gol. Este logró evadirlo. Sin embargo, otros móviles fueron en apoyo y detuvieron al auto en la localidad de El Dorado.

Dos secuestradores fueron detenidos. Uno de ellos tiene antecedentes por hurto y receptación. El otro carecía de antecedentes.

Investigadores consideran que el tercer sujeto se bajó del auto en Las Piedras y guardó en su casa los objetos robados.

En las primeras horas de ayer, el oficial José Cáceres, del Departamento de Investigaciones, fue al descampado y comprobó que el testimonio de la víctima del secuestro era real: en el suelo se encontraban todavía varios precintos rotos.

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Sebastián Méndez mostró las marcas de los precintos colocados por los secuestradores. Foto: D. Borrelli

Los autores detenidos por la policía de CanelonesEDUARDO BARRENECHE

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