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Mauricio Rojas: "La educación falla por ser monopolio de los sindicatos"

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Mauricio Rojas. Foto: Francisco Flores.
Archivo El Pais

Siendo militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile se exilió en Suecia, pero una vez allí dejó atrás las ideas revolucionarias, y se convirtió al liberalismo y llegó a ser electo parlamentario representando al Partido Liberal.

Actualmente alterna la vida en ese país y en su Chile natal. Visitó Uruguay la semana pasada para presentar el libro "Diálogo de Conversos", que escribió junto al exintegrante de la Juventud Comunista, Roberto Ampuero.

—Se convirtió de marxista (integró el Movimiento de Izquierda Revolucionaria) a liberal viviendo en Suecia ¿Qué le desilusionó de la socialdemocracia?—El primer tiempo yo sigo con ideas revolucionarias, incluso con la idea de volver a Chile hasta el año 1977. Sin embargo, desde el comienzo lo que me chocó mucho es que ese gran Estado, un Estado muy eficiente, muy respetable, tenía un poder sobre los individuos que me provocó una reacción. Yo veía que había un plan sobre mi vida. Hablaban de que tú le perteneces a esa clínica y tu hijo pertenece a esa escuela. La misión del Estado era arreglarte la vida, y llegaba al extremo de recomendarte cuantas veces hacer el amor o abrir la ventana, o comer pan. Eso produjo en mí la idea de por qué el Estado tiene que decidir tanto, además con el dinero de la gente porque se pagaban muchos impuestos.

—¿Qué fue lo que llevó a esa socialdemocracia a darse cuenta de que tenía que cambiar?

—La socialdemocracia no se dio cuenta. Vino una tremenda crisis en los años 90, el gasto público llegó en un momento récord al 70% del ingreso nacional, y cuando el Estado es tan grande su vulnerabilidad ante la caída de ingresos es tremenda. Cuando has prometido mucho el costo del paro es muy alto, pasó del 2,5% al 12% en tres años, y eso quebró las finanzas públicas, había 11% de déficit. La crisis misma llevó al país a buscar un cambio. Había que hacer más rentable el trabajo y menos rentable los subsidios y se cuestionó la estructura monopólica de los servicios públicos, se entendió que el Estado no tiene porque hacer todo.

—En Uruguay se dio un proceso similar al del MIR con el MLN-Tupamaros y muchos de ellos terminaron gobernando el país legítimamente ¿Qué opina del proceso que se dio en Uruguay en el que también hubo una conversión?

—Ese proceso es muy bueno en la medida en que este tipo de movimientos políticos haya madurado de su experiencia. Yo creo que lo han hecho, no los he visto gobernar para tener una dictadura cubana aunque pueden tener problemas. Veo un gran problema de inseguridad ciudadana en Uruguay, eso a veces parte de una mentalidad de que como hay problemas sociales y pobres, se disculpa, o no se interviene con la suficiente fuerza. Se puede hacer mala política por ideas viejas, del pasado. O lo que pasa con la educación: es terriblemente lamentable. Uruguay no puede aspirar a ser un país desarrollado con la educación que tiene. Me sorprende que teniendo una vieja tradición de Estado fuerte, lo que descuida son las cosas que el Estado debe hacer bien: seguridad ciudadana, infraestructura y educación porque lo hace de mala manera. Qué paradoja, Uruguay está fallando justamente donde el Estado algo tiene que decir. Pero si la educación es monopolio de los sindicatos de profesores, está mal. Lo que yo he visto en la educación en Uruguay es trágico.

—¿Donde está la falla, porque supuestamente lo fuerte de la izquierda es su preocupación por la educación, por qué no encuentra un modelo?

—Es que es un mal modelo, porque la educación pública todavía es un monopolio. Habría que abrirla completamente, que el Estado le dé un cheque a los padres y busquen la educación que les convenga, pero el sindicato no lo va a permitir. Hay gente que está destruyendo la capacidad del país de progresar. Pero es ahí donde el Estado tiene que ser capaz de no servir al monopolio, servir a la gente, eso para un movimiento de izquierda es tremendamente difícil. Qué maravilla sería para Uruguay tener una socialdemocracia moderna. Pero se está retrocediendo. Es muy primitivo.

—¿Qué es lo primitivo?

—Todo esto del monopolio de la educación, vivir de las exportaciones de recursos naturales sin tener capital humano desarrollado, buscar todavía esferas de protección aduanera como el Mercosur que además ata a Uruguay a dos vecinos muy problemáticos. Es verdad que tanto Chile como Uruguay son sociedades que funcionan mejor que las demás pero todo eso crea una conformidad. Uruguay entero tendría que estar preocupadísimo por la educación, pero el problema no está asumido a nivel nacional.

—¿Por qué ha dicho que no es posible darle educación universitaria gratuita a las clases media y alta mientras se tienen escuelas primarias pobres?

—Evidente, porque las grandes diferencias sociales se crean al comienzo de la vida. Es en la escuela, o falta de escuela, o mala escuela, donde la gente pierde gran parte de su potencial. Cuando llegan a la secundaria ya están con las alas cortadas, la universidad gratuita ¿qué les va a ayudar si no terminan la secundaria? Es un cuento, es una burla. Cuando se ve la realidad educacional de Uruguay, ¿cómo se va a pagar la educación a quien puede pagársela cuando tenemos escuelas con estos resultados? Los movimientos que proponen este tipo de cosas como educación gratuita en la Universidad, representan clases medias no pueden representar a los pobres y termina defendiendo cosas que no tienen nada que ver con los pobres. Son izquierdas que demagógicamente hablan de los pobres, pero en sí son de gente de clase media además habitualmente los hijos van a escuelas privadas, como pasa en Chile. Un país con recursos limitados tiene que priorizar en escuela primaria y salud primaria para después poder seguir. La izquierda se dice solidaria con la gente más vulnerable, y lo único que se ve es la defensa de un interés propio.

—¿Por qué cree que la izquierda gobernante en Latinoamérica no ha logrado atacar a la desigualdad?

—Es que la desigualdad crece cuando tienes malas políticas públicas que no saben priorizar y empoderar a la gente, si algo ha hecho la izquierda estatista y socialdemócrata es hacer a la gente dependiente del Estado. Si le das estos vouchers o cheques la gente tiene el poder, y si la escuela no tiene alumnos cierra, pero vendría una enorme huelga. Confiar en la gente, que debería ser lo natural para la izquierda, no lo es. La política de voucher es lo peor para la izquierda. Ellos aceptan la educación privada siempre que sea para ellos y los pobres a la pública pero darle a la gente el derecho de elegir realmente ha sido imposible.

—Cuesta imaginar que se acepte una política de voucher en América Latina.

—Habría que ser solidario de verdad, de izquierda de verdad. Si la izquierda es preocuparse por los pobres, hay que darle a la gente el poder de elección y decirle a los sindicatos que la gente elija si los quiere a ustedes o no. Quizá la diferencia es que la socialdemocracia sueca y nórdica es de origen obrero y no de clase media como las nuestras que son gente de clase media que sintió el corazoncito que le palpitaba y creyó que por eso era de izquierda. Allá eran obreros y el obrero no tuvo ninguna ganas de darle inamovilidad a la clase media de funcionarios. Ser de izquierda acá es defender a los monopolios del sindicato y no empoderar a la gente, porque si los empoderas se te liberan.

"Una velita al velorio del socialismo".

Consultado sobre la expresión del expresidente José Mujica para referirse a la creación del Fondes, fondos para el financiamiento de proyectos recuperados por trabajadores, Mauricio Rojas opinó que "eso fue una velita al velorio del socialismo (...) Esa es la verdad, porque así se entierra una idea rápidamente. El socialismo todavía tiene una idea que las cosas no cuestan, como tienen que financiar un déficit". Y puso el ejemplo de lo que cuesta Aerolíneas Argentinas al gobierno de Macri: "Él decía nos cuesta dos jardines de infantes a la semana, este derroche, esta velita encendida acá significa que un niño no va a tener la educación que le permitiría llegar a alguna parte algún día". Rojas señaló: "Gobernar es priorizar porque todo cuesta, tenemos Alas Uruguay o Aerolíneas Argentinas y no tenemos guarderías es muy evidente. Además esa velita no está prendida al socialismo, está prendida al orgullo nacional, al nacionalismo más barato y opereta".

Y regresó sobre la idea de que "es primitivo (...) Asombra, y la consecuencia es la que se ve. Leía el diario y veía el desastre que significa Alas Uruguay. Esas son las velitas que se puede permitir un político que es muy llamativo, pero que puede hacer una muy mala administración de un país, Mujica es un rockstar para afuera, afuera les gusta, pero jamás los europeos tendrían un presidente semejante. Les gusta el comunismo pero lejos, les gusta el Che Guevara en la selva boliviana pero jamás les gustaría tenerlo, es un cinismo europeo muy propio". "Pero uno ve la educación y dice ¿pero Pepe dónde estuviste? Como puede ser que los más vulnerables tengan la peor educación", concluyó.

DEFENDIÓ AL LIBERALISMO FRENTE AL SOCIALISMO QUE “ARRASA”.

Inamovilidad de los empleados públicos es un gran obstáculo.

—Escribió que con el libro "Diálogo de Conversos" quería hacer un "mea culpa", ¿De qué cosas se arrepiente de su época de guerrillero?

—Roberto (Ampuero) y yo somos parte de una generación que también existió en Uruguay muy influenciada por la revolución cubana. En el libro recorremos lo que era Chile y como nuestras ideas, nuestros sueños, fueron parte de un cambio asombroso en un país que era políticamente muy civilizado, como también lo fue Uruguay. Fuimos parte de una izquierda que se radicalizó muchísimo, que descartó la democracia, y entró en un proceso de confrontación, destruyendo la civilidad. Queremos reconocer esa parte que no ha sido reconocida porque hay una imagen mística, poco histórica.

—Desde este proceso que ha hecho usted y que ha hecho la socialdemocracia en Suecia ¿cree que el liberalismo es la panacea?

—No, no hay panacea. Esto lo hizo la socialdemocracia con el liberalismo. Un elemento clave en el cambio es que en Suecia los funcionarios de la salud o la educación pública no son inamovibles, en nuestros países eso es un gran obstáculo. Suecia hizo un gran proceso de privatización, se acabaron los monopolios, y todo esto sin una huelga, porque no había privilegios que defender. Es un liberalismo que no tiene nada de extremo. El liberalismo tiene que ver con la defensa de la dignidad del ser humano más que nada, frente a esa ideología colectiva utópica que arrasa al ser humano. El liberalismo de los 80 y 90 de América Latina, ya sea de regímenes dictatoriales como el de (Augusto) Pinochet o gangsteriles como el de (Carlos) Menem son inaceptables por más política liberal que hayan aplicado.

—¿El socialismo no tiene eso?

—No creemos que el Estado sea la solución, la gente tiene que tener más libertad. El liberalismo viejo se basa en antagonismos: Estado contra privado, mercado contra política, esos antagonismos en Suecia fueron disueltos. Cada uno hace lo suyo. La sociedad civil debe ser muy importante y la capacidad del individuo de resolver sus problemas también.

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Mauricio Rojas. Foto: Francisco Flores.

HISTORIADOR ECONÓMICO - MARXISTA DEVENIDO LIBERALNATALIA ROBA

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