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Los quince enemigos de las ratas

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Protegido: el contacto con veneno obliga a tomar precauciones. Foto: F. Flores
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El combate directo a las plagas urbanas exige un temple especial para una batalla infinita.

Es muy difícil saber la cantidad de ratas con las que convivimos. No se sabe en Nueva York, Madrid o Montevideo. En la División Salubridad de la Intendencia no las cuentan, se dedican a frenar su avance y mantenerlas a raya. Con eso tienen bastante.

El ciclo reproductivo de estos roedores es rapidísimo, a los dos meses de haber nacido el bicho ya está en condición de agrandar su especie en una preñez de 21 días. Además, se multiplican por decenas.

Juan Francisco Marín, director de Salubridad de la comuna sabe que tiene un enemigo poderoso. "Las ratas son inteligentes, puede haber comida tirada durante días que si advierten peligro no la tocan", asegura. El experto advierte que los roedores se multiplican cuando el medioambiente se los permite. Para eso necesitan agua, comida y abrigo. Si algo de eso falta, no hay ratas.

La repartición municipal tiene 40 funcionarios pero apenas 15 de ellos están en el frente de batalla. Deben actuar en toda la ciudad y andan todo el día de overol y máscara antigás en la mano para evitar el contacto con los químicos. Su capacitación dura un año. En verano deben ocuparse de las pulgas, garrapatas y los mosquitos, incluido el dengue. La batalla contra las ratas y las cucarachas dura todo el año.

En septiembre u octubre comienza la instalación de cebo para roedores en las playas. Lo hacen en lugares en unas trampas especiales.

Se trata de un artilugio simple y barato, un caño blanco de medio metro de largo con dos codos en sus puntas. Por allí pasan las ratas que comen el veneno y se van a morir en otro lado. La agonía puede durar cinco días. Salubridad tiene dos problemas con este sistema: el agua de lluvia que se lleva el veneno y los ladrones que marchan con los caños.

El combate físico no es habitual, pero existe. Hasta hace 30 años Salubridad utilizaba perros Foster para detectar a las ratas que con su fino olfato. La cuadrilla ponía azufre en la entrada de las cuevas y aplicaba fuego con un lanzallamas. El calor llevaba el gas tóxico por las galerías. No quedaba nada. Y lo que se salvaba recibía un palazo. Ahora no hay perros, pero el azufre se mantiene y se aplica con sopletes.

Calle.

Cuando hay una denuncia intervienen en las boca tormentas. Colocan un veneno de tal modo que las ratas deben comerlo paradas en sus patas traseras. Así se evita que el cebo termine en las alcantarillas.

Andrés Casavieja es el capataz a cargo de las operaciones. Ingresó a la comuna por sorteo en 1997 y luego hizo carrera. Desde que está en esta actividad vio irse a dos funcionarios del sector, uno porque era alérgico y otro que ganó un concurso como chofer y se fue a otra dependencia.

La mayor cantidad de horas de trabajo de las cuadrillas están dedicadas a los asentamientos, escuelas, liceos y parques, según el capataz. "En los barrios hemos encontrado galerías de ratas debajo de las camas de la gente", contó.

Para el control de las ratas en esas zonas se utiliza veneno. Se lo coloca de manera tal que no afecte a las personas o mascotas. Se trata de barrios que no tienen saneamiento donde los riesgos se multiplican, en cambio los lugares donde las condiciones la cantidad de ratas disminuye.

Mitos.

Los enemigos de las ratas saben que la naturaleza es extraña. "Un gato no es una garantía, en particular si está gordo ya que no precisa cazar. Así como se puede dar la convivencia pacífica entre gatos y perros, también es posible que entre las ratas y los gatos no pase nada", aseguró Casavieja.

El mito que dice que las ratas no suben a los pisos más altos es falso. "La posibilidad de trepar es infinita, yo recibí dos denuncias de ratas en un séptimo piso", aseguró Marín.

Cuando hay una denuncia sobre ratas en una fábrica o casa particular, los funcionarios van directamente al saneamiento. La inspección busca indicios de la presencia del enemigo, en especial materia fecal, pelos, material roído y grasa. Si hay una marca de grasa contra la pared es rata, si no, son ratones. Luego revisan las conexiones del saneamiento y en particular las tapas de los sifones. Por allí aparecen las ratas y cucarachas.

Campaña.

Un funcionario está dedicado a dar charlas explicativas a los vecinos. Lleva folletos y trata de informar de la mejor manera sobre los riesgos para la salud que vienen con los roedores. Entre otros, hantavirus, salmonela, rabia, fiebre bubónica y otros agentes patógenos que se montan en los pelos de las ratas y llegan a los alimentos o a las vías respiratorias de las personas.

Salubridad no tiene un marco legal para ocuparse de las palomas porque la Junta Departamental no ha legislado sobre ellas. Por tanto, en términos legales, no son plagas para la ciudad. La única lucha que puede desarrollar la repartición es mediante exclusión. Pinchos en las paredes, usan geles especiales, globos, ruidos y cetrería.

Hay 28 empresas de fumigación registradas, pero se estima que en el mercado hay unas 100 trabajando bajo otros rótulos.

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Protegido: el contacto con veneno obliga a tomar precauciones. Foto: F. Flores

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