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Llegó la hora

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Túnicas colgadas en un salón de clases. Foto: Archivo El País

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

El gobierno de coalición, que ganó las elecciones con el compromiso de combatir el deterioro del sistema educativo, ya sabe que será necesario enfrentar a las corporaciones sindicales y políticas.

El gobierno anunció días atrás su determinación de encarar una profunda transformación educativa con la intención de comenzar a revertir el imparable deterioro que la enseñanza uruguaya viene exhibiendo desde hace ya demasiado tiempo.

Los sindicatos de la educación no tardaron en reaccionar. “Si el gobierno quiere pelea, la va a encontrar”, advirtieron sus dirigentes, que ya adelantaron que el año lectivo 2022 será “oscuro” y de “lucha” y “resistencia”.

Parece haber llegado la hora de la verdad. El gobierno de coalición, que ganó las elecciones en noviembre de 2019 con el compromiso de combatir el deterioro del sistema educativo, ya sabe que si quiere hacer lo que debe hacerse será necesario enfrentar a las corporaciones sindicales y políticas que, desde hace ya mucho tiempo, gobiernan la educación y no están dispuestas a perder el poder conquistado.

No va a ser fácil. Habrá que prepararse para un 2022 con liceos ocupados, paros, ocupaciones y quizá hasta una huelga. ¿O alguien cree que los que desde hace 40 años mandan en la educación van a soltar así nomás la manija?

Pero cuando eso pase, habrá también que considerar que la educación necesita un cambio. Uno de fondo. Porque así no se puede seguir.

Hoy en día el 15% de los muchachos de 16 años ya están fuera del sistema educativo. A los 19 años, más de cuatro de cada 10 ya abandonaron los estudios. ¿Qué futuro les espera?

Entre los jóvenes de entre 15 y 19 años de ingresos bajos, el 45% abandona el liceo. ¿Qué van a hacer? ¿De qué van a trabajar?

En Uruguay, que supo ser ejemplo de enseñanza de calidad en el continente, sólo un 41% completa hoy Secundaria. Eso nos coloca por detrás de México, Costa Rica, República Dominicana, Paraguay, Colombia, Brasil y Perú. Todos esos países estaban atrás, pero entendieron la gravedad del problema y sus consecuencias para el futuro, encararon reformas y nos dejaron rezagados. En Perú, por ejemplo, el 86% de los adolescentes termina Secundaria. Más del doble que en Uruguay. ¿Eso no nos moviliza?

¿No nos duele que a los 15 años el 65% presente dificultades importantes en sus competencias de Lectura? ¿Y que un 74% no pueda con las Matemáticas? ¿Y que un 69% naufrague en Ciencias?

¿Qué va a ser de esos jóvenes, y de los que hoy están en la escuela, y de los que están naciendo, y de los que vendrán, si alguien no hace algo y pronto?

¿No deberíamos todos, de una buena vez, pensar en ellos y en lo que les espera si no cambiamos las cosas?

¿No deberíamos pensar en qué país tendremos en 10 o 20 años, si no empezamos cuanto antes a darles a nuestros jóvenes herramientas para defenderse en un mundo que no los espera y que les pide al menos inglés y conocimientos básicos de matemáticas para insertarse en el mundo del software, la inteligencia artificial y el Data Science?

¿Por qué condenarlos a la exclusión? ¿Por razones ideológicas? ¿Porque uno o más sindicatos anuncia que va a resistir el cambio?

Ha llegado la hora de hacer lo que hay que hacer.

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