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La necesidad

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Hubo un tiempo en que el Frente Amplio era oposición. Un tiempo en el que se oponía a asociarse con privados para recuperar el Hotel Casino Carrasco, el Hipódromo de Maroñas y el Aeropuerto de Carrasco; en el que criticaba que se concediera a privados una terminal especializada de contenedores en el puerto de Montevideo, que existieran las zonas francas, que siguieran funcionando las AFAP y que se gravaran los salarios con impuestos.

En esos tiempos, el Frente Amplio estaba en contra de la instalación de plantas de producción de pasta de celulosa. Hasta que en la campaña de 2004, con el poder a la vista, la coalición hizo un pacto de silencio. No se hablaría del asunto hasta que pasaran las elecciones.

De todos modos, los ambientalistas seguían rechazando la instalación de estas industrias en el país. ¿Y a qué partido pertenecían esos ambientalistas? ¿Para quién juntaban votos? Para el Frente Amplio.

Cuando la coalición llegó al poder, dio la bendición a los mismos emprendimientos que hasta 2003 había demonizado. Tabaré Vázquez y José Mujica defendieron las plantas de Botnia-UPM y Montes del Plata de los ataques del gobierno argentino, de la virulencia de los ambientalistas y de todo quien se atrevió a cuestionar ese modelo de producción.

Las plantas generaron miles y miles de puestos de trabajo, generaron desarrollo y aumentaron fuertemente las exportaciones. Así que con las elecciones de 2014 a la vista, el entonces presidente Mujica comenzó a pensar en la posibilidad de cerrar su administración con el compromiso de la finlandesa UPM de que instalaría una tercera planta en Uruguay. Y con bombos y platillos emprendió el viaje seguro de que volvería con una inversión de miles de millones de dólares bajo el brazo.

No fue así. En una de sus clásicas metidas de pata, Mujica había dicho pocos días antes de su viaje, que en adelante ya no sería necesario conceder zonas francas a estas industrias para que se instalaran en Uruguay. "Hoy estamos más exquisitos de paladar, y no va a ser tan fácil negociar con el Uruguay porque naturalmente ya no estamos tan pobres ni tenemos una tasa alta de desocupación", sostuvo.

En Finlandia sus dichos molestaron y así se lo hicieron saber, ya que se volvió con las manos vacías. UPM le dijo a Mujica que no tenía interés en construir una nueva planta. "En este momento la construcción de una nueva planta no está en la agenda de UPM", dijo un alto jerarca de la empresa a la agencia EFE. El mismo jerarca advirtió sobre los graves problemas de infraestructura en Uruguay.

Terminó aquel 2014. Pasó todo el 2015. Uruguay anunció un shock de infraestructura de miles de millones de dólares que nunca inició. Ahora, casi dos años después, con una economía parada, el desempleo en alza, el frente fiscal comprometido y una necesidad imperiosa de grandes inversiones, el Frente Amplio vuelve a recurrir a UPM. Ahora le ofrece las zonas francas que antes combatía, hacer las obras viales que antes no hizo y trabajar en infraestructura con la ayuda de las AFAP que hasta no hace mucho seguía combatiendo.

No hay caso. La necesidad tiene cara de hereje.

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LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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