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Tomó de rehén a anciana en una joyería, se entregó tras 10 horas de negociación y piden pena de 13 años

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Copamiento con toma de rehén en joyería del centro de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto

UN ASALTO QUE NO FUE

Arrancó el juicio por un copamiento en un local en Colonia esquina Vázquez en noviembre de 2020.

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Eran las 13:45 horas del 18 de noviembre de 2020, cuando un hombre entró a la joyería Proto, ubicada en Colonia y Vázquez. Lo atendió una mujer entrada en años, la dueña del local. Él le pidió que le mostrara unos anillos, y hasta ese instante ella ni sospechaba lo que sucedería.

El supuesto cliente, que portaba un revólver Smith & Wesson, calibre .357 “Magnum”, le dijo que llevaba una bomba en su mochila y que hacía lo que hacía porque le habían secuestrado a un hijo -lo que no era cierto. Pidió US$ 10.000. Poco después, la Policía rodeó el local. Tras 10 horas de negociaciones, el hoy imputado se entregó.

El martes 14, comenzó el juicio contra el asaltante en el Juzgado Penal de 44° Turno, cuyo titular es la jueza Diovanet Olivera. En la audiencia, las fiscales Brenda Puppo (subrogante) y Mariana Rodríguez solicitaron una condena de 13 años para el procesado por los delitos de copamiento y porte de arma de fuego.

Los abogados del imputado, María del Carmen Dávila y Raúl Menéndez, pretenden que la jueza reduzca la pena atendiendo la situación personal y los problemas psiquiátricos y psicológicos que obligaron a su defendido a cometer el ilícito (ver nota aparte).

El próximo lunes, la jueza Olivera fallará sobre el caso.

“Esta la policía”.

Durante la audiencia, el oficial del caso y otros policías realizaron un relato del copamiento y de las medidas que adoptó la Policía para capturar al indagado. Para ello, utilizaron videos de la rapiña a la joyería.

Luego declaró la víctima. “El hombre ingresó al local preguntando por un anillo. Fui a buscar uno. Vi que él miraba su celular y no se decidía. Le pregunté qué iba a hacer. El contestó que tenían a su hijo secuestrado en el Chuy y que si no entregaba US$ 10.000 a las 12 de la noche, lo iban a matar”, relató.

Ella le respondió: “Es problema es suyo, no sé qué hacer”.

El hombre repetía lo mismo mientras miraba el celular. La anciana volvió a hablar: “Disculpe, pero voy a llamar por teléfono para que me venga ayudar mi hijo para un trabajito que tengo que hacer”.

El imputado permitió a la joyera que hiciera la llamada.

Cuando ingresó él, el hombre sacó el arma. “Para mi fue horrible, porque la vi grandísima. Pidió que mi hijo y yo nos tiráramos al piso. Luego nos amenazó con el revólver”, expresó la joyera.

El hijo le preguntó al asaltante qué quería. Este respondió que precisaba US$ 10.000. “No tenemos ese dinero. Llévese esas alianzas para vender. Con eso lo puedo ayudar. No tengo dinero ni mucha mercadería en oro”, le repitió.

En ese momento, la mujer le ofreció al indagado un cheque. La oferta fue rechazada. “No voy a cobrar ningún cheque”, dijo el asaltante.

El hijo de la joyera propuso al atracador ir a un banco cercano y extraer dinero. El asaltante accedió. “Antes de salir del local, mi hijo le pidió que no me hiciera daño. A su vez, el hombre replicó a mi hijo que no hiciera nada en la calle como denunciar a la Policía. Mi hijo le prometió que no lo haría”, expresó.

Minutos más tarde el hijo de la dueña extrajo US$ 3.200 de su cuenta bancaria.

Operativo policial por copamiento con toma de rehén en el Centro de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto
Operativo policial por copamiento con toma de rehén en el Centro de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto

En la joyería, el hombre le preguntó a la mujer dónde estaban las cámaras. La joyera le dio la ubicación del sistema de filmación. El rapiñero rompió los cables.

Según el relato de ella, el imputado buscaba la forma de escaparse. Primero, señaló, encontró un martillo guardado en un cajón y golpeó varias veces una pared medianera. “Le dije que esa pared daba hacia Casa de Galicia. Va a costar mucho tiempo que usted haga un boquete ahí”, expresó.

Luego el hombre vio un ducto y pensó que podía huir por ahí. “No lo va a poder usar. Es un extractor de aire que da a una chimenea”, le dijo la anciana.

En la audiencia, la anciana dijo que el imputado también miró hacia una rejilla que daba al exterior. “Él por algún lado quería escapar”, expresó.

En ese momento, la mujer y su victimario vieron acercarse al hijo de la joyera. También observaron la presencia de un policía a pocos metros.

El nerviosismo ganó al imputado. “¿Ahora cómo me voy a ir de acá?”, dijo.

Frente al local, la Policía estacionó una camioneta de vidrios oscuros. El rapiñero pensó que había francotiradores en ese vehículo. “Él siempre estaba detrás mío y me apuntaba por la espalda”, dijo la joyera.

El asalto terminó entre las 1:20 y las dos de la mañana, luego que el hombre recibiera una llamada de su abogado. Tras cortar, le dijo a la mujer: “Me voy a entregar. Quédese ahí quieta”. El imputado se cambió el tapaboca, se acercó a la puerta, tiró el arma en el piso y fue detenido.

En el local quedó su mochila, la que no tenía ninguna bomba.

Negociación

“Participé como negociador primario en la toma de rehén. Estaba encargado de mantener el diálogo con la persona. Cuando llegamos al lugar ya había varios equipos policiales. Al principio él no quería hablar conmigo. Luego me dijo que la anciana era la garantía para que saliera vivo de ahí. Pidió que la Policía se retirara. Le dije que eso no era posible “, contó más tarde el negociador.

Operativo policial por copamiento con toma de rehén en el Centro de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto
Operativo policial por copamiento con toma de rehén en el Centro de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto

Imputado: “Necesitaba el dinero para pagar el alquiler”

Durante la audiencia judicial, la abogada María del Carmen Dávila solicitó a la jueza Diovanet Olivera que su defendido declarara sobre la rapiña con privación de libertad que realizó en la joyería el 18 de noviembre de 2020.

Dávila le preguntó al imputado cuál era su estado anímico antes del copamiento en la joyería. Este declaró que decidió asaltar el comercio después de pasar una etapa depresiva de 30 días. “Intenté quitarme la vida unos tres días antes del hecho”, explicó a la magistrada.

En ese momento, la Fiscalía objetó la pregunta realizada por Dávila. Sin embargo, la jueza Olivera no hizo lugar a la objeción explicando que dentro de la etapa de prueba es pertinente indagar al imputado para conocer su personalidad.

Dávila dijo a su defendido que debía contestar. El indagado dijo: “Yo tenía el desalojo para el día siguiente del hecho. Había recibido una llamada de la dueña de la casa. Ella me señaló que esperaría hasta las 12 de la noche para que yo le pagara lo adeudado y que, al día siguiente, la aseguradora me iba a desalojar con mi familia si no abonaba”, afirmó el imputado. Y señaló: “Como tenía el desalojo, por primera vez delinquí, por primera vez hice algo que nunca había hecho”. Por eso, dijo, ingresó a la joyería y en ningún momento señaló que estaba cometiendo un asalto. “Yo no sabía qué decir ni qué hacer (ante la joyera que atendía el local). En el momento me salió decirle a la anciana que tenía un hijo secuestrado y que necesitaba US$ 10.000. No era verdad. Necesitaba el dinero para pagar el alquiler de mi casa”, explicó.

Relató que cuando el hijo de la dueña se retiró para ir a sacar dinero de un banco, el indagado le prometió que en tres meses se lo iba a devolver. También le dijo que no le iba a hacer daño a la joyera. “En un momento dejé el arma arriba de la mesa. También le dije que se sentara más abajo porque sabía que había francotiradores dentro de una camioneta ubicada en el frente”, agregó en el Juzgado. Y relató que descendió al subsuelo del local para quitarse la vida. En ese momento, agregó, la anciana le dijo que no cometiera ninguna locura. “Apreté el gatillo y la bala no salió”, declaró.

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