Publicidad

El padre que hizo de escudo humano a su hija cuando una banda argentina copó su casa

Compartir esta noticia
Arma de policía. Foto: Fernando Ponzetto.
Fernando Ponzetto

HISTORIA DE UN ROBO FRUSTRADO

Sucedió en 2012 y el 30 de abril procesaron a un asaltante por homicidio agravado en grado de tentativa.

El empresario fabricaba zapatos. Unos supuestos interesados se comunicaron con el fabricante. Le dijeron que eran propietarios de una zapatería en la ciudad de Colonia y que querían sumar su línea de zapatos.

Las conversaciones se sucedieron en los días siguientes. Al empresario no le llamó la atención cuando los supuestos zapateros colonienses le pidieron para ir a su casa, ubicada en el barrio Carrasco, para ver algunas muestras y comprar la primera partida de zapatos.

Eran casi las cuatro de la tarde del 31 de mayo de 2012 cuando cuatro delincuentes argentinos, entre ellos una mujer, llegaron en un auto a la casa del empresario. Carlos Alberto D., Félix G. y Samanta M. descendieron del vehículo e ingresaron a la casa ubicada en la calle Blanes Viale y Canadá.

Al entrar, Carlos Alberto D., tomó por el cuello a la hija del empresario y la amenazó con un arma de fuego. “Decinos dónde está la plata o te mato ahora mismo”, dijo el delincuente a la aterrada víctima.

En esos momentos, el padre de la joven, Miguel R. (nombre ficticio) se percató de lo que ocurría e irrumpió en la habitación. Ello motivó la rápida reacción de dos atracadores que fueron tras sus pasos y abrieron fuego contra el padre de la rehén. En tanto, el tercer integrante de la banda soltó a la joven e intentó escapar.

El fabricante de zapatos alcanzó a tomar un arma. Agarró a su hija y ofició de escudo humano, dijo a El País una fuente de la investigación.

Luego el dueño de la casa repelió a tiros el ataque de los copadores. Llegó a herir a uno de los agresores. Los delincuentes se dieron a la fuga en el auto que los esperaba afuera, conducido por Víctor L. Los rapiñeros argentinos no pudieron consumar su propósito de apoderarse de dinero, relató el juez Nelson dos Santos en un dictamen fechado el 30 de abril pasado.

El rapiñero herido fue llevado por sus compinches al hospital de Pando, donde falleció al día siguiente. Pocas horas más tarde, el chofer del auto, Víctor L., auxilió a Carlos Alberto D. para que pudiera salir de Uruguay hacia Argentina. Días después, su pareja, Samanta M., también lograría irse.

A prisión.

Carlos Alberto D., viejo delincuente, siguió en Argentina haciendo lo que sabía hacer: atracos. Enseguida fue atrapado por la Policía argentina y recluido en una prisión.

Al ser informado de su captura, el juez Dos Santos apeló a la cooperación jurídica internacional y solicitó su extradición a Uruguay cuando cumpliera con su condena.

Ante el juez Dos Santos, el delincuente argentino negó su directa participación en el copamiento a la casa de Carrasco. No obstante, admitió en el Juzgado que conocía a los restantes integrantes de la banda, así como la circunstancia de haber traído desde Argentina a su pareja y a otros dos secuaces para efectuar el asalto al empresario.

“Yo sí los traje. Sé que vinieron y se juntaron, que querían hacer una cagada, y yo me fui a la mierda en la noche, a las ocho o nueve de la noche”, declaró el delincuente argentino.

El fiscal Luis Pacheco solicitó el enjuiciamiento y la prisión de Carlos Alberto D. bajo la imputación de un delito de homicidio agravado en grado de tentativa.

La defensa del delincuente argentino no se opuso al pedido fiscal. Sí pidió al juez Dos Santos que tenga presente el tratado con Argentina para el cumplimiento de sentencias en el extranjero. Es decir, que el magistrado lo transfiriera a una cárcel argentina.

El 30 de abril pasado, el juez Dos Santos procesó a Carlos Alberto D. por homicidio agravado en grado de tentativa.

El delincuente enfrentará una pena de ocho años y 10 meses de prisión.

“Cruzar el charco” para realizar asaltos con mucha profesionalidad

Ya en la década de los noventa del siglo pasado, el extinto Departamento de Investigaciones de la Policía de Montevideo tenía evidencias de que delincuentes argentinos “cruzaban el charco” a realizar robos a remesas de dinero y a instituciones bancarias. Investigadores de Hurtos y Rapiñas y de la Brigada de Asaltos señalaban a cronistas policiales que los argentinos llegaban a Uruguay convencidos de que la seguridad de casas de cambios e instituciones financieras era inferior a la de Argentina.

En los años 2000, los investigadores atraparon a rapiñeros argentinos antes de subirse a barcos con destino a Buenos Aires o San Fernando. En ese momento se intensificó la cooperación entre policías de ambos países.

En 2016, una banda realizó un asalto en menos de dos minutos a la sucursal del BROU en La Paz. Las filmaciones mostraron a los asaltantes portando armas de guerra y con los rostros descubiertos. No fueron identificados. Se sospechó que eran asaltantes argentinos.

En 2017 se efectuaron millonarios atracos a mutualistas. La Policía también presumió que habían sido planeados por argentinos. No hubo detenidos.

El “cotorra loca” y sus vínculos con argentinos

Walter Guillén Bustamante, alias “el Cotorra Loca”, fue uno de los líderes del motín del Penal de Libertad en 2003 que terminó con la casi destrucción de esa cárcel. Una foto lo muestra tras una reja con un sombrero de Papá Noel y un celular mientras negocia con el entonces ministro del Interior, Guillermo Stirling. A partir de ahí, al historial de Guillén Bustamante se le agregaron asaltos millonarios y homicidios. En 2005 se fue caminando del Penal de Libertad. Fue capturado por la Policía argentina en Lomas de Zamora en 2019. La Policía uruguaya considera que Guillén Bustamante realizó asaltos con argentinos en Uruguay.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad