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Homicidas caen por mensaje de texto que uno de ellos envió a su madre con el celular de la víctima

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Seijas atendía el quiosco desde hacía aproximadamente 30 años, hasta que lo asesinaron. Foto: El País

CRIMEN EN 2018

Los autores del asesinato de un quiosquero del barrio Manga, ocurrido hace tres años, fueron condenados a 23 años de penitenciaría.

"Un poquito más de paz en el alma y la Justicia tarda pero llega”, escribió en Facebook el hijo de Mario Seijas, un hombre de 58 años que fue asesinado en 2018 cuando estaba a punto de cerrar su quiosco en Manga.

Fueron casi tres años en que la familia Seijas participó de todas las instancias judiciales con la esperanza de, al final, escuchar que los dos imputados que lo habían matado irían a la cárcel. Ese momento llegó el pasado lunes.

En una audiencia de más tres horas, el juez penal Marcelo Souto condenó a las dos personas como coautores de un homicidio muy especialmente agravado, y les otorgó una pena de 23 años de penitenciaría.

Fuentes que participaron de los años de instancias judiciales resaltaron a El País la fortaleza de los hijos de Seijas durante todo el proceso.

En su momento, el crimen de Mario Seijas generó conmoción. Era el homicidio de un trabajador, un hombre que hacía 30 años atendía su kiosco en Juan Pedro Cantú y Juan José Severino. El último día fue el 4 de octubre de 2018.

Eran cerca de las 19 horas y Seijas estaba con uno de sus hijos a punto de cerrar el negocio. En ese instante llegaron los dos delincuentes. Estaban armados y comenzaron a exigirle a Seijas que les diera el dinero.

Luego le dispararon, se llevaron su celular y se fueron corriendo. El hombre fue trasladado a la policlínica de Capitán Tula, donde falleció.

Uno de sus hijos, que presenció el crimen, nunca pudo declarar. “Es un tema muy difícil para mi hermano”, dijo el otro hijo del trabajador.

El caso del crimen del quiosquero recayó en manos de equipo de la Fiscalía de Homicidios de 1er Turno, cuyo titular es Juan Gómez. En ese momento se comenzó a trabajar en la búsqueda de testigos de identidad reservada.

Además, se buscó acceder al teléfono celular de la víctima. De allí se comprobó que tanto el día del crimen, como los posteriores, hubo mucha actividad en el aparato que, cuando lograron rastrearlo, ya tenía otro chip. Las pericias permitieron acceder al historial y descubrir que varios de los mensajes que habían partido del teléfono fueron enviados a una mujer que -quedaría probado- era la madre de uno de los condenados.

Según pudo demostrar la Fiscalía, quedó claro que “el celular que fuera de la víctima fue utilizado” por el ahora condenado para mandarle mensajes de SMS a su madre en los días posteriores al crimen, de acuerdo a la sentencia judicial a la que accedió El País.

Por otra parte, la Fiscalía logró probar que los dos asesinos tenían un vínculo y que al momento del crimen vivían en la misma casa. Testigos de identidad reservada pudieron aportar la descripción de los ahora condenados y así vincularlos al día del homicidio.

Fiscal de Homicidios, Juan Gómez. Foto: Darwin Borrelli
Fiscal de Homicidios, Juan Gómez. Foto: Darwin Borrelli

Según manifestó el juez, “el día de los hechos fueron vistos caminado en dirección al quiosco” e ir corriendo en sentido contrario una vez que se escucharon los disparos. Así lo declararon varios testigos.

Es así que luego de varias instancias y de un juicio que empezó el 24 de julio de 2020 y terminó el pasado lunes, el fiscal Gómez logró probar la teoría que se tenía desde un principio y la Justicia condenó a ambos culpables.

“En nombre de la familia Seijas, enteramente gracias”, terminó escribiendo uno de sus hijos en su posteo en la red social Facebook.

Abogados de la UdelaR defendieron a la familia

La familia de Mario Seijas participó de todo el proceso penal hasta escuchar la sentencia que condenó a los culpables. Estuvieron patrocinados por el consultorio jurídico de la Universidad de la República, a cargo de Juan Raúl Williman, en convenio con Asfavide y el Ministerio del Interior.

Williman explicó a El País que “a veces la gente no visualiza la necesidad de las víctimas de participar en el proceso penal”. Y dijo que aunque no todos quieren hacerlo, para otros “es una necesidad imperiosa”, como en el caso de la familia de Seijas.

“El agradecimiento de las víctimas respecto a su necesidad de participar demuestra que esa necesidad se está cubriendo y eso no es poco en el cambio del sistema procesal penal”, explicó el abogado de del consultorio de la UdelaR.

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