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Fiscalía inicia un juicio por tan solo 4 gramos de pasta base

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Hombre fumando pasta base. Foto: AFP

JUSTICIA

Fiscal procura imputar a cuidacoches venta de drogas; defensa dice que es un consumidor desde hace 17 años.

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Sebastián P. es cuidacoches. Una llamada anónima alertó a la Policía que estaba vendiendo pasta base. Fue detenido por la Policía. En sus bolsillos, los efectivos le encontraron 15 “chasquis” (dosis) de pasta base. Sin embargo, en la sede de la Brigada Antidrogas, los policías lo cachearon y encontraron otros 24 “chasquis” ocultos dentro de sus prendas.

Edgar Rodríguez, fiscal adjunto de la Fiscalía Especializada en Estupefacientes, cuya titular es Mónica Ferrero, intentó acordar un juicio abreviado con el defensor público de Sebastián P., Diego Moreira, a cambio de una pena de prisión de tres años y medio en base a la ley de pasta base.

Es decir, que la droga que le fuera incautada al imputado no es para consumo y el objetivo del cuidacoches era venderla.

Sebastián P. rechazó el acuerdo. La defensa alegó que el hombre es un consumidor compulsivo, con varias internaciones en el Portal Amarillo.

El cuidacoches enfrentó una medida cautelar de prisión domiciliaria.

El juicio comenzó ayer en el Juzgado Penal de 39° Turno. En la audiencia que se realizará hoy, la defensa presentará los testimonios de dos médicos que atendieron al imputado en el Portal Amarillo.

El juez del caso, Eduardo Pereyra, dijo a El País que en unos 14 días fallará sobre el caso.

La acusación.

El caso se inicia con la supuesta venta de estupefacientes. Se le tipifica posesión de drogas no para consumo, según indicó a El País una fuente de la investigación.

Para la Fiscalía, la conducta del cuidacoches se ve agravada por el hecho de que tenía en su poder pasta base y no marihuana; son 39 dosis, lo que excede la cantidad para consumo propio. Y cuestionó que los testigos que solicitó la defensa para hoy no son peritos.

La Fiscalía también entiende que la pasta base, a diferencia de la marihuana, no tiene un mínimo para consumo. El mínimo razonable para consumo de la marihuana son 40 gramos.

Según la fuente, Sebastián P. no tiene trabajo y es evidente que alguien le entregó esa cantidad de dosis de pasta base para comercializarlas. Es decir, primero tomó la posesión de la droga y luego iba a venderla.

En una casa que era vigilada incautaron varias dosis de estupefacientes. Foto: Unicom
Pasta base. Foto: Unicom (archivo)

La Fiscalía espera que el juez Pereyra falle y condene a Sebastián P. por un delito de tenencia de drogas no para consumo. En caso contrario, apelará la sentencia hasta las últimas consecuencias, advirtió la fuente.

Sebastián P. también es investigado por el fiscal de Flagrancia, Alejandro Machado, por un hurto de latas de cervezas de un comercio. Una filmación en poder de Machado muestra al cuidacoches saliendo del comercio con los objetos hurtados.

La defensa.

l argumento esgrimido por el defensor Diego Moreira es que la pasta base no tiene un mínimo establecido por ley y, por lo tanto, casi cuatro gramos de dicha droga puede representar el consumo de un día de un adicto.

Moreira advirtió que la Fiscalía deberá probar que los 39 “chasquis” que Sebastián P. tenía en su poder no eran para consumo propio.

Logística aceitada.

El 3 de noviembre de 2018, el abogado defensor de menores, Daniel Sayagués Laso, alertó sobre dos situaciones: la saturación del mercado de la pasta base y que los narcos montevideanos tenían una aceitada organización empresarial montada: depósitos, distribuidores que repartían la droga en motos y puestos de venta (“bocas”).

Hace un año, menores en los juzgados declararon que llegaron a fumar hasta 100 dosis de pasta base por día.

Eso representa unos $ 5.000 diarios. Si logran obtener más dinero, el número de dosis crece.

El tráfico y los crímenes en los barrios

El 47% de los homicidios cometidos en 2018 se debió a conflictos entre criminales. Según estimó la Policía en abril de 2019, casi la totalidad de estos delincuentes están vinculados a organizaciones narcos. El microtráfico se ha expandido en el área metropolitana. Fuentes de la Policía Antidrogas señalaron a El País que hay al menos dos grupos por barrio en la periferia que se dedican al tráfico de drogas, pero también a la extorsión y venta de objetos robados.

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