Publicidad

Caso Arno Wollensak: Justicia ordena "código rojo" a Interpol para buscar a dos mujeres

Compartir esta noticia
Policías de Los Cerrillos custodian la chacra. Foto: Darwin Borrelli
[[[Darwin Borrelli ]]]

EL CRIMEN DEL GURÚ ALEMÁN

Juez ordena “código rojo” a Interpol para Julia Ravel y Úrsula Frei; podrían estar con vida

Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.

El domingo 28 de julio de 2016 apareció muerto en la playa de La Floresta el alemán Arno Wollensak, de 60 años, líder de una secta alemana. Fue encontrado por un hombre que caminaba por la arena. Tenía su cabeza cubierta con una bolsa negra, atada con un precinto a la altura del cuello. Sus manos estaban esposadas y las piernas ligadas a la altura de los tobillos.

Cuando la Policía Científica retiró la bolsa de la cabeza del cadáver, descubrió que Wollensak tenía la boca abierta al máximo, sostenida por cinta plástica.

La Armada Nacional, por su parte, informó que el asesinato pudo haberse cometido en costas uruguayas, pero no se descartaba que el cuerpo hubiera sido arrojado desde un barco. La autopsia reveló que la muerte se dio por asfixia, pero no quedó determinado si la misma fue por la bolsa de nylon o por inmersión.

El cadáver habría estado por lo menos una semana en el agua, según el expediente del Juzgado Penal de Atlántida, que hoy tiene mil hojas.

A tres años del homicidio, la Policía no tiene pistas sobre el paradero de la pareja de Wollensak, Julia Ravel, y una integrante de su grupo, Úrsula Frei.

El expediente judicial revela que la Justicia siguió hasta el final todas las hipótesis y no encontró pruebas para incriminar a nadie por el asesinato de Wollensak. La investigación, ahora a cargo del juez de Atlántida, Enrique Falco, y la fiscal Silvia Mascaró, no se cerró.

En mayo de 2019, el juez Falco ordenó a la Policía la verificación de la situación de la hija de la víctima, que reside en Alemania, y solicitó a ese país europeo información acerca de cualquier movimiento o tránsito registrable de todos los involucrados en el caso, incluso la hija de Wollensak.

Ese mismo mes Falco solicitó a Interpol que emitiera un “código rojo” de búsqueda a nivel mundial de Julie Ravel y Úrsula Frei, porque una de las hipótesis es que ambas mujeres podrían estar con vida.

Por su parte la hija de Wollensak tiene una herencia para recibir. La mujer solicitó ayuda a la Embajada de Alemania en Uruguay, que la derivó a un abogado. El profesional presentó un escrito en el Juzgado Penal de Atlántida reclamando para la hija de Wollensak la chacra de Los Cerrillos y los vehículos, y alegó que la mujer se encuentra en una situación angustiosa, carece de recursos económicos para su subsistencia. Pero ella nunca concurrió personalmente al Juzgado a reclamar esos bienes.

Casona: dentro de la casa se observan valijas sin terminar de arreglar. Foto: D. Píriz
Casona: dentro de la casa se observan valijas sin terminar de arreglar. Foto: D. Píriz

Hipótesis.

Antes de Falco, el juez encargado de investigar el crimen fue Marcos Seijas.

En los primeros días de la investigación, la Policía y la Prefectura no lograban identificar a la víctima. A la semana del hallazgo, supieron que se trataba de Arno Wollensak, un hombre requerido por la Justicia alemana, acusado en nueve casos de abuso infantil. Vivía en una cómoda propiedad de Los Cerrillos, Canelones. La chacra tenía costa sobre el río Santa Lucía.
Las hipótesis del asesinato de Wollensak manejadas por la Justicia son tres:

1) La víctima quedó debiendo plata a prestamistas que conoció en el Penal de Libertad cuando estuvo preso por falsificación de documentos y decidieron ultimarlo.

2) La venganza de algún ex integrante de la secta o un familiar de uno de ellos;

3) Las dos mujeres con las que convivía lo mataron y huyeron.

La Policía no tiene información sobre el paradero de las mujeres. Sí sabe que de la casa donde vivían faltan sus ropas, valijas y algunos utensilios de pintura.

Otra hipótesis manejada por el juez Seijas es que las mujeres también fueron asesinadas y sus cadáveres arrojados al mar. A diferencia del cadáver del gurú, las corrientes habrían llevado sus cuerpos mar adentro.

También es posible que Wollensak haya sido ejecutado en Montevideo y su cadáver arrojado en la costa canaria.

Un sicario brasileño.

Entre el 5 y el 6 de octubre de 2016, la Policía detuvo a diez personas en el marco de la investigación por el asesinato de Wollensak. Entre ellas comparecieron dos policías y quien pasó a figurar como propietario de la chacra de Los Cerrillos después de pagar 70.000 dólares por un boleto de reserva de los inmuebles.

Uno de los detenidos, amigo del supuesto comprador de la chacra de Wollensak en Los Cerrillos, declaró, según consta en el expediente judicial, que su amigo pensó que había realizado un mal negocio y que corría el riesgo de perder las propiedades.

“Primero le prestó al alemán 28.000 dólares. Mi amigo firmó una promesa de compraventa con Wollensak por tres bienes: la chacra, una camioneta Mercedes Benz y maquinaria agrícola por un total de 280.000 dólares”, testificó.

Según el indagado, el supuesto comprador entregó a Wollensak una seña y se comprometió a pagar el saldo cuando el alemán presentara los bienes a su nombre.

Wollensak había adquirido la chacra y los vehículos con el nombre de Mark Neumann, designación que figuraba en los documentos falsos que había adquirido en Surinam.

Según el expediente, Wollensak trató de vender la chacra por 500.000 dólares. Había pagado por ella 400.000 dólares.

“Reitero, mi amigo le dijo que le adelantaba a Wollensak un dinero. También le hacía una entrega de 42.000 dólares, más un préstamo anterior que le había dado, de 28.000 dólares”, relató.

Agregó que el 10 de julio de 2016 Wollensak le entregó a su amigo la posesión de la finca luego de que ambos firmaron un compromiso de compraventa.

Wollensak y el supuesto comprador de la propiedad dialogaron afuera de la casa principal de la chacra, según el testimonio que consta en el expediente judicial. “Llegó una camioneta conducida por un hombre con acento brasileño. Cargaron las valijas, se subieron ellas. Me encargaron que cuidara los perros. La camioneta frenó en la casa de adelante, donde vivían los caseros. Estuvieron cinco o diez minutos y se fueron. Yo me quedo un rato en el sillón y me fui”.

Consultado sobre los motivos que llevaron a Wollensak a salir en forma intempestiva del lugar donde vivía, el indagado dijo: “Arno le tenía miedo a las represalias de Alemania, a la situación con la Policía uruguaya” por haber falsificado documentos de identidad. “Estaba cansado. Ellos querían ir a Brasil o a Paraguay. Ellos querían volver a vivir en el anonimato”. Arno “me dio a entender que había arreglado con alguien para irse de Uruguay”.

Juez Seijas: Usted sabe el nombre de esa persona.

Supuesto comprador: Que yo sepa no. Pero lo dio a entender, que había arreglado eso con alguien.

“Arno era una persona muy manipuladora”

Un detenido vinculado a una armería que solía visitar Arno Wollensak, declaró en calidad de indagado. “Arno me dijo que había estado preso. Salió de la cárcel muy flaco y deteriorado. Le pregunté por qué había utilizado una identidad falsa para ingresar y vivir en Uruguay. Me dijo que era acusado en Alemania por un libro escrito por una muchacha muy fantasiosa y que desde chica era muy libertina”, señaló en la sede. “El abogado de Arno le dijo que lo iban a meter preso en Alemania y por eso huyó. Dijo que no tenía dinero. Al abogado uruguayo que lo defendió por el caso de falsificación de documentos, le dijo que cuando vendiera sus propiedades le iba a pagar. Tiempo después me enteré de que Arno era una persona muy manipuladora”.

Juez Seijas: Diga usted si Wollensak le comentó que quería vender sus propiedades

Indagado: Sí. Le quedaba un campito en Lavalleja. Dos veces me dijo que tenía dos campos linderos ahí. Luego vendió uno a un brasileño.

Juez Seijas: Le habló de irse del país.

Indagado: Me dijo que Brasil siempre le había gustado.

Una secta oscura y una huida por dos continentes
Arno Wollensak y su esposa ingresaron a Uruguay por el aeropuerto de Melilla
Arno Wollensak. Foto: Stronger After.

Arno Wollensak era líder de la secta new age «Lichtoase» (Oasis de Luz), que había sido denunciada una década antes en un libro que tuvo cierta resonancia en Alemania, escrito por una exmilitante religiosa de sus propias filas. La mujer, Lea Saskia Laasner, que logró huir de la secta en 2001 cuando el grupo religioso estaba en Belice, decía que siendo una niña de 14 años había sido obligada por Wollensak a mantener relaciones sexuales con él por motivos espirituales. Lea Saskia es hija de Úrsula Frei, que siguió al gurú hasta Los Cerrillos y cuyo paradero sigue sin conocerse.

Wollensak era seguidor del indio Osho Bhagwan Shree Rajneesh, y su esposa, Julia Ravel, imputada en Alemania por abusar del hermano de Lea Saskia Laasner, decía ser médium y canal de Ramtha, un espíritu guerrero de 35.000 años que guiaba a los miembros de su secta.

Oasis de Luz funcionó diez años en Alemania y luego desapareció. Inicialmente la secta se trasladó a Austria, luego a Portugal y por último a Centroamérica.

En los primeros días de agosto de 2016, el juez del caso, Marcos Seijas, entonces a cargo de la investigación del homicidio porque aún regía el viejo Código del Proceso Penal, declaró que Wollensak y su pareja, Julie Ravel, ingresaron al país en una avioneta en 2007, por Melilla, con documentos falsos que compraron en Surinam por 50.000 dólares. Tras ser detenidos, Wollensak y su pareja no fueron extraditados a Alemania. El fiscal Gilberto Rodríguez resolvió que los delitos por los cuales el matrimonio era requerido databan de 1994 y, por lo tanto, habían prescripto. No obstante, Rodríguez solicitó a la jueza Adriana de los Santos el procesamiento de la pareja por falsificación de documento público. La magistrada hizo lugar al pedido y los procesó en 2015. El gurú alemán fue alojado en el Penal de Libertad. La esposa de Wollensak, Julie Ravel, fue encarcelada en el Instituto de Rehabilitación Femenino.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad