TRÁFICO ILEGAL
Tenía su negocio en el Cerro. La Policía realizó una investigación durante cinco meses para desarticular el negocio irregular.
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Todo aquel delincuente que necesitaba algo relacionado con las armas acudía a “El Armero”. Así lo conocían en el Cerro, donde tenía su taller escondido para pasar desapercibido. Dicen quienes lo investigaron que este hombre de 59 años comenzó a montar su negocio luego de haber estado tres meses preso por tráfico de armas.
Fue entre rejas que “El Armero” conoció potenciales clientes. Los delincuentes que compartían prisión con él ya sabían que, una vez que recuperaran su libertad, de necesitar cualquier operación que tuviera relación con las armas, podían recurrir a “El Armero”.
Pero este hombre, que fabricaba municiones y proveía de cargadores y otros accesorios a los clientes, que luego usaban para delinquir, fue capturado.
El 22 de enero de este año la Dirección de Investigaciones de la Policía Nacional elaboró un informe alertando a investigadores de Inteligencia policial que un hombre tenía un negocio irregular para el tráfico interno de armas. Así empezó todo. Durante cinco meses efectivos de la Dirección General de Información e Inteligencia Policial, bajo la conducción del fiscal de Flagrancia de noveno Turno, Fernando Romano, estudiaron los movimientos de “El Armero” y se concentraron en identificar quiénes eran sus clientes y por dónde se movían las armas que este les proveía.
Según explicaron fuentes de la investigación a El País, entre enero y julio de este año la Policía aplicó distintas técnicas de inteligencia y pudo establecer que “El Armero” se relacionaba con unas 10 personas. Se detectaron maniobras de tráfico interno de armas y municiones. Una vez que los investigadores pudieron ubicar los domicilios de los clientes, como el del principal proveedor de las armas, se realizaron 12 allanamientos en simultáneo. La operación de Policía y Fiscalía se llamó “Trigger III”.
“El Armero tenía contactos con gente recluida en prisión. Él estuvo preso tres meses en 2018 y ahí conoció muchos reclusos que, por el propio oficio de armero, luego le llevaban armas para reparar y también si necesitaban municiones las adquirían”, confió una fuente del caso a El País.
Fue así que personal de Inteligencia, entonces, pudo detectar dónde funcionaba su negocio irregular. El hombre tenía el taller en el barrio Cerro, y además de reparar y conseguir municiones también vendía armas. De todas maneras, las fuentes consultadas indicaron que no necesariamente todos sus clientes eran delincuentes, aunque sí la mayoría de ellos. “El hombre no estaba habilitado para la reparación ni para la venta, todo era ilegal”, agregó la fuente.
En el marco de la investigación que permitió desbaratar este negocio clandestino, los efectivos policiales lograron incautar 15 armas de fuego (revólveres, rifles, escopetas y pistolas) y 890 municiones de diversos calibres. Las armas incautadas serán analizadas también por la Policía Científica con el fin de determinar si alguna de ellas tuvo participación en hechos delictivos tales como rapiñas u homicidios.
De los 12 allanamientos realizados por la Policía, 11 se dieron en Montevideo y uno en la ciudad de Castillos (Rocha). A estos lugares llegaron porque la información recolectada daba cuenta de que en los lugares allanados estarían las armas que “El Armero” había arreglado o vendido a los delincuentes.
De las 10 personas identificadas, ocho fueron puestas a disposición de la Justicia. Entre estas hubo cuatro, incluido “El Armero”, que fueron condenadas por delitos de tráfico interno de armas de fuego, fabricación, municiones y otros materiales relacionados. En tanto, otras dos personas fueron imputadas y esperarán una condena luego de pasar por la instancia de un juicio oral. Las otras dos personas involucradas quedaron emplazadas.
Municiones de Argentina
Como parte de la investigación que se llevó a cabo para capturar a “El Armero”, la Policía logró llegar a una nueva pista. Antes se colocaban en Uruguay de forma ilegal municiones que proveían de Brasil. Ahora, indicaron fuentes del caso a El País, la Policía tiene la hipótesis de que las municiones entran de Argentina para ser comercializadas luego en Uruguay.
La Policía entiende que el combate al tráfico interno de armas es fundamental porque es considerado un “flagelo a nivel mundial”. Según explicó una fuente policial a El País, hay un enfoque estratégico de la Policía para poder incautar las armas irregulares del mercado ya que esas armas, explicaron, terminan siendo utilizadas por delincuentes para cometer delitos graves.
Además también provee a quienes delinquen de armamento para enfrentarse a la Policía. Los investigadores detectaron además una nueva modalidad en Uruguay: una especie de “alquiler” de armas de fuego. Según explicaron fuentes policiales, algunos delincuentes pagan por obtener un arma con el fin de cometer una rapiña o un homicidio, y luego de usarla la devuelven.
Eso es un problema porque para probar la participación de un delincuente en un delito es importante tener un objeto material de prueba. Mediante este sistema de “alquiler”, los delincuentes se aseguran de que el arma esté en un lugar seguro. Esta nueva modalidad es seguida de cerca por la Policía y ha sido detectada en varios operativos que hicieron los investigadores.