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Je Suis Voltaire

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El derecho de la intolerancia es absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres, y es mucho más horrible, porque los tigres solo desgarran para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos" (Voltaire).

Es una trágica paradoja que quienes creen en un dios todopoderoso, hacedor de cuanto existe, deban encargarse manualmente de ejecutar sus caprichos. La masacre de París manifiesta esta contradicción flagrante. Si el dios de los musulmanes o de cualquier otro credo considerara del caso que mueran quienes se burlan de su profeta, debería encargarse personalmente. Quizás haya perdido sus divinas facultades luego de su mayúscula obra y, habiendo transcurrido tanto tiempo desde que se decidió a trabajar, sus fuerzas hayan menguado. Puede ser esa la razón que lo lleve, cual cabecilla de una banda de rufianes, a inspirar jovencitos marginados y fanatizados con sus promesas para que entren en un supermercado o en la redacción de una revista y maten a un puñado de sus hijos, por no reconocerlo como el dios verdadero o porque no respetaron algunos párrafos de sus textos sagrados.

Existe otra hipótesis menos catastrófica y es que, siendo Alá el dios compasivo a que se refiere el Corán, todo crimen contra sus criaturas le resulta una conducta repugnante, por lo que está teniendo una semana de un humor terrible.

La disyuntiva es clara: los yihadistas son unos criminales sin dios ni moral, o bien el dios en el que creen no existe. Como se ve, no se trata de una discusión teológica sino puramente racional: no puede haber un dios tan cruel y bárbaro que promueva semejante matanza, y peor aun, que tenga un espíritu tan mezquinamente humano como para no disfrutar de unos dibujos con que unos pobres mortales intentaron exhibir al mundo la imbecilidad de sus falsos feligreses.

Como decía Voltaire, no existe el derecho a la intolerancia por la sencilla razón de que violenta la naturaleza del derecho humano, que está basado en el principio de no hacer a otros lo que no queremos que se haga con nosotros. Voltaire terminó su célebre "Tratado sobre la tolerancia" (inspirado en un caso ocurrido en épocas en que Francia asistía a las masacres entre cristianos) pero debió transcurrir un cuarto de siglo antes de que Luis XVI dictara un edicto protegiendo los derechos de los súbditos no católicos. Dos años más tarde, con la revolución llegaría la Declaración de los Derechos del Hombre. Su artículo 10 consagra que "nadie debe ser inquietado por sus opiniones, incluso religiosas, con tal de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley", y el siguiente que "la libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre". Por eso Alain Touraine dijo que los atentados de París eran una declaración de guerra: pretendieron matar a Voltaire, que es lo mismo que matar a Francia y a la libertad. Para la demolición, los yihadistas cuentan con el apoyo de la derecha racista de Le Pen y la izquierda radical de Occidente. Habría que tomarlos en serio.

GERARDO SOTELO

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