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La interna

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Nadie diría que hace apenas diez meses toda esta gente estaba junta, recorriendo el país codo con codo, compartiendo tribunas, banderas y afanes, defendiendo una década de grandes logros económicos y sociales, y pidiendo que todo eso, tan tremendamente maravilloso, no se detuviera nunca.

Hoy están todos peleados. Se matan a través de los medios. Se pasan facturas y se pegan donde saben que al otro más le duele. Y no paran.

Astori y su gente disparan sin piedad contra Sendic y su pésima gestión en Ancap. Que invirtió en lo que no debía. Que gastó lo que no podía. Que contrató más gente de la que correspondía. Que hizo lo que quería, mientras Mujica miraba para otro lado y el sindicato aplaudía.

Sendic manda, a su vez, a su gente a proponer todo lo que a Astori le pone los pelos blancos de punta. Que se venda parte de las reser- vas internacionales. Que se aumente la carga impositiva. Que se atiendan los reclamos de los sindicatos.

Vázquez, que es el presidente, mira cómo su vicepresidente se enfrenta a su ministro de Economía. Pero no interviene. ¿No quiere? ¿O no puede?

Olesker, que antes era ministro, ahora es asesor del Pit-Cnt. Y como asesor propone más impuestos. Sabe que el Frente Amplio hizo su campaña prometiendo que no aumentaría la carga tributaria. Pero las elecciones ya pasaron. No hay necesidad de seguir disimulando. Váz-quez mueve a María Julia, que sale a cruzar a Olesker en televisión. Dice que Olesker propone ahora, como asesor, lo que antes no decía como ministro.

Y no paran. La Presidencia saca a luz las desprolijidades de la administración de Mujica en el establecimiento de la residencia presidencial de Anchorena. Pero la barra de Mujica y el Partido Comunista no se quedan atrás. Le derrumban a Vázquez el sueño del TISA propio, y cuando el presidente no terminó de tragarse ese sapo salen a decirle que quieren tocar el Presupuesto, el mismo que Váz-quez y Astori pidieron que se apruebe sin cambios.

Los sindicatos que responden al Partido Comunista no dan tregua. A estas alturas de 2014 advertían que si ganaba Lacalle Pou el país se volvería ingobernable. Hoy muestran que, habiendo ganado Vázquez, el país se vuelve ingobernable si no se hace lo que ellos reclaman.

Y mueven las piezas. Se ocupan liceos. Se siguen perdiendo clases. Vázquez y María Julia dicen que hay que recuperar los días de enseñanza perdidos. Y ellos dicen que nones. Y muestran, además, que mandan ellos. Y que el que quiera animarse a enfrentarlos lo va a pasar mal.

Y paralizan la Salud. Y cargan una y otra vez. Critican a quienes hasta hace diez meses decían venerar. Y prueban a Vázquez. Y perciben que el primer mandatario está sintiendo el castigo. Pero no paran. Vuelven una y otra vez a la carga.

El primer objetivo, ya cumplido, era mantenerse en el gobierno. Ahora la lucha es para ver quién tiene el poder. Y se juega en cada tema. A cada paso.

Habrá que esperar para ver quién gana la pulseada. Y rezar para que, cuando se decidan a gobernar, no sea demasiado tarde.

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La columna de Pepe Preguntón

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