"Nuestro organismo está regulado por procesos electroquímicos. Algunas de las frecuencias de estos procesos son cercanas a las utilizadas en dispositivos como los celulares. Por tanto, parte de las actividades eléctricas de nuestro organismo pueden verse afectadas en algún grado", explica Ernesto Blanco, físico y grado 4 de Facultad de Ciencias.

Según cuenta, algunas de las bajas frecuencias generadas por los campos magnéticos de ciertos aparatos coinciden con algunas frecuencias del sistema nervioso.

Paradójicamente, para Joaquín Fernández Solá, internista del Hospital Clínic de Barcelona (centro de referencia), la "hipersensibilidad electromagnética" o "electrosensibilidad" es una más de un conjunto de enfermedades que se conocen como "síndrome de sensibilización central" y se manifiestan con afectación del sistema nervioso, baja resistencia al dolor y una percepción alterada de estímulos normalmente no dolorosos.

¿Por qué no todos nos vemos afectados? "Hay personas muy sensibles que se calcula que son 1 por 1.000", responde y agrega que niños, ancianos, mujeres y quienes sufren migraña o alguna enfermedad inflamatoria son más vulnerables.

En referencia al no reconocimiento oficial de la patología considera que responde a intereses de las compañías de telecomunicaciones y a la burocracia de las organizaciones internacionales.

La Organización Mundial de la Salud tiene en marcha nuevos estudios que saldrán en 2016. Si bien indica en su web que no hay pruebas de que los celulares afecten la salud indica que "una persona que utilice el teléfono a una distancia entre 30 y 40 centímetros de su cuerpo (al escribir mensajes, navegar o hablar en manos libres) estará mucho menos expuesta a campos de radiofrecuencia que quienes lo utilizan acercando el aparato a la cabeza".

La exposición también será menor "si disminuye las llamadas y su duración" y si lo usa en zonas de buena recepción porque transmite a menor potencia, indica.

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