Un incendio de magnitud se desató poco antes del mediodía de ayer en una automotora ubicada en el cruce de Avenida Italia y el bulevar Batlle y Ordóñez. En el siniestro se quemaron 30 autos, un tercio de las existencias, y un gran porcentaje de las 850 motos que estaban embaladas en cajas, prontas para ser armadas, dijo El País el vocero de Bomberos, Víctor Fagúndez.

En un primer momento corrieron riesgo las casas aledañas porque el fuego era generalizado. Ello obligó a los 25 efectivos de Bomberos a establecer seis "puntos de ataque" al foco ígneo: tres de ellos se encontraban dentro de la automotora, dos sobre un techo aledaño y otro en el estacionamiento de un hipermercado que se encuentra situada a los fondos. Al ser un siniestro de proporciones, el Cuartel Centenario envió un tren completo de bomberos que incluía tres carros y tres cisternas. También trabajaron en el lugar efectivos de los destacamentos Belvedere y la Unión. El Cuerpo de Bomberos solicitó a OSE que enviara un camión cisterna al lugar.

Las cámaras ubicadas en la automotora muestran que el incendio se originó en el sector de talleres. En el lugar no había nadie trabajando. En la automotora se encontraba un guardia de seguridad. Ayer la empresa no abrió sus puertas. Sí lo hizo el fin de semana pasado.

"Sabemos dónde comenzó el fuego. Pero todavía no conocemos las causas que lo originaron", explicó Fagúndez.

El incendio se propagó rápidamente. Los autos nuevos, que se encontraban en la zona del taller, tienen tanques de nafta de plástico con una válvula de seguridad. Dicha válvula se abre o se cierre para neutralizar la presión provocada por los gases emitidos por la nafta.

Con el calor, se abre esta válvula y el combustible se desparrama. Eso hace que el fuego, al tomar contacto, se extienda con mucha velocidad. El calor derrite la goma de los neumáticos y el fuego se aviva con el oxígeno. "Se trata de una onda expansiva. Por esas causas el fuego se propagó tan rápidamente. Un auto se prende fuego y se propala en minutos a otros diez", dijo Fagúndez.

Las llamas también derritieron el polifón de los asientos de los autos provocando una humareda muy negra y espesa.

La densa columna de humo llevó a pensar a los vecinos de la zona que se había quemado un comercio cercano, que se dedica a la venta de colchones. El polifón también se enciende con facilidad y el fuego, a los pocos segundos, alcanza elevadas temperaturas.

Cerca de las 13:00 horas, el calor provocó que el fuego alcanzara los tirantes de madera del techo. Varios trozos de dolmenit del techo cayeron sobre los bomberos que se encontraban en uno de los "puntos de ataque" situados a nivel del suelo. Sin embargo, ninguno sufrió lesiones.

En la vereda y en el cantero de Avenida Italia había cerca de 300 personas observando los movimientos de los bomberos.

Policías corrían de aquí para allá tratando de poner orden al caótico tránsito que circulaba por la avenida y el bulevar, en un día en que muchos montevideanos viajaban al Este para disfrutar del feriado largo.

La situación se regularizó, en parte, cuando cinco policías de tránsito estacionaron sus motos y comenzaron a dirigir el tráfico. "Hay que liberar Avenida Italia ahora", ordenó uno de los efectivos de mayor rango.

A las dos de la tarde, poco más de una hora de haber comenzado el incendio, los bomberos lograron contenerlo. Con la cara ennegrecida por el hollín, los "soldados del fuego" se acercaban a los camiones cisternas a tomar un poco de aire y a charlar unos minutos con otros compañeros. Algunos se sacaban sus cascos y sus pesadas chaquetas antifuegos.

Uno de los bomberos, que estaba cerca de donde cayó el techo, dijo a El País que en esa zona se encontraban cientos de cajas con motos nuevas que esperaban ser armadas.

"Todo se destruyó. No quedó nada. El fuego tomó la madera y el cartón", dijo.

Luego se colocó el casco y volvió con sus compañeros que dirigían la manguera de agua hacia focos que se encontraban en la parte del taller que da hacia Avenida Italia.

El riesgo de que cayera todo el techo del galpón fue real durante un buen rato. Los tirantes estaban encendidos. Algunos se habían quebrado y parecían muñones apuntando al suelo.

Los bomberos, que se encontraban en el "punto de ataque" del taller, apuntaban las mangueras de agua hacia las butacas de los autos todavía encendidas. A ese trabajo le dedicaron más de 30 minutos.

Después de las 15:00 horas, varios efectivos del Departamento de Investigación de Siniestros de Bomberos ingresaron al lugar portando cámaras filmadoras y otros aparatos.

Para hoy, será citado a declarar a la sede de Bomberos el sereno que se encontraba en la automotora.

Al atardecer, los efectivos terminaron su "faena". Los esqueletos de camionetas de doble tracción, furgonetas y autos cero kilómetro generaban conmoción.

Dos bomberos, con una especie de lanza, sacudían un montón de chatarra para ver si todavía había brasas.

Cesar R., vive a dos cuadras de la automotora. Desde una ventana observó que se elevaba una densa columna de humo de color negro.

"Salimos a la calle con mi esposa y percibimos que el fuego salía de la automotora que está en la esquina de Avenida Italia y Propios", expresó César.

César se dirigió hacia allí. Observó que varias "lenguas de fuego" salían de un galpón de unos 100 metros de largo y 30 de ancho.

En el barrio corrió la versión de que habían sido evacuadas varias familias que vivían en casas linderas a la automotora siniestrada, dijeron los vecinos.

A las 18:00, seis horas después de que se iniciara el foco ígneo, la zona todavía se encontraba conmocionada: los enormes carros de bomberos permanecían estacionados sobre el bulevar Batlle y Ordóñez y los semáforos intermitentes entorpecían el tránsito.

Miguel F., de 60 años, dijo que cuando vio el humo también salió de su casa.

"Algunos vecinos tuvimos miedo que el fuego se extendiera a otras casas", dijo.

A unas ocho cuadras de la automotora, próximo de 8 de Octubre, Rodrigo L. se despertó y miró por la ventana. Otra vez tendría que salir con paraguas, pensó, al ver el cielo encapotado como si lo atravesara una nube de tormenta.

Su esposa lo sacó del error. Entró al dormitorio y dijo: "Hay un terrible incendio ahí afuera. No sé dónde es".

Rodrigo le preguntó si había visto bomberos.

"No vi. Pero el humo que está afuera es de un incendio grande", dijo.

Rodrigo se vistió y salió a la calle. Allí sintió el olor a goma quemada y llamó a los bomberos.

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