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Historias de isla Gorriti: se salvó por el color de la piel

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La isla sirvió como base para las piezas de artillería que defendían el puerto. Foto: R. Figueredo
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El escritor Daniel Balmaceda rescata en su último libro "Estrellas del Pasado" la historia del blandengue pardo Pascual Balladares.

"Todo comenzó en el mediodía del 19 de febrero de 1801 en la isla Gorriti, divisable desde las playas de Punta del Este. El soldado Pascual Balladares discutió con un integrante del cuerpo de Dragones, Juan Manuel González Machado. La cordura faltó a la cita y Balladares debió ser contenido. El jefe del destacamento era el alférez José Monterola. Citó a testigos y pronto logró establecer que el entredicho había sido originado por Balladares, en estado de ebriedad", cuenta Balmaceda.

El jefe aplicó la sanción correspondiente para este tipo de conductas y el blandengue debería ser castigado con un día en el cepo. Pero, lo que debería haber sido una sanción por indiscplina, pasó a mayores.

Balladares, nublado por el alcohol, resistió la sanción e ingresó a la comandancia para protestar a viva voz contra la misma. Balladares dijo que no se movería hasta tanto la sanción fuera suspendida. El alférez Monterola a empujones lo sacó de la puerta del rancho construido en medio de la isla.

"Furioso, Balladares se abalanzó sobre un soldado, le quitó la espada y pegó la vuelta hacia la comandancia, dispuesto a hacer justicia por mano propia. En el trecho, el cabo Luis Pinto quiso detenerlo, pero recibió un corte de sable en el brazo. Un sargento y cuatro dragones lograron tomarlo de brazos y piernas, y arrastrarlo hasta el cepo", continúa el relato de Balmaceda, basado en el libro de Enrique Mayochi sobre la historia de los Blandengues.

"Semejante acto de insubordinación obligó a modificar la pena. Monterola resolvió que Balladares debía ser ejecutado. Para que se cumpliera la sentencia trasladaron al reo a Montevideo. En la cárcel fue visitado por el sacerdote y médico José Manuel Pérez, que conversó con el condenado y se apuró a escribir un informe para el virrey del Pino", narró.

"El documento certificaba que Pascual Balladares, de edad como 25 a 30 años, era hijo del albañil Juan Miguel, ya muerto. El punto más importante era que Juan Miguel era mulato y se había casado con una india, la madre de Balladares. De esta manera se establecía que el reo era pardo o mulato. Y esa condición le salvó la vida. Porque, al ser pardo, nunca debió haber sido admitido en el Cuerpo de Blandengues. Tampoco podía estar sujeto a las penas impuestas para sus hombres", agregó.

Al no poder aplicarse la pena prevista para los Blandengues, el virrey ordenó que Balladares fuera enviado a las inhóspitas islas Malvinas por un período de diez años.

SABER MÁS

Los cañones para la defensa.

La historia de Balladares pone en relieve la importancia que tuvo la isla Gorriti para la defensa del imperio español. En el enclave había una batería de cañones que impedía el acceso enemigo a la bahía de Maldonado. De esta manera desde la isla se conformaba un triángulo de fuego con otras baterías ubicadas sobre la costa de Playa Mansa.

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La isla sirvió como base para las piezas de artillería que defendían el puerto. Foto: R. Figueredo

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