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Héctor Florit: "La repetición tiene que ser siempre el último recurso"

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El director general del Consejo de Educación Inicial y Primaria dice que cuando se asegura el egreso relativamente oportuno de los niños, muchos salen con el nivel esperado y otros tienen dificultades, pero afirma que “sería incorrecto hacerlos permanecer en Primaria porque no saben hacer la raíz cuadrada”. 

Florit, que seguirá como consejero en el próximo gobierno, no está de acuerdo con la propuesta del presidente electo Tabaré Vázquez de los bonos educativos, y dice que 2014 ha sido un año doloroso para los maestros por las agresiones sufridas. “Magisterio tiene mucho de entrega sin expectativas de retorno, pero requiere por lo menos respeto”, aseguró Florit.

—¿Qué balance hace del cierre del año?

—Se cumplió, en general, con los objetivos. Se mantuvieron los porcentajes de repetición bajos, entre el 5% y el 6%, que junto con los del año 2013 son los mínimos históricos. Seguimos avanzando en la cobertura de educación inicial, en tres años llegamos a 10.000 y es universal en cuatro y cinco años. La extensión del tiempo pedagógico se cumplió y en marzo vamos a tener casi 300 escuelas de tiempo completo. Tuvimos 5.000 maestros en cursos de formación y servicio, se están cumpliendo los concursos de inspectores y hay 150.000 niños que aprenden inglés, portugués o italiano.

—¿A cuántos niños representa ese 5% o 6% de repetición?

—Es sobre 300.000 alumnos así que vamos a andar entre 13.000 y 14.000 niños repitiendo. Hace doce años eran el doble y detrás de cada número hay un niño que por suerte no tuvo la experiencia de un fracaso temprano. Primer año sigue siendo un filtro porque está asociado a la competencia de saber leer y escribir, sumado a que hay temas de madurez o dificultades de aprendizaje no detectadas. Siempre es el doble del promedio. La repetición tiene que ser siempre el último recurso, que para el niño sea lo mejor. No es una sanción, es una segunda oportunidad que ese niño tiene.

—En Secundaria los docentes se continúan quejando porque los alumnos llegan mal preparados y la mayoría lo hace con notas mínimas aceptables. ¿Por qué pasa eso?

—Son políticas distintas. Primaria tiene el cometido de educar a todos, asegurar que haya una trayectoria dentro del sistema educativo que permite ingresar a los tres años y egresar después de nueve años de escolaridad. En la década del 60 egresaban dos de cada tres. Cuando aseguramos el egreso, relativamente oportuno, hay muchos que salen con el nivel esperado y hay un grupo de niños que tiene más dificultades, pero sería incorrecto hacerlos permanecer en Primaria porque no saben hacer la raíz cuadrada. Cuando yo iba a la escuela lo sabía, hoy hay pocos que saben hacerlo si no es con la maquinita y es terrible que no pasen a Secundaria porque no saben hacer la raíz cuadrada. Este es un ejemplo extremo. Pero la educación general, universal y obligatoria asegura que todos tienen el derecho de cursar y el Estado tiene que hacer apoyos oportunos para que esa trayectoria sea exitosa. Pero por supuesto el Estado no puede asegurar que no haya un niño con dificultades de aprendizaje.

—¿Pero el nivel general usted cree que se ha mantenido?

—Las pruebas internacionales ubican a Uruguay en el mismo rango que hace algunos años. Hoy los niños tienen aprendizajes similares a los de los últimos 20 años, por lo menos. Si lo comparamos con la década del 60 es posible que hoy esté egresando ese tercio que desertaba y lo que a algún profesor de Secundaria le preocupa es ese tercio que antes dejábamos por el camino, esos que no pisaban una institución de Educación Media y hoy por suerte tienen esa oportunidad. Va a haber que seguirlos apoyando, pero la educación media es obligatoria y eso nos obliga a los docentes a acompañar a todos, los que saben mucho y los que tienen dificultades.

—¿En qué favorece al alumno el pase social?

—Se mandata que haya continuidad entre Primaria y Secundaria, pero hay discontinuidad. Los maestros evaluamos el proceso del niño y los docentes le ponen un uno porque tienen faltas o no saben de matemáticas. Ese tránsito entre las dos lógicas a alguien se le ocurrió llamarlo pase social o permisibilidad. La solución no es catalogar ni a los alumnos ni a las instituciones. La solución es hacer acompañamientos oportunos. No me gusta el término pase social, administrativamente no existe y descalifica el mandato de inclusión que tiene el sistema educativo. Descalifica el sentido de la obligatoriedad de la Educación Media e inviabiliza trayectorias incompletas, porque si al que viene le digo que es un pase social le pongo un sello que afecta las posibilidades de tener una trayectoria exitosa.

—¿Qué opina del proyecto de Tabaré Vázquez de otorgar bonos educativos?

—Creo que es un error muy profundo. Financiar la demanda genera un mercado educativo no regulado, donde los usuarios no tienen elementos sustantivos para la elección. Termina pagando una selección basada en la proximidad o en el marketing.

—¿Y qué alcance tendría porque no parece ser para mucha gente?

—Yo espero que ninguno. Esto tiene muy malas experiencias, Chile es un ejemplo de segmentación del mercado educativo. Me parece que los sistemas educativos están de vuelta de los sistemas de bonos. Creo que la pregunta es: ¿esto mejora la educación? Yo no estoy de acuerdo porque no retribuye calidad, financia comodidad.

—¿Qué le dicen los maestros? ¿Cuáles son sus principales dificultades o preocupaciones en el día a día?

—El maestro hace un enorme esfuerzo para llevar adelante su tarea y este año en particular enfrentó situaciones de violencia, de agresión, y eso genera, obviamente, el malestar de la agresión pero uno mucho más profundo que es sentirse desconocido en el rol, en el lugar, en el esfuerzo y en la dedicación. Hay una sensación de insatisfacción por una sociedad muy demandante al sistema educativo y que recompensa y reconoce poco en lo salarial, pero también en lo que hace al prestigio social. Me parece que hay que trabajar mucho en el reconocimiento profesional y en la autoestima personal de cada uno de estos maestros. Magisterio tiene mucho de entrega sin expectativas de retorno, pero que requiere por lo menos respeto. Los maestros lo han vivido con dolor. Pero no es un tema solo de ellos ni de la enseñanza, hay un tema de desvalorización de algunos roles profesionales. Sin duda la sociedad moderna es más transgresora y con señales de violencia.

—Este año hubo también varias escuelas vandalizadas. ¿Qué soluciones ve Primaria a esta problemática?

—Primaria destina US$ 7 millones a la seguridad pública pero creo que el único blindaje es el social, cuando el vecino está atento porque la escuela que está enfrente es de él, porque fueron sus hijos, porque van sus nietos o porque simplemente es un lugar público que acoge al entorno. Entonces el diálogo de los maestros con las comunidades tiene que ser promotor de miradas y valores compartidos. Cuando existe esa comunión las comunidades defienden a la institución porque simboliza eso, lo común.

Cada vez son menos por clase: 23 en promedio

—Se inscribieron 38.000 alumnos en Primaria y se espera llegar a los 40.000 en febrero. La escuela pública tiene 53.000 niños menos que hace 10 años. ¿A qué se debe?

—Se debe a que cayó abruptamente la natalidad. Si nosotros comparamos los primeros años del milenio con el año 2014, hay entre 8.000 y 9.000 nacimientos menos por año. La caída de alumnos se corresponde con la caída de población en el tramo cero a veinte años, que tiene decenas de miles de personas menos en Uruguay. El famoso proceso de envejecimiento de la población se ha agudizado en forma muy importante en estos años por este efecto de menos nacimientos, pero además porque ha aumentado la expectativa de vida. En Uruguay vamos acercándonos a los 80 años de expectativa de vida. Si es bueno o es malo, yo diría que es el famoso bono demográfico: es la gran oportunidad de la escuela pública de hacer políticas educativas de calidad. Si yo todos los años sé que voy a tener 5.000 sillitas vacías porque hay 5.000 nacimientos menos, tengo la oportunidad de hacer políticas intensivas de calidad. Tengo la oportunidad de mejorar el rateo entre cantidad de docentes y alumnos. Estamos en eso, de hecho, pasamos de 29 a 22,5 la cantidad de alumnos por maestro en escuelas urbanas y esto aumenta la posibilidad de extender las escuelas de tiempo completo, por ejemplo. Para la educación es una oportunidad de excelencia que tenemos que aprovechar.

"Cuatro horas es darle a los niños educación de segunda"

—Se están recibiendo los 1.000 maestros como mínimo que necesita el sistema. ¿Será necesario recurrir a becarios el próximo año en alguna zona del país?

—Es así y el déficit acumulado genera situaciones muy difíciles. ¿Qué cosas está haciendo Primaria? Se habilitó el reintegro a los maestros jubilados y hoy está muy acelerado el proceso: se jubila y al otro día puede pedir el reintegro. Se habilitó el doble turno, se habilitó a que funciones incompatibles puedan hacerse, es decir, un subdirector que en otro turno sea maestro. Se habilitó a que algunas funciones queden en suspenso cuando faltan maestros en la escuela, estamos financiando el traslado de maestros a los departamentos donde faltan, principalmente en Montevideo, Zona Metropolitana y alguna zona rural del Litoral, y estamos habilitando a trabajar 38 años cuando normalmente es a 35, con lo cual en estos años las jubilaciones han caído. Todas estas medidas permiten recorrer un período ventana donde la caída de egresos enMagisterio puede ser paliada, pero no son medidas que sean suficientes. Tenemos que incentivar la carrera y la finalización oportuna.

—En campaña electoral se habló de universalizar la educación para niños de tres años. ¿Qué beneficios tiene para los niños adelantar el inicio en la educación formal?

—El desarrollo psicomotor, el lenguaje, los vínculos sociales y el cuidado la sociedad se lo tiene que asegurar a todos los niños. Una forma es tener instituciones abiertas desde temprano que le permita a la madre que trabaja, al hogar desintegrado, tener una institución a la que recurrir. A partir de los 4 años esa institución tiene que ser el jardín de infantes, no se puede suplantar por el hogar. A los tres años es un año bisagra. En muchas familias la escolarización temprana da oportunidades de desarrollo que el ámbito doméstico no lo asegura, o en tal caso hay que complementar los dos.

—¿Cómo funcionan las escuelas de tiempo completo?

—Hay tres modalidades: los jardines de 8 a 16 que son unos 54; las escuelas de tiempo extendido que funcionan de 10 a 17, que tiene un turno con los contenidos más tradicionales y el otro con talleristas que van rotando —hay 43 escuelas—; y por último 195 del formato más tradicional de tiempo completo, que son centros de siete horas con un maestro que cumple todo el horario y profesores que hacen talleres. Yo creo que es una excelente propuesta. La jornada completa, de siete u ocho horas es lo mínimo para una educación integral, es lo que la clase media asegura con cuatro horas de escuela y después inglés, club, computación. En realidad lo potente y lo nuevo del tiempo completo es que desde el Estado se les brinda a los niños esa misma educación integral que la clase media le da a sus hijos desde siempre. Una sociedad que se reproduce con tasas tan bajas de natalidad no puede desatender a un solo niño, porque es imperdonable; darle una educación chiquita, restringida durante cuatro horas es darle una educación de segunda. Entonces Uruguay tiene que tener la valentía de seguir impulsando esto con dinamismo y un ritmo más enérgico.

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