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El hartazgo le ganó al miedo

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El hartazgo venció al miedo. Sin embargo, tal lo anticipado en esta columna, la segunda campaña negativa mostró su efectividad al conocerse el escrutinio. Cristina estaba convencida de que Scioli ganaría. Incluso creía que se impondría en primera vuelta.

Por eso trabajó más bien para acotar ese triunfo, de modo que su candidato no llegara al poder con demasiadas ínfulas. La primer campaña del miedo no estaba destinada a volcar en su favor los votos indecisos, sino apuntada a las propias bases kirchneristas, procurando ponerlas en guardia para impedir, desde las calles, que nadie altere el "legado" de Cristina. El resultado de la primera vuelta anotició a la presidenta y al alto mando kirchnerista que la elección podía perderse.

Entonces lanzaron la segunda campaña, esta vez apuntada a que la franja despolitizada de la sociedad, con más ganas de cambio que de continuismo, finalmente votara con temor a perder los actuales niveles de consumo y padecer los demás rigores del ajuste. A eso apuntó el goteo de la afirmación "el cambio es el ajuste"; una modalidad de propaganda que, como explicamos en esta columna, no tiene efecto inmediato sino retardado. Por eso las últimas encuestas hablaban de un triunfo de Macri por al menos ocho puntos. Incluso las encuestas boca de urna mostraban esa ventaja. Y el fenómeno se explica por la acción que caracteriza a ese tipo de propaganda. Las personas en las que actúa ese mensaje, pueden decir al encuestador una cosa y hacer otra a la hora de votar. Así ocurrió en una gran cantidad de casos. Como la oposición nunca entendió la estrategia kirchnerista (ni siquiera comprendió que la primer campaña buscaba dejar una bomba política y recién la segunda apuntaba a derrotar al candidato opositor) no desplegó una estrategia defensiva adecuada. Y el efecto del goteo llegó cuando tenía que llegar: en el cuarto secreto. No alcanzó para impedir el triunfo opositor, pero achicó la dimensión de la ola de hartazgo. La clave del éxito de Macri está en diferenciar la dimensión del apoyo a lo que él representa y lo que agrega el rechazo al kirchnerismo. El respaldo a la propuesta específica de Macri, sobre todo en materia de economía, se vio en la primera vuelta: pocos puntos por encima del 30 %. En el balotaje, ya no se trata de una elección sino de una opción, por eso el 51 % incluye el voto de mucha gente que no se identifica con Macri, sino que vota contra el kirchnerismo.

El hartazgo no tiene que ver con la economía, sino con el sectarismo, la arbitrariedad y el culto personalista de un sistema que podría bien definirse como "egocracia": el régimen en el que el "cratos" (poder) reposa sobre el ego del (o de la) líder.

La Bitácora

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