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Gracias UPM

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Poco importa si UPM decide construir una nueva planta de producción de pasta de celulosa en el país. Los uruguayos todos debemos estarle, desde ya, agradecidos a la multinacional finlandesa, que con solo analizar la posibilidad de invertir en el país y establecer las condiciones bajo las cuales consideraría esa posibilidad logró sacar de la anestesia al gobierno y poner, finalmente, a unos cuantos funcionarios a trabajar en temas que dormían, desde hace demasiado tiempo, el sueño de los justos.

Bastó que UPM demandara grandes obras de infraestructura y soluciones de fondo para sacar la eventual producción de su posible futura planta para que, como por arte de magia, el presidente ordenara a los ministros que se pusieran a trabajar sin descanso, la OPP y AFE nos recordaran de su existencia, y hasta algunos intendentes que no pueden mantener sus departamentos en orden salieran a los medios a opinar sobre trazados ferroviarios, obras de ingeniería y expropiación de predios.

UPM lo hizo posible. Exigió soluciones y nuestros gobernantes nacionales y departamentales se pusieron a trabajar para cumplir con los requisitos que una empresa multinacional estableció para analizar una inversión millonaria en Uruguay.

¿No podría UPM, ya que estamos, exigirles a nuestros gobernantes que trabajen con el mismo ahínco en soluciones de fondo para otros temas que preocupan a los uruguayos pero que nuestros gobernantes postergan sistemáticamente? ¿No podría acaso alguien, con la fuerza de UPM, demandar al gobierno soluciones de fondo para la educación, que se cae a pedazos? ¿No podrían otras multinacionales hacerle entender al sistema político que si no encaramos de una vez por todas ese tema no hay futuro posible, aunque en cada período de gobierno levantemos una planta de producción de celulosa?

¿Sería mucho pedir que alguien, siempre desde el exterior, condicionara una inversión millonaria en Uruguay a que de una vez por todas se baje el enorme peso del Estado?

¿No habrá alguien que se comprometa a crear miles y miles de puestos de trabajo a cambio de que Uruguay discuta, en serio, un sistema de relaciones laborales sano, donde empresarios y trabajadores negocien realmente, donde la ocupación no sea más una extensión del derecho de huelga y donde los sindicatos no promuevan "la lucha de clases" sino la defensa de los derechos de los trabajadores y, a la vez, la productividad y la cultura del trabajo?

¿No vendrá alguna empresa, de esas a las que interesa atraer, que reclame que finalmente se ponga a los más idóneos en cada cargo público, en lugar de cumplir con los amigos y las cuotas?

Porque tal parece que nuestros gobernantes, a los que con nuestros impuestos los uruguayos pagamos el sueldo, solo se ponen a trabajar en serio cuando alguien de fuera, dispuesto a invertir miles de millones de dólares, pone condiciones.

A ellos, ha quedado demostrado, sí que los escuchan. A los que mantenemos el Estado y el sistema, transitamos por rutas en estado deplorable, pagamos tarifas cada vez más altas por servicios cada vez más pobres, que nos ayude Dios. O UPM, que viene a ser casi lo mismo.

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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