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Con la gesta del ‘50 en el ADN

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El Maracanazo fue más que un triunfo en un Mundial de Fútbol. Fue, como dice el sociólogo Leonardo Mendiondo, “la frutilla de la torta” de aquel sentimiento: “como el Uruguay no hay”.

En el marco de un crecimiento explosivo, adquirió una carga tan simbólica como la muerte de Alcides Ghiggia justo en el 65° aniversario de aquella final.

Significó que David le podía ganar a Goliat, dice el periodista Atilio Garrido. ¿Fue una hazaña ilógica? Quizás no, porque el éxito futbolístico venía gestándose desde el inicio de “la Celeste”, varias décadas atrás. Y porque algunos, como el ensayista Aldo Mazzucchelli, ven en ese partido unos cuantos signos de calidad futbolística.

Pero sin dudas el Maracanazo quedó grabado en el ADN uruguayo y ha hecho del fútbol un producto de exportación. Con la partida del último de los futbolistas del ‘50 se da fin a un capítulo. ¿Se entierra un mito que pesaba más de lo que ayudaba? Quizás. Para el historiador Gerardo Caetano, se abre una nueva etapa.

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